Qué hacer ante la aparición de nuevas "manadas", violaciones y sexo en la adolescencia
Un artículo de la psicóloga y sexóloga toledana Ana M. Ángel Esteban.
15 abril, 2023 12:08He escrito varias veces sobre este tema desde el "famoso" caso de la manada y, a día de hoy, las razones de estas conductas siguen siendo las mismas. Pero se han agravado, han aumentado los casos y vemos que disminuye la edad en la que este tipo de hechos se da… ¿Qué está o qué sigue pasando? Insisto en la importancia de la educación sexual en casa (ardua para muchos padres por sus dificultades de comunicación o por el tema en sí, tabú en muchos casos) y en los colegios. Educación e información sobre sexualidad, sexo, amor, respeto, y sin colores políticos, de más apertura mental o no, sin esquemas categorizados según criterios particulares, no, porque la sexualidad, el sexo, el amor y el respeto son conceptos universales. Falta empatía y la empatía también se aprende. Y si tenemos en cuenta factores culturales, ¿por qué en una misma cultura hay un cambio en este comportamiento sexual casi de manera inmediata desde hace muy pocos años (desde la pandemia e incluso desde hace meses)? Antes que nada, advierto que saber que está escribiendo una mujer nada tiene que ver con estereotipos femeninos ni de género.
No solo hablamos de las noticias que se repiten sobre violaciones en grupo, hablamos también de un nuevo patrón, más extendido ahora, de interacción con las mujeres y en rangos de edad más amplios y de comienzos más tempranos. Conductas machistas, de posesión, de cosificación de la mujer, conductas de reafirmación de uno mismo, de dominancia y de desfogue mal enfocado.
Se da un fenómeno que llamamos en psicología de "facilitación social" por el que una persona, un chico adolescente o más mayor, se siente más poderosa y capaz cuando está en grupo. Pero también el efecto del grupo puede ser el contrario y que se sienta amenazado o ridiculizado por no seguir "el juego" y que, en realidad, se sienta obligado a formar parte, para seguir siendo aceptado. También es muy importante, y aquí va lo que algunos no van a poder encajar en su esquema mental personal, que se dan conductas de competitividad entre mujeres, adolescentes y chicas jóvenes a nivel físico, y sexual. Probaturas de "yo soy más capaz de… que tú", vapuleos en la autoestima en torno a desempeños y resultados sexuales: "Yo me he follado a 7 y tú a dos", por ejemplo, y eso lo escucho con 12 y 13 años. Conductas de humillación de una misma hacia sí misma que no importan con tal de sobresalir, conseguir lo que sea, de cara a tus otras "amigas". Tienen una exposición y provocación sexual consciente, buscada y medida. Cuando tienen un objetivo a la vista, y si además existe consumo de alcohol y otras drogas, puede ser brutal el resultado. Provocan con actitudes y vestimenta, que claro está, no justifican el comportamiento "del machito". Me cuentan en muchos casos cómo salen vestidas de casa y que en el bolso ya llevan su ropa "provo" para ponérsela nada más salir.
Están hipersexualizados desde pequeños. Ya desde los 6 y 7 años buscan con toda la facilidad el mundo porno, para poder compartirlo en conversaciones con los amigos: lo que más les gusta, con lo que se masturban y lo que le harán a la próxima "víctima" para después reproducirlo de nuevo. Les gusta grabarse, con lo cual se refuerza esa conducta, se califican y hasta se esfuerzan para mejorar las posturas o las agresiones a la chica, agresiones que la mayoría de esas chicas no ven como tal porque ellas también son consumidoras del mismo tipo de porno. Y ahí ya se ha normalizado la conducta sexual: ella objeto, él empotrador, produciéndose todo tipo de aberraciones morales y físicas. Pero es que ellas también lo piden y ellos se lo hacen, aunque en ocasiones les produzca sufrimiento físico y emocional. En ocasiones, son auténticas violaciones encubiertas. Estas grabaciones a veces también se comparten con los amigos.
Muchas de estas chicas aguantan y aguantan hasta que oímos una noticia de un nuevo suicidio. Otras generalizan, incluso, estas conductas de dominancia y tiranía a su vida no sexual. Y en otros casos se comportan con sumisión, habiendo interiorizado el papel del hombre como superior.
Existe en estas jóvenes una interiorización de valía como persona basada en el éxito sexual, conquistas y número de "polvos". Es así y así lo verbalizan en la consulta. Hay que sobrevivir en el grupo que te ha tocado. Unas lo viven con convencimiento y otras con sometimiento, pero "son las normas" explícitas o implícitas.
Hay una conceptualización aberrante, en muchos casos, sobre las manifestaciones sexuales válidas y mínimas para conseguir un estatus dentro de un grupo y un estatus en el propio autoconcepto.
Si combinamos este tipo de personalidad "susceptible", aún en formación por la edad, marcada por factores genéticos, con la influencia de factores contextuales, educacionales y de experiencias propias y vistas en sus iguales, obtenemos comportamientos con convencimiento propio (y eso es lo peor) o marcados por el grupo, denotando una autoestima muy pobre.
