Mariano Rajoy sigue convencido de que para seducir a sus votantes hay que estar en contacto con ellos. Los grandes actos de partido en plazas de toros donde el líder aparece como una estrella de rock son tiempos del pasado. El líder del PP y candidato a la reelección diseña con su equipo otra campaña electoral muy distinta, pegada a la calle y en permanente contacto con el ciudadano. Este cambio de escenario, sin embargo, expone mucho más al candidato ante riesgos imprevistos como el puñetazo que un joven le propinó en Pontevedra el 16 de diciembre o que un espontáneo pueda torpedear un acto, como sucedió en el madrileño parque de El Retiro este miércoles.
La seguridad del presidente del Gobierno, formada por un equipo de diez-doce agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, funciona en tres círculos. El primero, denominado "cápsula de protección", es el cordón humano más cercano a Rajoy y tiene dos funciones: cubrirle en caso de ataque y evaluar los daños mientras lo llevan a un lugar seguro.
A cinco metros de distancia se localiza el segundo perímetro de seguridad. Son otras tres o cuatro personas que vigilan todos los movimientos de Mariano Rajoy y observan el escenario en el que se desarrolla el acto. El tercer cordón de seguridad está mucho más alejado de la persona que hay que proteger y su labor no es vigilar sus movimientos, sino darse cuenta de que hay una amenaza.
“El riesgo cero no existe, pero el equipo de seguridad debe estar en un nivel de intensidad máximo cuando su protegido camina por la calle en un acto”, reconoce a EL ESPAÑOL un veterano escolta que ha dedicado gran parte de su vida profesional a proteger políticos amenazados por ETA. “He visto el vídeo de Pontevedra mil veces y se podría haber evitado. Recomiendo a los escoltas de altos cargos en activo que se vayan tres meses a otro país, en América, para percibir un riesgo real de ataque”, confiesa.
Paseíllos sin mucha publicidad
La decisión de Mariano Rajoy de hacer una campaña lo más pegada a la calle posible dificulta mucho el trabajo de su equipo de seguridad. Los paseos del presidente no se publicitan con mucha antelación precisamente para evitar que un agresor tenga tiempo de preparar un ataque. Sin embargo,la configuración de una campaña callejera facilita fallos de seguridad y que un agresor pueda perpetrar sus ataques con más posibilidades de acertar que de ser reducido por el equipo de seguridad. “Es cierto que ahora la gente está muy indignada con la clase política, pero la norma general es que nadie ataque a un político. No obstante, siempre hay algún descerebrado que puede atacar. Y no sabemos con qué”, añade.
Cuando Rajoy recibió un puñetazo de un chaval de 17 años en Pontevedra cuatro días antes del 20D, el propio presidente del Gobierno tranquilizó al equipo de seguridad que en ese momento no vieron las intenciones del joven. El líder del PP era consciente de que los responsables policiales no se habían descuidado ni había habido mala planificación en el dispositivo. Además, llegaron a la conclusión de que el agresor no hubiera podido agredir a Rajoy con un arma, porque los escoltas vigilan detenidamente que nadie lleve nada en las manos o saque algún objeto de los bolsillos que pueda convertirse en un arma.
Tras el altercado, hubo mandos de la Policía Nacional que consultó con el equipo del presidente si creían conveniente aumentar el dispositivo de seguridad, pero no se hizo. Tampoco lo van a hacer ahora, cuando el PP diseña una campaña electoral idéntica que para el 20D. Harán como el jueves en Alfafar (Valencia), que suspendieron a última hora un paseo ya organizado porque había decenas de indignados insultando al presidente. “Cuando se ve que el ambiente está cargado, hay que evitar la sobreexposición”, reconocen las mismas fuentes.
Tranquilizar a su equipo
Otro escolta jubilado que prefiere no dar su nombre echa la culpa del puñetazo que recibió el presidente a la propia campaña electoral que diseñó el equipo del presidente. “No se puede pretender que él quiera dar la mano a todo el que se le acerque y evitar que justo en ese momento alguien saque algo del bolsillo. Es materialmente imposible”. Desde el círculo más cercano al presidente recuerdan que nada más suceder el percance de Pontevedra “Rajoy lo primero que hizo fue tranquilizar a todo el equipo de seguridad que estaba en ese momento. Él mismo asumió que había sido decisión suya hacer paseíllos. Le dolió más que le nombraran persona 'non grata'que el propio puñetazo”, zanjan.