En su segunda parada electoral, Pablo Iglesias ha despejado pronto la incógnita de su postura frente a los anhelos soberanistas. El líder de Ahora Podemos ha reconocido en Barcelona que la formación que él lidera está por la labor de brindarle un referéndum de autodeterminación a Catalunya. Las varias miles de personas que se han acercado para arropar a Iglesias han celebrado tímidamente esa declaración de intenciones. En cambio, se han mostrado mucho más efusivos cuando las consignas iban dirigidas contra el Partido Popular (PP) o contra Albert Rivera, que han provocado el “Sí, se puede” general.
Ahora Podemos buscó un lugar con simbología para su acto en Catalunya. Con el Arco del Triunfo como telón de fondo, situado en el Paseo Lluís Companys. A la cita han acudido grupos de jubilados de pueblos cercanos a Catalunya ataviados con sombreros de paja con la marca de Podemos, camisetas lilas y banderas republicanas. También se han acercado muchos padres con hijos adolescentes, pese a la amenaza del sol de junio, en esta ocasión amortiguado por unas nubes que han regalado bastantes momentos de sombra. Y como viene siendo habitual desde que naciera Podemos, muchos universitarios, la mayoría luciendo camisetas con mensaje, del tipo: “Yo voté a Pablo”.
Ada Colau ha arrancado el acto, muy cómoda en su rol de alcaldesa y marcando terreno. “Siempre me hacen hablar la última y ahora me apetece hablar la primera”, apuntó. Ella ha sido la que ha mencionado por primera vez la necesidad de un referéndum para Catalunya y ha inaugurado dos términos que se repitieron en todos los discursos: fraternidad y pueblos. Pero la incógnita ha empezado a sobrevolar en el multitudinario ambiente tras las intervenciones de Íñigo Errejón y de Alberto Garzón. Ninguno ha mencionado el tema catalán. Solo los miembros de En Comú Podem habían insistido en el referéndum para Catalunya. Dos horas después de iniciarse el mitin ha tomado la palabra Pablo Iglesias en una intervención de apenas diez minutos. Errejón y Garzón le habían guardado la exclusiva al líder, pues fue Iglesias el que finalmente ha reconocido apostar por el derecho de los catalanes a votar su continuidad en España: “Queremos un referéndum en Catalunya y que los catalanes decidan su futuro”. Y ha añadido: “Aspiro a ser el presidente que escucha a Catalunya, que le reconoce sus derechos y que tiende puestos que otros volaron”.
El mensaje de Iglesias ha sido el mismo que el de la formación de Colau, pero menos entusiasta. Aún ha sido más evidente la diferencia después de que Iglesias haya repetido de forma reiterada su convencimiento de que Catalunya debía seguir formando parte de España. Hasta tal punto que lo ha pedido a los asistentes en catalán: “Catalunya, volem un pais amb tu”. El compromiso de Iglesias con Catalunya lo ha escenificado el madrileño besando de nuevo a Xavier Domenech, como hiciera en su día en el discurso de investidura. Esta vez casi empujado por el público que esperaba ver de nuevo aquella imagen que se dio en el Congreso de los diputados y que ya forma parte del imaginario podemita. “Si lo hemos de repetir en cada mitin, será la ostia”, ha dicho Domenech en tono jocoso.
El PSOE, el gran olvidado
Ni Garzón, ni Errejón ni Iglesias se acordaron del Partido Socialista ni de Pedro Sánchez. La formación surgida de la unión de Podemos e Izquierda Unida siguió en Barcelona la siguiente directriz: ignorar al PSOE y señalar al PP como el enemigo de España. Sólo los integrantes de En Comú Podem atacaron duramente a Pedro Sánchez, demostrando así una cierta falta de discurso común. “El PP es el enemigo declarado de Catalunya”, afirmó Íñigo Errejón que se mostró muy duro con los populares y les culpó de bloquear el desarrollo de España al impedir descentralizar el país.