Ciertas conductas sexuales y roles, como digo, interiorizados, empiezan de forma similar al primer cigarrillo, que es aversivo y te produce sensaciones de "no, no", pero que repitiendo van adquiriendo tolerancia y aprobación por el grupo. Algunas de estas, en forma extrema, terminarán con la expresión de la posesión del otro, superioridad, humillación, anulación y violación de otra persona. En este caso, de una o más chicas, como está ocurriendo. Y esto va a ser un suma y sigue, como estamos viendo.
Despersonalización
La forma de relacionarnos durante la pandemia ha intensificado la despersonalización a través de las aplicaciones móviles de contactos. Se ha intensificado el consumo de pornografía, ahora ya a todas horas y en cualquier sitio, porque el móvil te da todo. Y es que parece que lo de fácil acceso no debe ser malo cuando lo encuentro por todos sitios. Es un bucle porque entre ellos se refuerzan, siguen practicando, siguen viendo el mismo porno, nadie les explica, nadie rompe el círculo…
Ellas consienten porque ven el consentimiento de sus amigas y de la tía de la película, que es "la que sabe y me enseña". Esa gime cuando la aprietan el cuello o la tiran del pelo, parecen excitadas cuando les pegan, cuando las atan (y no como fantasía y juego sexual unido al respeto). Dan por hecho que debe ser así, a excepción del malestar que pueden sentir al hacer realmente algo que no es ni lo normal ni lo digno, para empezar, porque muchas chicas, como es normal, se sienten mal al hacerlo. Pero que se obligan para no ser ni rancias ni raras. Lo peor de todo es que serán las relaciones sexuales normales del presente y del futuro, con violaciones incluidas, consentidas o no, pero violaciones. ¿Y el romanticismo? ¿Qué es eso? Pues lo ven como mariconadas de rancios.
Independientemente de la autoestima, que es fundamental, es imprescindible ya mismo una educación en sexualidad, valores, inteligencia emocional, apegos, dependencias emocionales y autoconcepto en colegios e institutos y en casa. Y sobre todo una educación y formación hecha por profesionales de la psicología y de la sexualidad que son, en este caso, quienes más aséptica y objetivamente van a verter contenidos que pueden liberar o marcar permanentemente con conceptos tan importantes como estos. Y no solo para protegernos psicológica y físicamente, sino para tener unas estrategias de afrontamiento en situaciones difíciles de cualquier tipo en la vida.
No sirve el mejor profesor en este caso, ni la persona más liberal, ni los religiosos. No, no va por aquí el tema ni la forma. Se trata de educar y modelar la forma de ser (que no cambiarla) en base a información objetiva. Hay que informar sobre lo que debe y no debe ser y cómo debería ser. Saber "decir no" y poner límites cuando algo no nos gusta o nos incomoda, con la seguridad de que es así, hace todo más fácil y con el consiguiente refuerzo y protección de la autoestima.
Se ha creado un mundo paralelo al que debería ser, con sus normas establecidas y defendidas a muerte en muchos casos. Con necesidades obsesivas o psicóticas de este tipo de prácticas, llegando al maltrato, violaciones e incluso la muerte. Es que muchos sienten lo que hacen y lo repetirían. Esto es lo grave: la interiorización de sus conductas y la gratificación que obtienen cada vez que tienen sexo.
En muchos de los casos de suicidio en la adolescencia, como decía antes, están estos temas, callados. El silencio y el pensamiento en la incomprensión del entorno, de tus padres, que incluso te pueden tachar de guarra y culpable, y la incapacidad y vergüenza de comentar en otros ámbitos hacen que prefieran desaparecer. Es imprescindible la educación desde la infancia, no cuando ya existe un problema que está impregnando el ADN de la personalidad.
Amor y respeto
El amor y el respeto no se demuestra con sexo, ni sumisión ni obediencia. Que la sexualidad es consensuada y libre en prácticas. Que decir no y poner límites no es ser menos, peor ni distinta. Que incluso esto te da valor, siempre, aunque en principio anticipes o sientas rechazo.
Podría hacer referencia (con caras y expresiones) a algunas chicas sintiendo el temor de no hacer lo que dicta la líder, el grupo o lo que le pide el tío de turno sexualmente. Con la más absoluta de las indefensiones físicas y psicológicas, lloran y tiemblan de impotencia y miedo.
Los padres, por favor, que estén pendientes de los móviles y ordenadores de sus hijos, que hablen explícitamente de sexo, aunque sé que a muchos de ellos les cuesta, por educación y por falta de costumbre. Que hagan sentir a sus hijos e hijas un apoyo en ellos y no una crítica.
Este tema da para mucho más y es necesaria la conciencia de que esto no depende de una clase social o económica. Depende de una educación e información objetiva y práctica. Una información constante que compita con lo que ya vemos que sexualmente se ha establecido en la forma de ver y practicar la sexualidad.