La infidelidad es una de las razones de mayor peso en los problemas de pareja. Y no significa que sea la más común, pero sí una de las peores y la más difícil de resolver sin duda.
Después de una infidelidad descubierta, recomponer una relación es muy difícil y, sobre todo, restaurar la confianza es prácticamente imposible aunque la relación siga. Solo unas pocas parejas lo logran y con periodos de altibajos por este motivo, sin que haya otros nuevos problemas ni nuevas infidelidades.
Una vez que ya se ha sido infiel, hasta que te pillan -que suele ser la razón más habitual por la que se corta esa situación- viene la parte más dura y decisiva para ver si es posible seguir manteniendo la pareja. He de decir que los hombres son, en porcentaje, más infieles que las mujeres. Y por razones distintas ambos. En cualquier caso, y hablando de porcentajes, estos se igualan a la hora de reconocer o no haber sido infieles. Cerca del 96 %, dicen las estadísticas, niega la infidelidad y mi experiencia en la consulta también mantiene esa cifra. La mayoría lo niega, con mayor o menor dificultad, dependiendo de varios factores que ahora veremos. Y otros lo reconocen también dependiendo de razones que ellos solo saben y sienten.
Los que lo niegan
El miedo a perderte es la principal causa, porque realmente te quiere, porque tiene intereses emocionales o porque sus motivos son económicos y no quiere renunciar a ellos. Por comodidad al estar contigo es otra razón, porque plantearse estar fuera de casa sería un poco lío y de nuevo incómodo, y porque quizás quiera ganar tiempo antes de dar otro paso. Quizás eres alguien a quien ha empezado a valorar por alguna de estas razones, y no solo emocionales, como sobre todo a las mujeres pueda parecernos. ¡Ay, las eternas románticas! Pues no.
El orgullo: aunque vean que su relación se va a la porra, a veces es tanto ese orgullo que tienen que son capaces de perder lo más importante de su vida cuando a lo mejor sí es posible resolver y seguir juntos. El orgullo en sí mismo no os imagináis la de interferencias psicológicas que produce. A veces puede ser peor que la infidelidad en sí misma. Y nosotras pensaríamos: “¿me estás impidiendo seguir contigo por algo que tú has hecho y que quiero resolver, y simplemente porque no eres capaz de reconocer que has sido infiel, no es posible resolverlo?". Ni aún así, siendo ella o el otro quien haya sufrido la infidelidad quien abre la puerta, es posible que el orgullo se vea anulado. En estos casos es que ni siquiera habría que intentar nada. Alguien que por orgullo no se moviliza o no reconoce, no merece la pena.
Sentir que ha sido un juego, nada importante: hay personas acostumbradas al coqueteo y piensan que ir más allá de querer sentirse “visto”, guapo o atractivo hacia otras personas no tiene significado emocional. Para ellos la infidelidad, el tener sexo con otra persona, no es más que un acto físico puntual o mantenido, pero sin carga de amor hacia esta nueva persona y sin pérdida de emociones ni transgresión emocional hacia nuestra pareja. Normalmente, es tener sexo o no lo que parece que más generalizadamente pone el límite de infidelidad para algunos.
El miedo al “punto negro” social, a ser señalado si se sabe.
La culpa: ésta puede funcionar en doble sentido y totalmente opuestos. Por un lado, negarse a sí mismo que haya ocurrido algo así, porque al ser conscientes se sienten mal, se hacen más conscientes después, cuando su pareja se entera y empieza el malestar. Y, por el contrario, podría funcionar la culpa como disparador esencial para reconocer la infidelidad.
Los narcisos: hacen y deshacen a su antojo porque “yo lo valgo”, sienten ellos, como en el resto de interacciones en la relación. Y éstos hasta podrían hacerte sentir culpable a ti de haber sido infieles. Volvemos a lo mismo. Cuanto más lejos mejor y hasta se lo tendrían merecido. bueno, es un comentario perverso. Pero ser infiel a un narciso también tiene su parte de desfogue y de castigo. ¡Mejor dejarles!
Los que lo reconocen
Son los que se sienten absolutamente arrepentidos o sienten absoluto amor. Son en los que, aun habiendo ocurrido esto, nos demuestran que podemos intentar volver a confiar en ellos.
¡Ay estos! Para ponerles todas las estrellas, pero “la han liado bien” de entrada, como los otros al ser infieles, por supuesto , porque no saben lo que les espera ahora. Chapeau por ellos y yo les aplaudo porque es la mejor opción, reconocerlo, aunque de primeras sea todo aparentemente inabordable y sin solución.
