Seis candidatos pugnan en el País Vasco por obtener representación parlamentaria el 25-S. Sólo esos seis, pertenecientes al PNV, EH Bildu, PSE-EE , PP, Podemos y Ciudadanos, tienen posibilidades reales de acceder al Parlamento Vasco y de que sus partidos ocupen sus 75 escaños. Y únicamente uno de ellos, el actual lehendakari, Iñigo Urkullu, repite como cabeza de lista de su formación. Los otro cinco aspirantes a la presidencia del Gobierno vasco son rostros nuevos en esta contienda e incluso alguno, como el de Pili Zabala, se estrena en la arena política vasca.
¿Por qué del cartel electoral de hace cuatro años sólo ha sobrevivido el aspirante a la reelección por el PNV? ¿Obedece a que el resto de partidos y coaliciones han sometido sus liderazgos a grandes procesos de renovación ? No necesariamente. Hay cambios forzados, impuestos por crisis internas, como el del PP. Hay otros obligados por causas ajenas a la dinámica de la organización política, como el de EH Bildu, que aún hoy mantiene la ficción de Arnaldo Otegi como candidato pese a que el líder independentista ha quedado excluido de las urnas.
Éstas son las claves de que Urkullu lidie en estas elecciones con adversarios políticos con los que no se había medido antes en las urnas y de que haya caras prácticamente desconocidas para el gran público vasco.
EL “SOBERANISTA PRAGMÁTICO”
Cuatro años de estancia en Ajuria Enea y con una proyección mediática constante de perfil moderado y de buen gestor, dentro y fuera del País Vasco, convertían a Íñigo Urkullu en el mejor de los candidatos posibles para el PNV, que ha logrado coincidiendo con su mandato alcanzar su máxima cuota de poder institucional dentro de la comunidad autónoma.
El partido, en una situación de gran calma interna, considera a Urkullu su principal activo electoral. Lo prueba el personalismo con el que se ha diseñado la campaña, que gira prácticamente en torno a su relevante protagonista, con el que ha conseguido dejar atrás la etapa de turbulencias por la que atravesó con su anterior lehendakari, Juan José Ibarretxe.
El PNV aprovechó el Aberri Eguna (Día de la patria vasca) de este año para iniciar en marzo la carrera electoral. El EBB propuso a Íñigo Urkullu Renteria (Alonsotegi, Bizkaia, 1961) como candidato a lehendakari y se inició el laborioso proceso, más formal que real, de doble vuelta de consulta a las bases, que le ratificaron por unanimidad. La proclamación se produjo en el Palacio Europa de Vitoria, y no en Bilbao como en 2012. Era el anticipo de que en esta ocasión encabezaría la lista por Álava y no por Bizkaia, ante la necesidad de reforzar la candidatura jeltzale en el territorio donde la competencia es mayor y el PNV se resiente de la falta de un dirigente con carisma.
El partido, en una situación de gran calma interna, considera a Urkullu su principal activo electoral.
Desde que accedió a la presidencia del partido en 2007 y logró pacificar la organización, a Urkullu le acompaña una imagen de hombre moderado y de consenso que ha trasladado al Gobierno vasco. Desde allí ha defendido su apuesta por la transversalidad y la convivencia y logró compensar su minoría pactando con el PSE para sacar adelante los presupuestos. Una alianza que le ha permitido gobernar con cierta comodidad y sin sobresaltos, pese a sus 27 escaños, sin que a su grupo le haya impedido alcanzar acuerdos con EH Bildu en el Parlamento en materia identitaria o de vertebración territorial. Desde Ajuria Enea ha sabido también eludir la tentación de seguir los pasos de Cataluña y rehuir la huida hacia adelante de Convergencia en su enfrentamiento con el Estado.
Su partido explota en clave electoral su sobriedad y prudencia como tarjeta de presentación de estabilidad y equilibrio frente a aventuras arriesgadas. Él mismo se define como “independentista del siglo XXI” o “soberanista pragmático” en su defensa de la nación vasca para desligarse de la vía de unilateralidad y los planteamientos más radicales de la izquierda abertzale y atraer a esa gran electorado de centro, no necesariamente nacionalista, en donde encuentra el PNV un nada despreciable granero de votos.
