La psicóloga y sexóloga toledana Ana M. Ángel Esteban.

La psicóloga y sexóloga toledana Ana M. Ángel Esteban.

Vivir

Qué estados emocionales influyen en la salud: así nos creamos enfermedades o las curamos

Un artículo de la psicóloga y sexóloga toledana Ana M. Ángel Esteban.

11 abril, 2024 14:52

¿Quién no ha oído hablar de las enfermedades psicosomáticas? Muchos se preguntan qué es eso y otros, directamente, dan por hecho que son "enfermedades inventadas" por quien las padece.

Muchos dicen "es que te escuchas demasiado" o "eso es de los nervios", dando por hecho que no es real, y otros piensan que "menudo caradura ahora con los dolores". Y es que a todo lo que se le llama "psicosomático" se le atribuye erróneamente una carga importante de enfermedad mental, ya que todo lo psicológico suele estar aún un poco mal visto por la sociedad, sobre todo por quien no lo ha sufrido.

Estoy interesándome mucho y profundamente en estos temas, en la relación "misteriosa" que hay entre algunas emociones y el funcionamiento del sistema inmunológico y viceversa, porque ambos son estrechos compañeros de viaje.

Muchas personas aún siguen pensando que las enfermedades solo llegan por la edad, "porque tienen que pasar y a unos les toca y a otros no", y puede que en algunos casos esto sea así, pero en otros la genética no perdona y todos llevamos escrita la predisposición a padecer algunas enfermedades.

Existe "otro mundo" paralelo protagonista que hace que todo se altere y que aparezcan nuevas enfermedades y/o empeoren las ya existentes: el mundo emocional. Los estados emocionales tienen un peso importantísimo en nuestra salud física. El estrés mantenido, sobre todo, se traduce en síntomas físicos reales aislados, y hasta en enfermedades crónicas.

Algunas de estas enfermedades tendrán como tratamiento principal el control de esas emociones subyacentes, control que mejorará o resolverá la enfermedad en sí. Pero esto parece cosa de brujos para quienes, repito, son escépticos de los psicológico y de la gran influencia de este mundo emocional en muchas enfermedades.

Tres "cerebros"

Vamos a partir de que no solo tenemos un cerebro, el que hay en la cabeza, no. Tenemos tres cerebros, uno dentro del cráneo, otro en el aparato digestivo y otro en el corazón. Y en los tres hay presencia de neuronas, muchísimas neuronas, sobre todo en el cerebro craneal, en el intestinal y en las plaquetas. ¡Curioso!

En los tres cerebros se segrega la tan importante serotonina, responsable del bienestar, tranquilidad, actitud positiva… Precisamente la prescripción de antidepresivos lo que busca es que haya más serotonina para conseguir este efecto chute y efecto relax, y por eso también se ha visto que farmacológicamente estos antidepresivos mejoran.

Se tiende a recetar más y más antidepresivos cuando, en la mayoría de situaciones, un autocontrol emocional y una reeducación emocional y conductual va a resolver este cuadro de alteración psicológica y funcionamiento fisiológico. Así mejoran los síntomas del colon irritable, los de la fibromialgia, alergias, asma… En los que en ocasiones no se encuentra un alergeno, por ejemplo, o un detonante físico objetivo de tales síntomas.  Esta es la razón por la que los principales síntomas psicosomáticos, creados por la influencia emocional, se producen en estos tres sitios: cerebro, intestino y corazón.

Esto, unido al sistema inmunológico, que se ve seriamente alterado por procesos emocionales, se va a ir tramando una sintomatología física y más específicamente psicosomática, que va a ser el resultado de la constante interacción "cerebros" y cuerpo. El sistema inmunológico junto con el emocional van a ser la madre del cordero. La microbiota, ese mundo de microorganismos buenos que están en el intestino, a los que tenemos que cuidar y alimentar, también tienen su papel de peso en lo fisiológico y en lo emocional, y viceversa.

