Es una situación psicológica fastidiosa, real y vivida con angustia, que intenta compensarse inconscientemente con esperanzas e ilusiones totalmente irracionales que siguen manteniéndonos ahí, pegados al futuro inmediato que creemos que llegará y que queremos que llegue.
Es como vivir en dos mundos paralelos. El real solo lo vemos a ratitos cuando la actitud del otro hacia nosotros es de “no te veo”, de no significar lo suficiente o nada, e incluso de desprecios. Ahí es cuando se pone de manifiesto lo que no queremos que sea así y como lo sufrimos, lo obviamos, lo relativizamos, lo suavizamos y lo atribuimos a factores ajenos a esa persona. Siempre pensamos que no hace tal cosa por mí porque está muy ocupada o porque está cansada, y hasta la próxima ocasión que nos duela, que será idéntica o peor.
A esta forma de pensamiento y de relativizar se le llama distorsión cognitiva. Estas distorsiones son típicas en relaciones de dominancia -sumisión encubierta- y son precisamente las que nos mantienen en estas relaciones tóxicas de idas y venidas. Nos mantienen ahí interpretando selectivamente lo que nos interesa y además nos alejan de afrontar la realidad del miedo a romper esa relación, del miedo al cambio.
Las personas estables en su personalidad tienden a evitar cambios y es otra de las razones que las mantiene en una relación así. Estas distorsiones cognitivas son razones propias, que fabricamos nosotros o que interiorizamos porque son las que queremos creer si las escuchamos del otro. No podríamos soportar traducir esos comportamientos de “no estoy o no existo para él o ella porque no le importo”. Pero la traducción real es: “No le importas, solo se importa a sí mismo, aunque a veces tú le vienes bien, para su interés claro. Es duro leer esto, pero más duro es vivirlo. Tú que estás ahí lo sabes y lo sientes”.
Estás metido en un absoluto círculo de manipulación del otro y sumisión por tu parte para obtener el cariño que necesitas y que crees que es normal en una pareja y que nunca llegará, Bueno sí llegará, ante una posible pérdida. ¿Por qué ahí sí se es capaz de recomponer una conducta y dar o hacer lo que hasta ahora no ha existido? ¿Nos quieren selectivamente bajo amenaza o es que no nos quieren?
Ante la pérdida aparece la manipulación emocional, que consiste en “te prometo, te aseguro, te voy a dar, yo te quiero, pero…” Se trata de una manipulación emocional consciente del que siente la pérdida hacia el que quiere salir, para mantenerlo en su vida. El que lo escucha, necesitado de esa situación y de esas palabras que está escuchando, activa selectivamente su nivel de procesamiento emocional y se sensibiliza entrando otra vez en el bucle de la duda y la angustia. Así hasta que se decida rotundamente, sin miedo a salir de ahí.
El manipulador te ofrece lo que sabe que te gusta y así te conserva otra temporada o siempre. En las estrategias y en las reacciones de la persona que manipula hay mucho comportamiento, afecto y desafecto aprendido antes de que aparecieras tú y así se manifiesta porque así se ha manifestado ya previamente. No practican la comunicación porque nunca antes lo ha hecho y tampoco la escucha activa. No practican la resolución de problemas, son impulsivos y solo quieren salir del paso como sea, con parches, que según la sensibilidad del otro servirán temporalmente o ya nunca más.
Esto que acabo de decirte y que a lo mejor te suena no es algo ajeno a la voluntad del que te ningunea y es ya parte de su forma de ser, por lo que no va a cambiar jamás. Lo siento, y siento ser dura, pero hay que serlo cuando la emoción irracional y desadaptada te confunde, te domina y te anula una y otra vez de forma errónea. Por eso ahí sigues.
¿Por qué tienes esperanzas de que cambie?
Porque en tu sistema de creencias las relaciones personales y de pareja no consisten en eso que tú vives. Te cuesta creer que vaya a ser así para siempre porque tú no eres así y quieres creer que en algún momento se dará cuenta. Nos cuesta aceptar lo que no está en nuestros esquemas conductuales de normalidad y tendemos a pensar que es imposible que eso pueda ser, y además de forma estable (el no cambio). No está en el sistema de creencias ni en el aprendizaje del que así actúa. No podemos hacer cosas que no están en nuestra historia de aprendizaje, por mucho que nos lo pidan. Por eso no se entienden comportamientos que tienen otros y que son estables.
Porque estarás de acuerdo conmigo en que es un error cognitivo querer a alguien que no te quiere y a quien, en un porcentaje grande, ves que no les importas. Pero todo ocurre y se mantiene por lo que te he explicado antes. Así son las personas tóxicas, así son las relaciones de dependencia emocional y tóxicas en sí mismas, con idas y venidas a modo de “te castigo, te dejo y ahora aprendes”. No, no sirve para nada, solo sirve para meterse en una espiral de sometimiento del uno al otro y de uno consigo mismo.
La historia educacional, los apegos, alguna psicopatología de base y experiencias con parejas anteriores son las causas de este tipo de comportamientos desadaptados y dolorosos que nunca se van a resolver. Estas relaciones son desequilibradas desde el comienzo y duraderas, con sufrimiento, siempre y cuando uno decida someterse, no pedir nada, aguantar. Y, ¿por qué, para qué? ¿por el amor a pizcas que obtiene del otro cuando al otro le interesa algo? Damos y soportamos todo a cambio de momentos artificiales que crea la parte tóxica de la relación. Los te quiero, el intercambio de miradas, gestos de cariño, caricias y el cuidado del otro deben ser la habitualidad en una pareja normal.
Tenemos el concepto erróneo de que el amor crea sufrimiento y no es así. El amor crea más amor y engancha. El amor libera la química que produce más amor y el amor que todo lo puede y el amor que todo lo joroba está en la base de gran parte de la felicidad e infelicidad de muchas personas cuando lo demás en la vida quizás te va genial.
Quien está metido ahí demuestra carencias afectivas y antiguas formas de relacionarse patológicas. Pero quien se empareja con quien va a ser y es persona tóxica y dominante en la relación, debe saber que no puede ni va a conseguir cambiar al otro, por mucho cariño que le tenga. Ninguna pareja puede salvar ni recomponer al otro psicológicamente de experiencias y comportamientos que ya están grabados a fuego, y menos si el otro no quiere. Todo eso vivido y aprendido, esencia de su ser, ya está dictando conductualmente sus vidas y no cambiará. Si estás ahí, ya sabes que por mucho que te duela oír, saber o sentir, esa no es la pareja ni el amor de tu vida.
Es difícil salir de ahí, por supuesto que lo sé. Ayudamos a muchas personas cada día en la consulta con este problema, pero no es imposible. Es como salir de cualquier otra adicción. Pero cuanto más daño te hace la droga más fácil es. Solo tienes que tener la conciencia de donde estás, la voluntad y la ayuda para poder hacerlo. Lo haces, te refuerzas y te das cuenta de que ya eres libre. Eso no tiene precio.