DE MINTEGI A OTEGI Y A LARRIÓN
La coalición abertzale EH Bildu presentó como candidata a Lehendakari en 2012 a la profesora de la UPV, doctora en Psicología y licenciada en Historia, Laura Mintegi. Prácticamente desconocida hasta entonces, pronto se convirtió en el rostro independiente con el que Batasuna pretendía dejar atrás gran parte de su pasado para liderar desde Sortu un nuevo proyecto de acumulación de fuerzas junto a EA, Aralar y Alternativa (escisión de IU) en el Parlamento Vasco.
Fue elegida bajo la sombra de la provisionalidad ante la ausencia de Otegi, líder nato de la izquierda abertzale, cuya estancia en prisión le impedía presentarse a la elecciones. Mintegi abandonó la Cámara abruptamente en mitad de la legislatura para regresar a sus clases después de algunas intervenciones un tanto alejadas de la ortodoxia representada por Sortu, que ejercía gran control sobre el grupo parlamentario.
Un jueves de finales de julio de 2014 alegó “motivos personales” para renunciar a su escaño y se apartó de la esfera pública, en la que ha reaparecido esta campaña, donde cierra de modo simbólico la lista por Bizkaia. Mintegi no ha tenido inconveniente en insinuar ahora a las causas de su retirada, diciendo que EH Bildu adolecía de falta de democracia interna y de suficientes canales de participación.
Mintegi fue elegida bajo la sombra de la provisionalidad ante la ausencia de Otegi, líder nato de la izquierda abertzale, cuya estancia en prisión le impedía presentarse a la elecciones
Discrepara o no Mintegi, su reelección como aspirante a la Lehendakaritza hubiera estado comprometida por el regreso de Arnaldo Otegi, la esperanza de la izquierda abertzale para liderar la transformación iniciada en 2011 tras la legalización de Sortu, aglutinar al conjunto de siglas que integran la coalición aberztale, y recuperar las decenas de miles de votantes que han preferido a Podemos en las últimas citas electorales.
El traje de candidato al 25-S estaba reservado de antemano para Otegi, que abandonó la prisión el 1 de marzo y fue ratificado por las bases en un trámite que pasó del todo desapercibido. Tanto es así que la anunciada inhabilitación del líder independentista, condenado por pertenencia a ETA, no ha alterado los planes de campaña de EH Bildu. Su exclusión de las listas fue utilizada como clave estratégica desde el primer minuto y aunque su nombre no aparezca en ninguna papeleta la coalición abertzale mantendrá la ficción hasta el final.
Para hacerlo y no quitar el foco de Otegi administra al detalle los tiempos y los gestos antes de revelar quien le sustituirá en el debate de investidura y ocupará la portavocía del grupo parlamentario.
La mejor situada es la cabeza de lista por Álava, actual portavoz de EH Bildu en el Ayuntamiento de Vitoria, Miren Larrión (Legazpi, Gipuzkoa, 1969), otra profesora de la UPV. Doctora en Ingeniería Industrial y Medioambiental, se sentará en la silla reservada a Otegi en los debates más importantes de EiTB. Larrión irrumpió en política el año pasado y es conocida por su destacado papel en propiciar que la alcaldía de Vitoria recayera en el peneuvista Gorka Urtaran, con cinco ediles, desplazando al popular Javier Maroto, ganador con nueve de las elecciones en 2015.
DE PATXI LÓPEZ A IDOIA MENDIA
La socialista Idoia Mendia (Bilbao, 1965), licenciada en Derecho, no es una recién llegada. Procedente de familia nacionalista se afilió al PSE-EE en 1993 y desde entonces ha ido escalando peldaños en puestos orgánicos y cargos públicos. Fue concejal de Barria, parlamentaria vasca y consejera de Justicia y portavoz en el Ejecutivo de Patxi López, a quien sustituyó también en 2014 en el liderazgo del partido. Fue elegida candidata sin oposición alguna con el apoyo expreso de 2.872 avales, cinco veces más de los necesarios. La falta de otros candidatos hizo innecesarias las primarias y su nominación a la lehendakaritza en marzo fue la primera en hacerse pública.