Las emociones, las grandes responsables

Las emociones son las grandes responsables, en muchas ocasiones, de que el sistema inmunológico desvaríe y se produzcan muchas de las enfermedades que actualmente se manifiestan y a las que antes hacia referencia, como alergias, cansancio, fibromialgia, dolores crónicos, colon irritable, algunas enfermedades autoinmunes y otras enfermedades mucho más importantes.

Tengamos en cuenta que la deficitaria o sobreestimulada función del sistema inmunológico está en la raíz de muchísimas enfermedades y una deficitaria o hiperestimulada respuesta, como consecuencia del ánimo. Es esencial, por ejemplo, en la identificación y ataque a células malignas precursoras de un cáncer.

Por otra parte, hay muchos estudios recientes que hablan del estrés y la neuroinflamación, que haría que el cerebro tuviese dificultades en los procesos cognitivos, en la resolución de problemas, en poner en marcha mecanismos de acción para controlar el propio estrés, en que apareciesen alteraciones emocionales como la ansiedad y la depresión... Lo que haría a su vez que se perpetuase un círculo vicioso en el que el estrés subjetivo empeorase, ese malestar interior que no te deja y que no para, porque el estrés nos crea la sensación de la imposibilidad de hacer frente a algo, la sobrecarga, la indefensión, el agotamiento... y más.

Yendo a por las emociones más dañinas y que crean enfermedad, tenemos:

- El estrés mantenido: Aquí seguimos. Es fatal, de lo peor. El estrés mantenido genera una inflamación crónica de bajo grado capaz de alterar estos tres sistemas diana. Aumenta los niveles de cortisol, la hormona del estrés, con todos sus efectos tan perjudiciales tanto a nivel endocrino, sobre todo sobre la diabetes y el aumento de peso, como cardiaco, digestivo, psicológico….De hecho, cuando estás en tratamiento con corticoides de forma prolongada, la variación en la dosis produce una labilidad emocional sin causa exterior ni psicológica identificable, por lo que en muchas ocasiones a este tratamiento largo con corticoides se le suele asociar algun atratamineto antidepresivo y/o ansiolítico.

- La ansiedad: además de generar tensión muscular y dolor crónico (quien tiene dolor habitualmente está sin ganas de nada o con una mala leche que ni uno mismo se soporta), puede contribuir al desarrollo de problemas como la hipertensión arterial y, como consecuencia, riesgo de derrames cerebrales y ataques cardíacos. A nivel digestivo cuando se habla de las gastritis de causa desconocida, problemas de acidez, indigestiones, colon irritable, problemas en la piel como psoriasis y dermatitis atópicas, sobre todo.

- La depresión: otra emoción determinante. No solo es un estado en el que estamos bajo cero de energías y en el que nada tiene sentido, sino que es una causa importante de disminución en el funcionamiento del sistema inmune y de mantener enfermedades crónicas, y de dar lugar a cánceres.

- La ira: es terrible. Es un potente estado emocional que nos mantiene en constante desagrado, rabia, hostilidad y frustración y que también será responsable de problemas como los anteriormente mencionados. Esta emoción, que produce reacciones de lucha o huida, vuelve a liberar hormonas como la adrenalina y el cortisol, teniendo un impacto directo sobre nuestro sistema cardiovascular. Además, ejerce efectos sobre nuestro sistema digestivo, alterando la digestión y la absorción de algunos alimentos. Esta ira influye en la cronicidad de algunas enfermedades y en el peor manejo. Por ejemplo, en la enfermedad de Crohn y colon irritable.

A nivel interacciones sociales, con la frustración y hostilidad que conlleva este estado, hace muy muy difícil poder relacionarse de forma adaptativa sin generar respuestas de defensa y un ambiente bastante desagradable y tóxico. Crea conflicto y hace imposible tener relaciones saludables. ¡Para salir corriendo!

