A diferencia del gazpacho andaluz, los gazpachos manchegos son un guiso caldoso tradicional elaborado con trozos de torta de cenceña manchega, carne de conejo o pollo, pan, pimiento, ajo y especias. Un plato consistente que se remonta a tiempos antiguos, cuando los pastores y campesinos de la región preparaban comida caliente para alimentarse durante largas jornadas de trabajo.
Los gazpachos manchegos se convirtieron en uno de los platos más populares de La Mancha y, con el paso del tiempo, su receta se fue transmitiendo de generación en generación, adaptándose a los ingredientes disponibles y a los gustos personales de cada familia. Hoy en día sigue siendo un plato emblemático de la gastronomía española y se disfruta en muchas zonas del país.
En Castilla-La Mancha, los mejores gazpachos manchegos se sirven en el Mesón de Pincelín, un restaurante situado en Almansa (Albacete) que abrió sus puertas en el año 1952 y que sorprende tanto por su ambiente como su impecable montaje. Es un gran clásico.
Este local fue fundado por Pascual Blanco y Josefa Ruano, su esposa. Juntos transformaron lo que era un pequeño bar en uno de los restaurantes más reconocidos en la provincia, frecuentado por multitud de turistas que acuden de todos los puntos de España a degustar sus platos más tradicionales. De hecho, es uno de los tres establecimientos de Albacete recomendados por la Guía Michelin 2024.
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"Aquí nuestros clientes son nuestros amigos y parte de nuestra familia. Por eso en esta casa siempre tendremos una silla preparada para que se puedan sentar a compartir mesa con nosotros", relatan en su página web.
El Mesón de Pincelín dispone de una amplia carta de gusto regional en la que destacan los guisos de la señora Josefa. Entre ellos, el plato más demandado son los gazpachos, y tienen dos versiones. Un de ellas lleva conejo, pollo de corral, pichón, níscalos y caracoles (16,95 euros); y la otra, rape, atún, gambas, almejas finas y ajos tiernos (21 euros).