El desplome del PP y del PSOE arroja el escenario político más incierto desde 1977. Ni Mariano Rajoy ni Pedro Sánchez lo tienen fácil para gobernar. Sus principales opciones están explicadas en este gráfico de Kiko Llaneras.
A continuación expongo siete pistas para seguir la negociación de la investidura más difícil desde los años de la Transición.
1. A Rajoy no le basta con Ciudadanos.
El presidente logró más votos que cualquier otro partido. Pero sacó casi cuatro millones menos que en noviembre de 2011 y llevó al PP a su peor resultado desde 1989. El entorno de Rajoy lo fió todo a cultivar a sus votantes más fieles e hizo una campaña dirigida a la España por la que no competía ningún otro partido: personas mayores, amas de casa y personas muy conservadoras que no tenían más alternativa que votar al PP.
Esa estrategia pasaba por llegar a algún tipo de acuerdo postelectoral con Ciudadanos. Pero a Rajoy ese acuerdo no le basta para gobernar. Ni siquiera en la segunda votación de investidura, en la que necesitaría al menos la abstención de los 90 diputados socialistas. Sólo Sánchez puede rescatar a Rajoy. ¿Pero por qué iba a rescatarlo
2. España no es Alemania. ¿O sí?
Ningún líder socialista logró un resultado tan malo como el de Pedro Sánchez. Ni Joaquín Almunia ni el último Felipe González ni Alfredo Pérez Rubalcaba, que sacó un millón y medio de votos más hace cuatro años con España al borde del rescate y empujado por el desgaste del partido en el poder.
El resultado situó al PSOE como la tercera fuerza política en Galicia y en Navarra y como la cuarta en Madrid y en el País Vasco. El 20D ha confirmado lo que auguraban los sondeos: que el partido ha perdido el favor de las elites urbanas, que esta vez han votado por los nuevos partidos y que podrían no regresar al partido en la siguiente cita electoral.
¿Debe Sánchez ceder a las presiones y facilitar la investidura de Rajoy? Así lo han sugerido este lunes varios dirigentes populares y el propio Albert Rivera, según el cual “lo más razonable” es un Gobierno en minoría del PP. También Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, que ha dicho que al PSOE le corresponde ahora “liderar la oposición”.
Es cierto que desde 1977 siempre ha sido investido el líder de la lista más votada. Pero nunca había salido de las urnas un Congreso así. Si Sánchez se decide a facilitar el Gobierno de Rajoy, tiene dos opciones: entregarle la abstención de los 90 diputados socialistas o formar con el PP una gran coalición.
Es un escenario inédito en unas generales pero no Europea ni en autonomías como el País Vasco, donde durante años gobernaron juntos el PNV y el PSE. Las condiciones de Pablo Iglesias y la presión de los poderes económicos podrían empujar al líder socialista en esta dirección.
3. ¿Qué hará Podemos?
Pablo Iglesias fue el triunfador indiscutible de la noche. Inició la campaña muy por detrás de Ciudadanos y su estrategia lo ha empujado hasta una posición decisiva para cualquier acuerdo postelectoral. Es cierto que un pacto previo con Izquierda Unida podría haber llevado a Podemos por delante del PSOE. Pero sus acuerdos con Ada Colau, con Compromís y con las Mareas gallegas han potenciado sus números y le han colocado en el centro del escenario para negociar.
La aritmética favorece a Podemos. Es imposible armar sin su apoyo ningún Gobierno al margen de Rajoy. Iglesias es consciente de su poder y por eso fue el primero en poner condiciones para cualquier pacto. La menos digerible para Sánchez es la convocatoria de un referéndum en Cataluña pero también la más difícil de esquivar.
A la izquierda no le salen las cuentas de la investidura sin el respaldo de uno de los partidos nacionalistas: PNV, ERC o la nueva Convergència (DL). Eso apuntala el discurso de Podemos y sus satélites, que se presentan como los más votados en Cataluña y en el País Vasco y como los únicos capaces de apuntalar la unidad de España por medio de un nuevo acuerdo territorial.
“No estamos en el momento de la negociación de sillones”, dijo Iglesias. “Es el momento de los estadistas. El referéndum es imprescindible para construir un compromiso histórico”.
4. Un resultado agridulce para Mas.
El nacionalismo catalán perdió cientos de miles de votos con respecto a 2011 por el tirón de la lista de Pablo Iglesias y Ada Colau. Pero la aritmética convierte esa derrota en un escenario muy interesante para el independentismo, que tiene en su mano la clave de la investidura como en 1993 o en 1996.
El resultado puede complicar aún más la investidura de Artur Mas como presidente de Cataluña pero ha potenciado la influencia de su partido en Madrid. Mas advirtió este domingo que sus ocho diputados sólo votarían a favor de la investidura de un candidato que convocara una consulta en Cataluña. Junqueras se mostró escéptico sobre un posible acuerdo y auguró que Pedro Sánchez terminaría cediendo a la presión.
5. ¿Una legislatura corta para cambiar las reglas?
Si Sánchez quiere ser investido sin el apoyo de los nacionalistas, sólo tiene una opción: asegurarse la abstención de los 40 diputados de Ciudadanos o sus votos a favor. A priori no parece un escenario fácil. Sobre todo por las contradicciones entre los programas de Podemos y Ciudadanos, que difieren en sus recetas contra el paro, en sus política fiscales y en sus posiciones sobre el referéndum de independencia en Cataluña. ¿Cómo salvar ese escollo? Aparcando por unos meses las propuestas estrella de cada partido y llegando a un acuerdo de mínimos para reformar el sistema electoral, endurecer la legislación anticorrupción y aprobar medidas para la regeneración democrática.
Se trata de un escenario inédito en España pero sería tentador para Podemos y Ciudadanos, que se podrían presentar a unas elecciones a lo largo del año que viene con sus dos rivales aún más débiles y con otro sistema electoral.