El estrés también influye a nivel endocrino dificultando el control de los niveles de azúcar en las personas diabéticas, por ejemplo. El estrés influye en los impulsos hacia la comida y en situaciones críticas se usa comer como forma de "tranquilizarnos", tendiendo a una ingesta compulsiva, además poco saludable, como comidas más azucaradas, con más grasas… De esas que todos nos sabemos y que a casi todos nos encantan.

-La soledad: además de generar una sensación de vacío emocional, influye de forma poderosa también en nuestro sistema inmunológico disminuyendo la inmunidad, sobre todo la actividad de unas células que se llaman natural killer (NK). Las respuestas antitumorales disminuyen en las personas que se sienten solas. Y aunque sea una soledad elegida, en la que estás orgulloso de tu independencia, también se siente la necesidad del contacto emocional.

Recientes estudios sobre este estado emocional en Reino Unido muestran que la soledad aumenta en un 25 % el riesgo de morir en los siguientes 10 años. En las parejas, sobre todo mayores, que tienen una buena relación, la muerte de uno de ellos aumenta en un 18 % el riesgo de que el otro fallezca en un futuro inmediato.

Las relaciones sociales para paliar esta pena han de ser bien elegidas, porque tener amigos íntimos o personas cercanas deprimidas ejerce un efecto contagio que hace más probable que tú también lo estés.

Se ha visto también que cuanto más traumática o con sucesos negativos y falta de apego es la infancia, también es más probable tener enfermedades autoinmunes (alergias, asma, ansiedad y depresión) en la edad adulta. El bullying, por ejemplo, produce neuroinflamación que justifica todo el arsenal emocional negativo, y viceversa, que se produce en el niño o adolescente.

El ruido también produce estrés y, a su vez, trastornos del sueño. Un estresor continuo, físico o emocional, produce una activación crónica del sistema nervioso simpático y un desagrado físico, ansiedad incontrolada y como antes decíamos depresión del sistema inmunológico. ¡Y vuelta a empezar!

¿Qué hacer para mitigar todo esto?

¿Y qué podemos hacer para mitigar todo esto, para mejorar nuestro estado emocional y nuestro sistema inmunológico?

Es primordial que predomine la actividad, en condiciones normales, del sistema nervioso parasimpático, donde la principal actuación se da a través de la activación del nervio vago, relajación y normalización del funcionamiento del aparato cardiovascular, gastrointestinal, genitourinario y respiratorio, sobre todo. La activación del nervio vago es antiinflamatoria y ansiolítica. IMPORTANTE.

A través de la actividad vagal, la liberación de endorfinas y la secreción de serotonina, el sistema nervioso y el inmunológico están bastante protegidos y protegidos también nosotros.

¿Cómo conseguimos activar estos tres elementos? Pues muy sencillo: a través del ejercicio físico aeróbico, aunque sea tan solo durante 20 minutos, como caminar rapidito o bailar, porque la música también activa circuitos neuronales de gratificación; a través de ejercicios de relajación como el yoga; consumiendo chocolate negro o caco puro en ayunas; escuchando los sonidos de la naturaleza, el mar, el aire o los pájaros; tomando el sol, que es muy gratificante y activa los circuitos de la dopamina; abrazando, acariciando, besando, sintiéndose querido y queriendo.

Tener amigos con estas características y un/una compañero/a de vida positivo con quien tengamos esto (amor, positividad y risas) es una garantía de salud, mejora el ánimo sí o sí y, por ende, es un gran premio para nuestro sistema inmune. Esto es también MUY IMPORTANTE: CADA DÍA CON ALGUIEN POSITIVO, NO TIENE PRECIO.

Ah, y las mascotas, nuestras incondicionales en lo bueno y en lo malo. Esas también son reconocidas y apreciadas por nuestro sistema inmune y emocional. ¡Qué haría yo sin "mi Antonio" de cuatro patitas!

Así que todo esto, tan fácil y tan al alcance, puede mejorar y hasta curar enfermedades con base psicológica y en las que el sistema inmunológico está marcando sus normas de forma alterada. Pues manos a la obra ¿no?