El mejor municipio enoturístico de España está en la provincia de Ciudad Real y es Tomelloso, una localidad cuya seña de identidad siempre ha sido el vino. Y si no que se lo pregunten a los miles de visitantes que año tras año disfrutan del destino vitivinícola por excelencia.
Espectaculares bodegas, bombos, chimieneas y cuevas -concretamente son 2.500 las que perduran bajo su subsuelo- hacen de este lugar uno de los más llamativos del país. De hecho, esta última peculiaridad ha convertido al municipio en un museo vitivinícola subterráneo único y, a su vez, en el mayor tesoro oculto de La Mancha.
No hay duda de que cualquier amante del buen vino debe explorar Tomelloso para saborear sus distintos jugos de uva y enamorarse de su patrimonio e historia. Por ello, no es casualidad que la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin) haya reconocido a este lugar como el ‘mejor municipio enoturístico’, aunque para no perderse nada es necesario definir una hoja de ruta y comprobar de primera mano por qué este enclave manchego ha recibido tal galardón.
Una docena de bodegas
En la variedad está el gusto y en Tomelloso hay mucho donde elegir. El turista puede escoger entre una docena de bodegas que visitar y, al mismo tiempo, saborear una amplia gama de varietales que reposan en las barricas de madera. Todas las añadas son exquisitas gracias a la infinidad de hileras de viñedo, cuidadas y mimadas hasta el último sarmiento.
Cuando uno ya ha saboreado hasta la última gota de su copa es el momento de adentrarse en el mundo cultural y, para ello, nada mejor que visitar los emblemas más característicos de la ciudad. Destacan los bombos, unas famosas cimentaciones que servían antiguamente como refugio para agricultores y animales, así como para guardar las herramientas agrícolas. Están levantados de forma natural con la piedra del lugar, desenterrada por el arado y amontonada en las lindes y sólo se pueden encontrar aquí.
Un total de 2.500 cuevas
Una vez visto paisaje natural, la primera parada de obligado cumplimiento en la zona urbana son las cuevas, el mayor patrionio de Tomelloso. Hay un total de 2.500 y casi todas ellas se empezaron a construir bajo las casas en 1.820 tanto para elaborar como para almacenar vino. Llaman la atención porque son espacios subterráneos realizados por la acción humana.
También destacan las chimeneas, edificios de hasta 40 metros de altura que se encuentran en diferentes puntos de la ciudad. Estas edificaciones estaban situadas junto a las grandes torres de destilación del vino y servían para la salida del humo de las grandes calderas. En torno al año 1.950 había 60 destilerías y un centenar de chimeneas y, atualmente, se conservan 19 grandes y 13 pequeñas.
Por último, se pueden visitar el Museo del Carro y Aperos de Labranza, el Museo Antonio López o la Posada de los Portales, entre otros espacios, que pondrán la guinda perfecta a una aventura por el mejor municipio enoturístico de España.