Su promoción año y medio antes a la secretaria general fue respaldada igualmente con gran consenso interno, al obtener el 85,69% de los votos emitidos en el Congreso que cerró la etapa de Patxi López tras doce años al frente de los socialistas vascos.
López, el lehendakari autor del cambio en 2009, abandonó la política vasca después de que la fuerte caída en las elecciones europeas de cinco años después impusiera la tarea de una renovación en profundidad que atajara la curva descendente por la que se desplomaba el partido tras su salida del Gobierno vasco. Siguió la estela de Alfredo Pérez Rubalcaba y renunció a seguir dirigiendo el PSE-EE con las maletas ya hechas para dar el salto a la política española y postularse si nada se torcía para la secretaría general del PSOE, que acabó en manos de Pedro Sánchez .
La falta de otros candidatos hizo innecesarias las primarias y la nominación de Idoia Mendia a la lehendakaritza en marzo fue la primera en hacerse pública.
“Los nuevos tiempos exigen nuevas caras”, afirmó en su despedida. Y es verdad que el PSE-EE ha renovado a sus cabezas de lista en los tres territorios, situando a tres mujeres, aunque el proceso en los puestos inferiores se ha quedado a mitad de camino.
ALONSO RELEVA A BASAGOITI TRAS FRACASAR QUIROGA
El camino de no retorno emprendido por López no encuentra equivalencias en el Partido Popular y su actual candidato, Alfonso Alonso Aranegi (Vitoria 1967). Su carrera política en Madrid quedó interrumpida por una crisis profunda abierta en los populares vascos a raíz de la dimisión de Arantza Quiroga, a cuyo planteamiento y desenlace contribuyó de forma decisiva el exministro de Sanidad, que tuvo que regresar al País Vasco por expreso deseo de Mariano Rajoy y la imposibilidad de esquivar su responsabilidad con lo sucedido y sus consecuencias.
¿Quién se acuerda hoy de Antonio Basagoiti? Fue candidato por el PP a lehendakari en 2009 y 2012. Fue él quien hizo a López presidente del Gobierno vasco con el apoyo de los 13 escaños populares.
Otra vez los malos resultados electorales cosechados con posterioridad determinaron la renovación en el liderazgo dentro de uno de los dos grandes partidos constitucionalistas. Basagoiti acusaba el desgaste del acoso de ETA y una deuda familiar permanente que no fue saldada hasta que la caída en las autonómicas de 2012, el peor resultado desde 1990, le impulsó a dar un paso decisivo en su planteamiento de abandonar la política de forma definitiva.
Culminó su intención pocos meses después y en la primavera de 2013 cambió el escaño del Parlamento Vasco por un destino laboral en México dentro del grupo del Banco Santander. Antes de marcharse designó sucesora a Arantza Quiroga, que en buena lógica sería hoy la candidata a lehendakari del partido si no fuera por que la presidenta del PP, cuestionada desde Álava, dimitió de su cargo y se retiró de la política a finales de 2015, a escasos dos meses del 20-D.
¿Quién se acuerda hoy de Antonio Basagoiti? Fue candidato por el PP a lehendakari en 2009 y 2012. Fue él quien hizo a López presidente del Gobierno vasco con el apoyo de los 13 escaños populares.
Quiroga trató de que el partido modulase sus exigencias a la izquierda abertzale y sustituyese el término “condena” de ETA por una terminología más abierta. Chocó entonces contra la desautorización del partido alentada por Alonso. A éste no le quedó otro remedio que hacerse cargo, primero, de las riendas del PP vasco, y en inmediata consecuencia de la candidatura destinada a proponer una alternativa al nacionalismo de Urkullu. Para ello tuvo que frenar su ventajosa carrera en la política española y ajustarse al calendario de adelanto electoral impuesto por el actual lehendakari. Urkullu ha cogido a los populares vascos con el pie cambiado y obliga a retrasar una vez más el congreso que cierre las heridas e institucionalice una definitiva etapa post- Basagoiti.
