La arquitectura modernista fue una de las vanguardias marcaron el final del siglo XIX y comienzos del XX. Su máximo exponente lo podemos encontrar en la Sagrada Familia de Barcelona, la impresionante obra de Antoni Gaudí que todavía hoy continúa inacabada pero que año tras año se corona como uno de los monumentos más visitados de todo el país. Sin embargo, lo que no es tan conocido es que muy cerca de Madrid, en la localidad de Huerta de Valdecarábanos (Toledo) existe otra pequeña joya modernista diseñada por un discípulo de Gaudí, Jesús Carrasco-Muñoz.
Se trata de la ermita de Nuestra Señora del Rosario de Pastores, un edificio religioso situado a las afueras de esta localidad toledana famosa durante siglos por su intensa actividad agrícola y ganadera, donde la originalidad en su construcción y en su decoración llaman poderosamente la atención.
Más allá del modernismo predominante, este templo que fue inaugurado en 1910 también posee elementos de otros estilos como una cúpula de corte bizantino o un pináculo y unos contrafuertes que recuerdan al gótico y al románico.
La ermita se asienta sobre una planta rectangular de una sola nave dividida por cinco arcos. El primer tramo de la nave se corresponde con el altar mayor y se cierra con el retablo y el camarín de la Vigen del Rosario de Pastores, mientras que en el lado de la Epístola descansan los restos de los promotores del templo.
Una de las anécdotas más curiosas de su construcción tuvo que ver con el mármol que se empleó, procedente de Carrara (Italia). Según cuentan desde la Hermandad de la Virgen del Rosario de Pastores, el primer envío debía llegar en un barco pero se extravió, por lo que tuvieron que ejecutar un segundo envío. Al poco de recibir ese segundo envío, fue localizado el que se había perdido que finalmente se utilizó en la casa de los hermanos que costeraron las obras.
En el exterior, además de sus volúmenes y altura, también destaca su friso, recorrido por decoración vegetal y medallones con relieves donde pueden observarse escenas de los Misterios Gozosos del Rosario.
En cuanto a la torre, elemento que más destaca del edificio, consta de tres cuerpos: el primero macizo hecho con mampostería y ladrillo, el segundo con ventanas de medio punto donde se sitúan las campanas y por último un chapitel piramidal sobre el que se abren seis buhardillas. El final de la torre es un cimborrio cúbico que coincide exactamente con el camarín de la Virgen.
Otro de los elementos que se hacen destacar en esta ermita son sus vidrieras. Sobre tonos azules, ámbar, roja y rojo se puede observar la clara influencia francesa de Jules Maumejean, cuyo taller también trabajó en la restauración de la vidrieras de la Catedral de Burgos.