Curioso, increíble y verdadero, pero más de mil veces he oído en los dos últimos años que la vida se ha parado, que se pasa, que todo tiene límites y no siempre los ponemos nosotros. Muchas más de esas mil veces nos creemos dueños absolutos de nuestras decisiones, de nuestras experiencias... Y no, detrás está eso otro que parece que, con mala leche algunas veces, nos tuerce, nos confunde, nos paraliza, nos hace verlo todo oscuro y hasta no verlo y no querer verlo.
Pocas veces tenemos tan enfrente la verdadera esencia de la vida, y aún así la saltamos o nos tropezamos, pero cogemos el mismo camino que ya fue de otra vida pasada, real o idealizada, pero pasada al fin y al cabo y que ni siquiera a veces en el recuerdo debería tener cabida. Nos anclamos en lo que creemos que conocemos, en lo que creemos que controlamos, en lo que nos da seguridad, en todo eso que tan sólo "creemos que…", sin pararnos a revisar su utilidad emocional. Repetimos las mismas cosas y evitamos otras tantas sin ni siquiera a veces valorar si hoy por hoy son adaptativas, si nos aportan, o si con evitarlas también nos aportan ¿seguridad? ¿Seguros y a salvo de qué? Y, claro, pasan los días, los años, la vida y ahí seguimos, dándole importancia a lo que nunca debió desviarnos la atención, el pensamiento y la preocupación.
Nos acostumbramos a estar a la defensiva, a la ofensiva, a malinterpretar, por si acaso. Aprendemos orgullo y soberbia... y la practicamos demasiadas veces para "protegerse" y alejarse, sin discriminar. Tendemos a hacer y a evitar una y otra vez lo aprendido con experiencias erróneas que, una vez más, nos dan en las narices con un nuevo fracaso. A veces se desconfía de lo bonito y poco habitual por raro en tu vida. Y pasa que hasta "lo bonito" también empieza a dar miedo y a crear desconfianza por eso, por desconocido, por poco experimentado y porque lo poco habitual en la vida o en uno mismo, aunque sea bonito, produce cierta duda.
Pero, por suerte, dentro de esas más de mil verbalizaciones de melancolía, de desesperanza y de experiencias inesperadas que nos dan el tirón de orejas emocional, después de esa visita de esa otra parte de la vida que nos pone un muro y para quienes hemos/han tenido esa sensación tan tremenda de sentir, sonreír, llorar, amar, cuidar, abrazar; para quienes podemos seguir emocionándonos con una música, con una mirada, con una ilusión; para quienes sentimos, lo que sea; para quienes sí estamos vivos y por eso podemos darnos cuenta de en qué consiste la vida; para quienes han sufrido y pasado por lo peor nunca anticipado; para los que han empezado a valorar el sentido de las percepciones bonitas y de las menos bonitas; para quienes han empezado a sentir la necesidad de las personas; para quienes sus principales pensamientos en el día no son sobre cosas materiales; para quienes anticipar un encuentro o imaginar una carita feliz les llena los sentidos; para los creyentes; para los de las casualidades; para los que no saben cómo ni por qué; para los racionales incisivos; para los que "ni piensan"; para lo que se dejan llevar; para todos los que de pronto ven cómo sus pies tocan el suelo; para los que hacen posibles otros paisajes; para los que son capaces de re-crearse; para los que solo se veían a sí mismos y ahora los demás forman parte de su espejo; para todos los que respiramos, unos profundamente y otros con reticencias; para todos... la luz y la oscuridad están ahí.
Me gustaría poder abrir los ojos grandes, grandes, de los que viven en su metro cuadrado de preocupaciones, manías, miedos. Me gustaría poder inyectar sensaciones de color que solo se pueden tener si quieres saber de su existencia, si las escuchas, si las buscas, si miras con detenimiento cómo de extenso puede ser el horizonte; solo a partir de que decides caminar y quitarte los límites, esos que nadie ve pero que a ti te han puesto un tope en la vida, esos límites que decidiste mantener con aprendizajes, ideas y "cosas" de otros y que ves que ahora no van contigo. Ahora comienza esa otra vida que nunca pensaste que estaba ahí para ti. Salta la valla que has mantenido durante años con unas razones que ni siquiera tú sabes cuáles son y que ahora sí tienes, por lo menos para plantearte que esta no es la vida que tú querías pero que sí puedes cambiarla por la otra que ves desde la ventanita del deseo, de la ilusión, y que es la siguiente e inminente realidad. Tú, auténtico y mejorado por mil.