Pocas cosas alegran el alma y calientan el cuerpo como un buen tazón de chocolate caliente acompañado de unos churros artesanos y de calidad. Este dulce es ya un producto emblemático en toda la cultura española, especialmente en los momentos más fríos del año.
Comer chocolate con churros es, sin duda, uno de los placeres de la vida. Nadie se puede resistir a este alimento que apetece a cualquier hora del día, bien sea para desayunar, merendar e incluso cenar. Y Toledo destaca por tener una de las churrerías mejor valoradas de España.
"Puede pasar desapercibido para el ojo inexperto, pero algo serio se cuece -o se fríe, mejor dicho- en el Kiosco Catalino, con unos churros finos, muy crujientes, de gran delicadeza y con la grasa justa que piden una y otra vez una inmersión en chocolate caliente", relata National Geographic, que ha incluido el chocolate con churros de este local en su ranking de los mejores de país.
Un punto de encuentro
"Frente a la Puerta de la Bisagra, en el corazón de Toledo, este pequeño templo del frito (y del chocolate) se ha hecho un hueco en la vida de los toledanos y los turistas con un desayuno que vale un imperio", añade la revista.