En pleno barrio de la Judería de Toledo se encuentra uno de los alojamientos más especiales de la ciudad, el hotel San Juan de los Reyes. Precisamente su privilegiada situación a pocos metros del monasterio del que 'copió' su nombre y rodeado de monumentos tan conocidos y visitados como el Museo Sefardí o la Sinagoga del Tránsito, le han convertido, desde que abrió sus puertas en 2003, en lugar de referencia para los que visitan la Ciudad Imperial.
Sin embargo, lo que muchos de estos visitantes no sabrán es que está construido en un edificio histórico, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1996, y que antiguamente acogió una fábrica de harinas, mazapanes y dulces, aunque en un primer momento su uso estaba destinado a la fabricación de cuchillería.
Esta curiosa historia ha sido repasada recientemente por Eduardo Sánchez Butragueño en su blog Toledo Olvidado. El actual director de la Real Fundación Toledo cuenta cómo en 1889 el edificio del actual hotel fue levantado con la idea de albergar una fábrica de cuchillería promovida por los hermanos Mariano y Nicolás Garrido, como narra Rafael del Cerro Malagón en su obra Arquitectura industrial en el Toledo del siglo XIX.
El arquitecto, Luis Moraleda, ideó un espacio diáfano con columnas de hierro fundido, un corral triangular que serviría de depósito de materiales y un lugar adecuado para aposentar el motor de vapor. La cubierta, diseñada a dos aguas y coronada por teja plana, aun está sujeta por la armadura metálica original. Para ello fue necesario emplear una manzana entera de terreno obligando a la demolición de algunas casas.
Pero como avanzábamos, su uso como fábrica de cuchillería fue efímero. En 1905 cesó su actividad y a continuación el inmueble fue adquirido por la empresa Castro y Compañía, que instaló en él la popular fábrica de harinas San José. Los nuevos dueños aprovecharon para hacer varias ampliaciones en la parte izquierda a partir de un pequeño patio que existía y en la parte posterior para acondicionar una cochera, como remarca Sánchez Butragueño.
Conforme fue avanzando el siglo XX, la fábrica de harinas San José se convirtió en una de las empresas más conocidas de Toledo. No en vano, además de producir harina, en estas instalaciones también se elaboraban dulces y los famosos mazapanes de la ciudad.
Una nueva vida como hotel
La fábrica de harinas se mantuvo en funcionamiento durante décadas e incluso vio nacer el siglo XXI ya declarada como BIC en la categoría de monumento. Su nuevo uso arrancó en 2003 después de las obras de adecuación que los convirtieron en un hotel de cuatro estrellas.
El encanto de este exponente de la arquitectura industrial de Toledo se mantiene en una instalación que además de alojamiento también ofrece tres salones para acoger diferentes eventos.
No obstante, el guiño más reconocible que hace el hotel a su anterior uso se encuentra en el restaurante que precisamente se llama La Fábrica de Harinas. En él, presentan una oferta de platos toledanos de corte tradicional adaptados a la actualidad, pero "sin perder la esencia de aquello que hizo sobrevivir las recetas al paso de los años".
Buen ejemplo de ello es el canelón de perdiz a la toledana de Montes de Toledo, el lomo de ciervo asado en hierbas de monte, yogur y frutos rojos, las carcamusas La Fábrica hechas con carrillera ibérica en guiso de tomate y jamón ibérico, o el pastel de queso manchego tierno y helado de tomillo.