Las Islas Baleares afrontaban este 28 de mayo las elecciones autonómicas más disputadas de su historia, a tenor del escenario de gran fragmentación parlamentaria del que se partía. El llamado Gobierno del Pacto de Progreso, compuesto por PSOE, Podemos y Més per Mallorca, llegaba a las urnas asomado a un precipicio político, en caso de no lograr más apoyos que las formaciones más conservadoras: PP, Ciudadanos y Vox. De hecho, en los sondeos aparecían empatados los bloques de izquierda y derecha, pero el gato al agua se lo ha llevado el Partido Popular.
En total, estaban llamados a las urnas 815.000 ciudadanos, para declinar la balanza a la izquierda o a la derecha, tras una legislatura marcada por la necesidad de reformular el modelo turístico, los problemas de vivienda, las listas de espera en sanidad y la aplicación del catalán en las aulas como lengua vehicular, después de que la Justicia haya rechazado imponer un mínimo del 25% de castellano -como ocurrió en Cataluña-.
La socialista Francina Armengol es de las pocas dirigentes que han logrado enlazar dos legislaturas al frente del Govern de las Illes Balears y en 2023 aspiraba a anotarse un hat trick de mandatos, bien, repitiendo con sus actuales socios, Podemos y Més per Mallorca, o bien, con otras formaciones locales de izquierdas: Més per Menorca o Gent per Formentera.
Por su parte, la candidata del Partido Popular, Marga Prohens, llegaba a la jornada del 28-M cotizando al alza en las encuestas, pero sin aclarar si pactaría con Vox porque los sondeos pronosticaban que pasaría de 16 a 22 diputados, lejos de la mayoría absoluta del Parlamento que tiene un total de 59 escaños. Al final, Prohens ha logrado una victoria para el PP que sabe a mucho porque los populares no ganaban desde 2015 y además, la candidata ha superado las expectativas de los sondeos: ya suma 25 escaños con el 92% de los sufragios escrutados.
La cámara balear ha sido durante esta legislatura la más fragmentada de toda España, con nueve partidos con representación, por lo que en el próximo mandato otra vez será imposible gobernar sin pactos. En este caso, la lógica invita a pensar que los populares pactarán con Vox porque ha obtenido 8 diputados y sumarían 33 escaños: superando ampliamente la mayoría parlamentaria que está en 30 diputados.
La otra opción del PP es tratar de gobernar en solitario, aunque tendría enfrente un amplio bloque de izquierdas y formaciones locales que sumarían 26 escaños. A la cabeza estaría el PSOE de Francina Armengol, con 17 escaños, dos menos que en 2019; Més per Mallorca, con cuatro, los mismos que en 2019; Més per Menorca, mantiene sus dos escaños, y Unidas Podemos, con otros dos escaños, protagoniza la mayor baja de la izquierda al perder cuatro diputados.
La victoria de Marga Prohens es doblemente meritoria porque partía de un escenario complicado en el que cobraba especial protagonismo el papel que podían jugar formaciones minoritarias como El Pi: un partido regionalista de centro que había marcado distancias con Vox, por su defensa del catalán, y con Podemos y Més per Menorca, debido a que discrepa con ellos sobre su visión del turismo. Tan apretado estaba el panorama que el escaño que se elegía en Formentera podía ser determinante ante las ajustadas mayorías que se preveían en las encuestas.
El otro resultado llamativo en el bloque conservador es el que ha cosechado Ciudadanos, el partido liderado por la portavoz nacional naranja, Patricia Guasp, con el 95% escrutado, se queda fuera del parlamento balear. A partir de ahora, en sus primeros cien días de gobierno, a Marga Prohens (Campos, 1982) le toca cumplir una de sus promesas de campaña: eliminar el impuesto de sucesiones y donaciones.
También tiene retos complicados por delante, como la cuestión del turismo en la que apuesta por un modelo de gestión que respete la bolsa de plazas y que evite que decaigan las llegadas de ciudadanos, ya que no pueden verse mermados ni los puestos de trabajo de los baleares ni su nivel de bienestar.