Toledo es tierra de buenos ciclistas. Federico Martín Bahamontes, en 1959, fue el primer español en ganar el Tour de Francia y ahora, 64 años después, otro toledano está dispuesto a completar otra hazaña impresionante: recorrer de un tirón y sin descanso los 600 kilómetros que separan Los Navalucillos de la localidad vizcaína de Elantxobe.
La gran diferencia es que esta última proeza será afrontada por un ciclista aficionado, David Mejías, que ha pasado "un invierno de frío y miseria" preparándose a conciencia para completar el reto. Saldrá de Los Navalucillos el próximo martes 25 de abril a las 7:00 horas de la mañana y espera llegar a orillas del mar Cantábrico en torno a las 19:00 horas del día siguiente. Es decir, 36 horas pedaleando sin parar... y sin dormir. Eso siempre que no tenga el viento de cara, circunstancia que le complicaría y retrasaría mucho.
Mejías, que trabaja como bombero forestal, ha contado a este periódico que lleva haciendo deporte "toda la vida", pero que fue el pasado otoño -después de la temporada de incendios- cuando comenzó a ponerse a punto con el objetivo de llegar en bicicleta sin descanso desde su pueblo hasta Elantxobe, una preciosa localidad vasca a la que tiene "mucho cariño" y en la que cuenta con un grupo de amigos.
"Empecé a entrenar en octubre y, aunque antes competía, llevaba mucho tiempo sin coger la bici. Poco a poco fui aumentando la intensidad y los kilómetros. Desde diciembre había un día a la semana que hacía una tirada larga, empezando por 100 kilómetros, luego 125 y así, hasta que en febrero ya hacía 200, en marzo 300 y las últimas semanas he hecho entre 300 y 400", cuenta.
¿Pero podrá completar los 600 kilómetros que separan Los Navalucillos de Elantxobe? David cree que sí, aunque sean 200 más de los que haya hecho nunca antes. Asegura que ha acabado "bien" los entrenamientos en los que ha recorrido 400 kilómetros y, además, está seguro de que el tener en mente el objetivo de llegar hasta la meta le va a dar "alas" en la última fase del reto.
La cabeza, fundamental
"Como no te funcione la cabeza no lo consigues, por muy bien que estés físicamente", explica el ciclista toledano, que hace unos años ya pedaleó sin parar hasta Valencia. Aunque en esta ocasión va con la tranquilidad de haber reconocido hace algunas semanas el recorrido a bordo de una furgoneta -"lo llevo estudiado", dice- no esconde el respeto que le tiene a circular de noche "por la zona de Burgos, donde paso por pueblos muy pequeñitos en los que va a estar todo cerrado".
Por eso, solo durante el tramo nocturno, su novia le acompañará a bordo de un coche con algo de agua y comida. "Durante el día no necesito apoyo. Voy a ir solo", cuenta David, que llegará desde Toledo hasta el País Vasco evitando las autovías. Combatirá el sueño a base de café, té y "algún Red Bull" porque, tal y como ha podido comprobar durante sus duros entrenamientos, "te duermes encima de la bici".
Preguntado sobre la fecha elegida para completar la hazaña, explica que lo hace cuando se siente preparado y evitando los fines de semana, a consecuencia de una mala experiencia que tuvo un sábado por la noche durante su preparación. "En una carretera que me dieron sustos. Varios coches estuvieron a punto de atropellarme porque iban como locos". Y es que, según cree, los conductores no iban en condiciones óptimas después de haber pasado varias horas de fiesta. Espera que ese riesgo añadido no exista durante la madrugada de un miércoles.
Reto ecologista
David Mejías ha contado con la colaboración del Club deportivo Cerro del Bú, Rutas La Botija y Ecologistas en Acción Toledo, organización que mediante una nota de prensa ha recordado que "el uso de la bicicleta en nuestros desplazamientos ordinarios es una de las mejores opciones a la hora de conseguir un modelo de movilidad y transporte sostenible" puesto que "minimiza las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático", además de suponer "una mejora sustancial de la salud pública".
El deportista de Los Navalucillos ya se imagina llegando el miércoles por la tarde, después de un esfuerzo titánico, al puerto de Elantxobe. Allí le esperarán sus amigos y lo celebrarán, si todo ha ido bien, en el bar de uno de ellos.