Los responsables de campaña del PP presentaron este lunes un vídeo en el que muestran a un joven vegano que pasa los veranos salvando a las ballenas y expresa su apoyo a Mariano Rajoy.
Se trata de demostrar que al presidente no sólo lo apoyarán los jubilados y las amas de casa y que tendrá el respaldo de votantes que no coinciden con el estereotipo del votante ‘popular’. Sin embargo, los datos muestran un escenario muy distinto del que sugiere el vídeo del PP. A continuación descubrimos cómo son los votantes de cada partido según su edad, su educación, su clase social o su nivel de renta.
La brecha generacional
El primer gráfico muestra el porcentaje de votantes o simpatizantes que tiene cada partido en varios grupos. Los datos son de la encuesta del CIS del mes de octubre.
La división más clara es la brecha generacional. Los dos partidos tradicionales tienen electorados envejecidos: el PP logra un 31% de simpatizantes entre los mayores de 64 años pero apenas un 11% entre los menores de 34. Ciudadanos tiene apoyos similares entre todos los votantes menores de 54 años y Podemos es preferido por votantes más jóvenes. Ninguno de los dos nuevos partidos tiene éxito con los más mayores.
El bipartidismo también resiste en los municipios pequeños. El PSOE y sobre todo el PP han perdido muchos votantes en las grandes ciudades, donde los partidos nuevos son más exitosos.
Las diferencias por sexo son también notables: el PSOE es el único con más simpatizantes mujeres. Los partidos nuevos tienen un pérfil más masculino: Ciudadanos tiene menos de ocho mujeres simpatizantes por cada diez hombres. Podemos, menos de siete.
El voto de clase
Veamos ahora las simpatías por clases sociales y niveles educativos.
Ciudadanos es el partido con más simpatizantes entre personas con estudios superiores, aunque ahí los cuatro partidos están muy igualados. Entre los votantes con menos estudios, el PP y el PSOE son los más votados.
El PP es trasversal entre todas las clase sociales que considera el CIS, aunque destaca el apoyo que tiene de las viejas clases medias —las que forman los autónomos, los comerciantes o los propietarios de pequeños negocios—. Podemos tiene más simpatizantes entre clases medias asalariadas y clases medias-altas y altas. El perfil es parecido al de Ciudadanos. De hecho, la brecha es todavía más acusada en el partido de Albert Rivera: tiene casi el doble de apoyos entre clases medias-altas y altas que entre obreros.
El PSOE se ha convertido en un partido de clase. Consigue casi el doble de votantes en las clases obreras que en las medias-altas y altas. Eso encaja también con el éxito que tiene entre electores con pocos estudios.
El voto de ricos y pobres
Que el PSOE se ha convertido en un partido de clase se observa también en los ingresos familiares. Es el partido preferido para todas las rentas por debajo de los 1.200€ mensuales.
El PP tiene un perfil más transversal por ingresos familiares: tiene los mismos apoyos entre las familias de renta baja que entre las de rentas más altas.
Esas rentas altas son las que prefieren a los partidos nuevos. Podemos era en junio el partido preferido de las familias que ingresaban entre 2.400 y 4.500 euros —las más altas de las que tenemos datos fiables—. Ciudadanos también tenía más simpatizantes en esa franja, y un perfil muy claro: sus apoyos crecían al aumentar la renta.
Estos datos de rentas son de junio y no de septiembre, porque el CIS aún no los ha actualizado. En esos tres meses los perfiles de los partidos pueden haber variado algo, especialmente los de Podemos y Ciudadanos que han perdido y ganado muchos simpatizantes.
Una radiografía laboral
Para completar el cuadro de clase social, podemos revisar también la situación laboral de los encuestados.
Los datos laborales dibujan un cuadro matizado: todos los partidos tienen simpatizantes entre parados, jubilados, ejecutivos y obreros, aunque en cada partido dominan ciertos colectivos.
Podemos tiene mucho apoyo de estudiantes, parados y obreros. Entre el resto de trabajadores ha retrocedido, y nunca tuvo éxito entre los jubilados.
Los apoyos de Ciudadanos son relativamente transversales. Destaca su éxito entre los asalariados y los cuadros medios, y entre el personal administrativo o de servicios. Entre los estudiantes y los obreros este partido ha avanzado mucho, aunque sigue siendo poco exitoso entre los jubilados.
El PSOE es el partido favorito de las personas en paro y los obreros. También conserva las simpatías de muchos trabajadores del hogar y jubilados.
El PP es el preferido de comerciantes, autónomos y pequeños empresarios, de ejecutivos, altos funcionarios y empresarios. Además tiene muchos votantes jubilados.
Un año de partidos líquidos
Desde enero los apoyos de cada partido han cambio. Podemos ha perdido simpatizantes y Ciudadanos ha ascendido. El siguiente gráfico muestra el cambio de cada partido por distintas categorias de edad, sexo, nivel de estudios y clase social.
El PP ha ganado simpatizantes de forma equilibrada. El PSOE lo ha hecho también en casi todos los grupos pero especialmente entre mujeres, mayores de 54 años, obreros, clases medias-altas y en las grandes ciudades. Ha ganado donde Podemos ha retrocedido. Ciudadanos ha crecido en general y sin que la composición de su electorado haya variado demasiado. Destaca su avance entre los más jóvenes porque es un electorado que le costó erosionar.
De los cambios desde enero lo que más me llama la atención es que las pérdidas (o ganancias) de un partido no suelen concentrarse en ciertos colectivos. No vemos que la caída de Podemos se limite a gente de cierta edad o que Ciudadanos crezca solo en una clase social. Lo que observamos es que cuando un partido gana o pierde votantes, esa tendencia se refleja proporcionalmente en todo su electorado.
La edad, la brecha decisiva
Los datos dibujan un cuadro complejo de la relación entre partidos y votantes. Más sutil que el que muchos teníamos en la cabeza. Los partidos no son una coalición monolítica de electores, sencillamente porque no existe una única característica que nos defina a cada uno.
Los datos sí señalan dos cambios en el electorado. La primera es un efecto nuevo-viejo. Los partidos tradicionales, PP y PSOE, conservan muchos votantes en los pueblos, entre personas con pocos estudios y menos ingresos. También entre clases obreras y entre la vieja clase media de comerciantes, autónomos y pequeños propietarios. En cambio en las ciudades, entre personas con estudios y rentas medias y altas, los partidos nuevos compiten de igual a igual.
La segunda transformación es la brecha generacional. El PSOE y el PP tienen electorados envejecidos mientras que Podemos y Ciudadanos han logrado atraer a muchos electores jóvenes o que transitan entre la juventud y la madurez. Este cambio señala una de las tensiones que vive nuestra sociedad: un soterrado conflicto generacional.
Nota. En este texto me refiero a votantes y simpatizantes como la misma cosa porque la variable que he usado es la denominada “voto + simpatía” del CIS. Esta variable es útil para los propósitos de este artículo pero cabe recordar que no es una buena predicción del voto. También es importante tener en cuenta que alrededor del 25% de encuestados no declara voto o simpatía por ningún partido.