El presidente del Gobierno y su 'número dos', Soraya Sáenz de Santamaría, no tienen ni una foto juntos en toda la campaña. La vicepresidenta estuvo en la pegada de carteles en la sede central del partido y se reencontró de nuevo públicamente con el candidato del PP en el cierre de campaña este viernes. Entre medias, la dirección de campaña que dirige Jorge Moragas ha diseñado a conciencia dos campañas paralelas para que los dos populares multiplicasen su presencia sin mezclar lo que cada uno significa para un mismo electorado: la vieja política y la renovación.
Desde que Mariano Rajoy decidió este verano que fuera Jorge Moragas su jefe de campaña, su asesor se obsesionó con que tenía que 'humanizar' al presidente y acercarlo a los ciudadanos. Diseñó una campaña acorde con el candidato y los nuevos tiempos: los grandes mítines de antaño han dado paso a pequeños paseos por pueblos pequeños (gobernados por el PP), donde una simple visita del presidente puede traducirse en un voto seguro.
En esa estrategia, se decidió también que Sáenz de Santamaría apareciera en los carteles electorales que pueblan Madrid e hiciera campaña en paralelo. En el fondo de todas las mentes subyace la idea de que Ciudadanos solo permitiera la gobernabilidad de un PP en minoría, exigiendo la cabeza de Rajoy y convirtiendo en presidenta a su mano derecha, mucho más acorde a las exigencias del electorado.
El presidente y la vicepresidenta han asumido sus respectivos papeles en la campaña electoral que, según avanza, sigue afianzando al Partido Popular como la fuerza más votada, según los sondeos internos que manejan los populares. Según fuentes internas de campaña, Sáenz de Santamaría está más centrada en actos en Madrid.
El lunes estuvo en el foro del PP de Madrid con Esperanza Aguirre y el alcalde de Alcorcón, David Pérez, y la semana pasada se paseó por Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte con sus respectivos alcaldes, los dos del PP. Tras el 'cara a cara' de Rajoy con Sánchez, fue una de las primeras en atacar al secretario general del PSOE desde Barcelona, donde acudió a un acto de Pronovias con la presidenta del partido en la región, Alicia Sánchez Camacho.
Por no coincidir, Rajoy y la portavoz del Gobierno ni siquiera se vieron en el mitin central de campaña que los populares celebraron el domingo en la plaza de toros de Las Rozas. Era el único mitin multitudinario de los 15 días de campaña y Esperanza Aguirre, organizadora del acto, no consiguió llenar las 4.000 plazas que había y se llevó su correspondiente bronca de Juan Carlos Vera.
Sáenz de Santamaría, la 'número 2' en las listas por Madrid, se ausentó de la foto de familia con una excusa muy endeble: al mediodía acudía a un acto en Toro (Zamora) con el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez Maíllo. En el gran acto de campaña estuvieron arropando al presidente la 'número 3', la ministra Isabel García Tejerina y el 'número 4', el ministro Cristóbal Montoro.
Los cerebros de la campaña encargaron a la vicepresidenta el reto más difícil: sustituir al presidente del Gobierno en el debate a cuatro que se celebró en Atresmedia el 7 de diciembre y donde tuvo que enfrentarse al líder de la oposición, Pedro Sánchez; el candidato de Ciudadanos, Albert Rivera; y el de Podemos, Pablo Iglesias. Sáenz de Santamaría salió airosa de la batalla y justificó la ausencia de Rajoy con que el PP “es un equipo” y las tareas se reparten entre todos.
Con esta doble campaña, los estrategas pretenden enviar dos mensajes a su electorado. Por un lado presentan al candidato oficial, un Mariano Rajoy más humano que nunca, capaz de subirse por primera vez en el autobús repleto de periodistas que siguen su campaña electoral y adelantar, a su estilo, que buscará un pacto de gobernabilidad más allá de la propia investidura.
Si las cosas se tuercen y Mariano Rajoy no consigue formar gobierno, el PP presentaría a Soraya Sáenz de Santamaría como la sustituta natural del presidente. “Soraya tiene todo lo que se busca en un líder ahora: es joven, está preparada, tiene experiencia en la gestión pública y encima es mujer”. Pasear durante toda la campaña al tándem Rajoy-Santamaría juntos podría empañar este plan B guardado en el cajón por si los pronósticos se tuercen. “Sería decir que son lo mismo, y se pretende precisamente lo contrario”, aseguran las mismas fuentes.
Los conservadores han cerrado campaña con buen sabor de boca y cada día que pasa están más convencidos de que acertaron eligiendo escenarios pequeños y al aire libre para evitar huecos vacíos como en Las Rozas. El puñetazo que un joven propinó a Mariano Rajoy en Pontevedra sobrepasó todos los esquemas, pero finalmente todo quedó en un susto y el golpetazo puede traducirse en votos para el PP.
Para evitar precisamente un cierre de campaña descafeinado, el partido organizó una cena-mitin en Ifema previo a una gran puesta en escena en Valencia, uno de los feudos que los populares quieren reconquistar. Para el cierre final querían asegurarse que el aforo se completaba y aprovechaban para dar paso a las fiestas de Navidad.