El destino de Alonso está unido a la provisionalidad primera de la organización nacional y a la recomposición inacabada del PP vasco. Se emplea a fondo en una campaña que le obliga a asentar su cuartel general en su ciudad natal, de la que fue alcalde, y a asumir el reto de frenar la sangría de votos de su partido en un panorama si cabe más complicado que el de su predecesor por el bloqueo de la política española y el desgaste que asume su partido por sus recortes frente a la crisis y los casos de corrupción en su seno, muchos de ellos judicializados.
EL FICHAJE DE PILI ZABALA
Unidos Podemos se presenta en el País Vasco a través de Elkarrekin Podemos. Integran sus filas el partido de Pablo Iglesias, la filial de IU Ezker Batua y los ecologistas de Equo. La formación morada, dirigida por Nagua Alba, pronto tuvo clara la necesidad de situar al frente de la candidatura a la Lehendakaritza a una mujer independiente, procedente de la sociedad civil, como mejor exponente de la política nueva de la que hacen gala.
Lo intentó con la magistrada Garbiñe Biurrun; lo consiguió con Pili Zabala (Tolosa, 1968), una víctima de los Gal. Su hermano, presunto miembro de ETA, fue torturado, asesinado y enterrado en cal viva en 1983. Crítica con la izquierda abertzale, su nombre está asociado a la búsqueda de la convivencia y la reconciliación entre las víctimas. Su vocabulario ha reconducido también la primera vocación de Podemos de desalojar al PNV de Ajuria Enea por una propuesta más edulcorada de construir un país entre todos. De hecho, su programa en materia de autogobierno coincide en lo esencial con el del partido de Ortuzar.
Lo intentó con la magistrada Garbiñe Biurrun; lo consiguió con Pili Zabala (Tolosa, 1968), una víctima de los Gal. Su hermano, presunto miembro de ETA, fue torturado, asesinado y enterrado en cal viva en 1983.
Zabala es odontóloga de profesión y reside en un lujoso chalet en Zarautz por el que se ha visto obligada a dar explicaciones sobre el origen de su patrimonio, asociado a una indemnización por accidente, ante las críticas recibidas en las redes sociales.
Propuesta por la dirección de Podemos superó unas Pimarias en las que compitió con otros dos aspirantes. Tiene en su contra que es una persona desconocida entre casi el 60% de la población vasca; a su favor, que es la marca la que pesa y el partido de Iglesias, vencedor del PNV en las dos últimas elecciones generales, está llamado a representar un papel clave en la próxima legislatura.
EL CANDIDATO DESCONOCIDO DE CIUDADANOS
El candidato de Ciudadanos, la otra formación que estrena opciones al Parlamento Vasco, padece un grado de desconocimiento aún mayor que Pili Zabala. Según el CIS, el 84% de la población no sabe quién es Nicolás de Miguel (San Sebastián 1963), el aspirante a lehendakari propuesto por el aparato del partido de Rivera y designado mediante unas rápidas primarias en las que se impuso, por 73 votos frente a 56, a Iñaki Quintana.
De Miguel militó en IU y dirigió UPyD en el País Vasco antes de recalar como coordinador de la formación naranja, fuerza con escasa implantación en Euskadi, territorio aparentemente vedado para C´s por su rechazo del Concierto Económico.
Según el CIS, el 84% de la población no sabe quién es Nicolás de Miguel (San Sebastián 1963), el aspirante a lehendakari propuesto por el aparato del partido de Rivera
Su debilidad se agranda con los conflictos internos suscitados en los últimos meses en torno a Henar Pascual, candidata a las generales, que denunció discriminación por ser sordomuda, y el juntero alavés Miguel Ángel Carrera, expulsado junto a otros críticos tras un rocambolesco incidente. El propio De Miguel se ha visto inmerso en una polémica al hacerse público que percibía su sueldo con cargo al Grupo Parlamentario de Ciudadanos en La Rioja.
Se presenta por Álava, el único territorio con posibilidades reales para C´s de obtener representación, agrandadas por la renuncia de Gorka Maneiro, de UPyD, que no se presenta a los comicios del 25-S.