“No se puede gobernar España sin Cataluña”. La frase la pronunció este lunes Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE y candidato a La Moncloa. Estaba dirigida a un Mariano Rajoy que “ha convertido a su partido en marginal”, según él. En el PSOE creen haber salvado los muebles al superar el resultado que pronosticaban las encuestas y, además, a la marca que abanderaba Podemos, su principal rival en la izquierda.
El PSC, la marca socialista en Cataluña, ha perdido cuatro escaños respecto a las últimas elecciones con un número de votos ligeramente inferior al cosechado en 2012. El PP, que también buscaba contener el desgaste, ha perdido ocho y, a diferencia del PSC, un número de votos muy significativo: más de 120.000. Los dos partidos que han gobernado España viven sus horas más bajas en Cataluña.
Si se echa la vista atrás, el retroceso del PSC es mucho más significativo. Una comparación de resultados a corto plazo permite hacer un análisis compasivo con la campaña de Miquel Iceta. Contra pronóstico, ha llegado vivo al final del baile. Pero el resultado del PSC es el peor de su historia.
El PP nunca ha superado la barrera de los 20 escaños en un Parlament de 130 sillas. Nunca ha sido alternativa de Gobierno a Convergencia i Unió, que ha gobernado Cataluña más de 28 años con Jordi Pujol y Artur Mas. El PSC, sí. Gobernó durante siete años (2003-2010).
Los socialistas catalanes llegaron a conquistar 52 escaños en las elecciones de 1999, las primeras a las que se presentó Pasqual Maragall. Faltaban cuatro años para que el exalcalde de Barcelona se convirtiese en president de la Generalitat. Después, le sucedió José Montilla al frente de otro tripartito hasta 2010. Hoy, cinco años después, los 37 escaños que gestionó Montilla parecen un sueño inalcanzable para el socialismo catalán.
Un par de mapas sirven para explicar otras preocupantes derivadas del resultado socialista. El PSC pierde en áreas de tradicional influencia. La ciudad de Barcelona, un feudo de la izquierda y del socialismo durante prácticamente toda la democracia, dejó de estar gobernada por el PSC en 2011, cuando Xavier Trias (CiU) se convirtió en alcalde. Hace unos meses, la izquierda recuperó el bastón de mando de la mano de Ada Colau, ausente de la campaña que han hecho sus compañeros de Catalunya si que es pot.
En estas elecciones, Junts pel Sí ha teñido de verde aguamarina todos los distritos menos uno: Nou Barris, el barrio obrero en el que solía imponerse el PSC. Pero Nou Barris no es socialista sino que el más votado es Ciudadanos.
En el área metropolitana de Barcelona, el naranja Ciudadanos se disputa con Junts pel Sí la predilección del electorado, desplazando de su tradicional feudo al PSC. En L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudada más poblada de Cataluña, con más de 250.000 habitantes, más electores votaron a Ciudadanos que al PSC. En las elecciones municipales de mayo, los socialistas tuvieron más del doble de votos que el partido que lidera Albert Rivera.
La comparación del porcentaje de voto socialista de las autonómicas de 1999, cuando el PSC logró su máximo histórico, y el de este domingo, muestra a una Cataluña que poco a poco ha ido perdiendo un color rojo que le era propio.
En el PSC recuerdan que, pese a todo, en las elecciones municipales el PSC fue el segundo partido con más votos en Cataluña, superando ligeramente a ERC y por detrás de IU.
Unas elecciones generales inciertas
El resultado del PSC no dejaría de ser sencillamente un mal resultado en otra coyuntura política. Pero sus implicaciones para la política nacional pueden ser un serio problema en la carrera de Pedro Sánchez a La Moncloa.
Fuentes socialistas recuerdan que “todas las victorias del PSOE en España han contado con dos graneros de votos, Andalucía y Cataluña”. Los resultados de las últimas elecciones autonómicas no son halagüeños. Según un influyente diputado socialista, con unos resultados así, Cataluña sólo aportaría 9 diputados al grupo parlamentario del PSOE en el Congreso. Ahora tiene 14. La última vez que el PSOE ganó unas elecciones, con José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, de Cataluña salieron 25 socialistas rumbo a la Carrera de San Jerónimo.
El desplome del PP tampoco permite aventurar un rebote en diciembre. En 2011, cuando Rajoy llegó a La Moncloa con una cómoda mayoría absoluta, Cataluña aportó 11 diputados. Entonces, un 20% del electorado se decantó por el PP. Este domingo, el porcentaje era del 8,5%.
La pronunciada caída del bipartidismo y la aparición de partidos emergentes, como Ciudadanos, auguran un Congreso de los Diputados muy fragmentado, al menos en los diputados que se eligen en la comunidad. Está aún por ver cómo se presentan ERC y CDC, espina dorsal de Junts pel Sí, y si votantes que han optado por CUP se decantan por Podemos en diciembre. Las elecciones autonómicas de este domingo muestran que el espacio de la izquierda sigue existiendo en Cataluña, pero que ya no lo capitaliza sin discusión el PSC.