Castilla-La Mancha es muy conocida por su patrimonio cultural, sus pueblos llenos de encanto y sus bonitos paisajes, pero si hay algo que destaca por encima del resto es su gastronomía, tradicional, auténtica y llena de sabor.

Son muchas las recetas de la región que han transcendido a lo largo de los años y que se siguen preparando con mimo y esmero en muchos rincones. Por eso no es de extrañar que todo el mundo que visita la comunidad autónoma se enamore de su cocina, compuesta por deliciosos platos que son difíciles de encontrar en el resto de España.

Uno de ellos, y posiblemente el que menos gente conoce fuera de nuestras fronteras, es el atascaburras, un plato tradicional de lugares fríos que se suele comer cuando caen las primeras nieves de invierno, sobre todo en la provincia de Albacete, en Cuenca y en algunos pueblos de Toledo

Atascaburras.

El atascaburras, también denominado ajo mortero, está elaborado a base de bacalao desalado, aceite de oliva, huevos duros, ajo y patata. Tiene un aspecto parecido al de una mousse, con una textura de puré de sabor contundente. Se sirve adornado con nueces y con rodajas de huevo cocido como decoración.

La tradición manda prepararlo en un mortero, machando ahí los ajos refritos, seguido de la patata cocida. Para terminar, se incorpora el bacalao hasta que quede una masa homogénea donde todo esté bien integrado. 

¿Quién lo inventó?

Cuentan que sus creadores fueron dos pastores que se quedaron aislados tras una nevada y que, sin otra posibilidad que añadir a un cocido unas patatas y unas espinas de bacalao, vertieron aceite de oliva y lo machacaron fuertemente para evitar las durezas.

Tras comerlo, dijeron que era una comida que "harta hasta a las burras", y de ahí le viene el nombre. Existen referencias escritas de este plato desde el siglo XVII