Para quienes no lo reconocen, lo niegan y reniegan, siempre va a existir la duda aparentemente beneficiosa para ellos, pero en nosotras también la duda permanente de si poder o no intentar confiar de nuevo en ellos. Por otra parte, esa duda le hará la vida imposible al otro por nuestra parte y también a nosotros mismos, en forma de interrogatorios constantes de cómo fue, cuándo, cuántas veces, de qué manera... Comprobaciones constantes mentales y situacionales durante mucho tiempo o durante el resto del tiempo de relación, si es que siguen juntos.
Para quienes lo reconocen, lo peor son los primeros meses si aún no se ha roto la pareja. También existirá el interrogatorio y demás, como he dicho antes. Reconocer una infidelidad no significa contar lo que ha ocurrido, que psicológicamente para la pareja no será nada beneficioso aunque nos lo exija.
Reconocerlo o no, no es mejor ni peor para la pareja, soló tiene influencia en cómo se siente uno mismo, en los primeros momentos de descoloque por la pillada. Unos necesitan “protegerse” de lo que parece que se les puede venir encima porque no saben cómo gestionar el tema y otros prefieren soltar todo, que pase lo que sean cuanto antes y ya se verá.
Motivos que llevan a reconocer una infidelidad
Están absolutamente arrepentidos y ven que lo más importante es su pareja, aceptan que han metido la pata por “razones” que ni siquiera ellos podrán explicar, pero sienten que su pareja es lo más importante, se dan cuenta de cuánto la quieren y de que no quieren perderla. Se juegan todo, no quieren seguir ocultando y pase lo que pase, lo confiesan.
En parte, es una necesidad emocional egoista, pensando también en uno mismo. ”No soporto callarme esto y ella lo sabe”. Estar en permanente defensa es agotador. Saben que ella lo sabe aunque no sabemos en qué porcentaje. Y si es lista jugará a confundirle para que suelte.
Reconocer haber sido infiel es un acto de valentía y de sinceridad que debiera tenerse en cuenta por parte de la pareja. Cuando puede negarse todo, hacer lo contrario debería tenerse en cuenta aunque al principio la decepción, la sorpresa o la rabia interfieren en lo que dentro de poco, si hay amor y sinceridad, será de otra manera. La confianza se pierde, por supuesto, pero saber que tu pareja ha sido capaz de reconocer algo así es algo que de nuevo debería poner la semillita para comenzar a “intentar” confiar, pero con mucho esfuerzo por parte de los dos. Uno demostrando que se puede confiar y el otro demostrando que quiere confiar. Esto no va a ser un acto de fe ni tarea fácil, pero reconocer algo así dice mucho de una persona, que sabe que puede prderlo todo y aun así te lo dice.
Reconocerlo es amor absoluto, sentimiento de culpa o tener un T.O.C. (trastorno obsesivo compulsivo) que va unido al sentimiento de culpa.
En cualquier caso, aunque se haya perdido totalmente la confianza en esa persona, el que lo esté reconociendo nos dice mucho de ella como para poder intentar, pase lo que pase, volver a confiar y seguir con la relación. Ser sincero no le quita importancia a infidelidad pero sí le añade una dosis de querer resolver.
Es cierto que costará después la convivencia, en cualquiera de los casos, y que será imprescindible una terapia de pareja si es que no se ha roto ya la relación. No se parte de cero nunca (frase muy dicha en estas situaciones siempre con la mejor intención pero imposible de ser) solo por querer resolver.
Comenzarán miles de preguntas, dudas, y no se puede ni se debe entrar a responder a veces a nada y otras veces solo algunas. Y repito, gestionar esta situación una vez que ha ocurrido y se quiere seguir en pareja hace necesario la intervención de un psicólogo especialista en terapia de pareja.
Ser infiel si no te pillan puede ser muy “divertido y emocionante”, pero si te pillan ten en cuenta que vas a destrozar la vida de otra persona que a lo mejor sí te quiere mucho y sí podría haberte sido infiel también y ahí está, poniéndote por encima, como debe ser, de otros caprichos del ego o de la carne.
Si no estás cómodo, seguro, si estás necesitado de más sexo, de más afectos, de más lo que sea y no lo tienes, háblalo, intenta resolver o vete, pero ese daño de por vida innecesario que tú controlas ahora, que se produzca o no, puede evitarse.