Por qué Felipe VI es hoy el hombre más preocupado de España
El panorama y los retos a los que se enfrenta el rey este 26-J son aún más complicados que los del 20-D.
26 junio, 2016 02:36Noticias relacionadas
Sabía que no lo iba a tener fácil, pero ni en los días más complicados de junio de 2014, cuando aún se pergeñaba la abdicación de su padre, debió de imaginar Felipe VI lo que se le venía encima. Tras un primer año dulce, con apenas el enfrentamiento público y directo con su hermana Cristina de por medio, la política trastocó su hoja de ruta. Este 26-J, el rey es el hombre más preocupado de España. No le faltan motivos.
El panorama al que se enfrenta hoy es más enrevesado que el del 20-D. Veamos cuáles son los números finales en la noche del domingo. Según las encuestas, los resultados apenas incluirán matices con respecto a los comicios anteriores. Si eso es así, España podría verse abocada a unas terceras elecciones en torno a Navidades. Mariano Rajoy lo ha dejado meridianamente claro esta semana en Barcelona: "¿Por qué tengo que irme yo y no los otros?". Ni C's ni el PSOE apoyarán a un PP liderado por Rajoy, de modo que el partido más votado no podrá gobernar.
También confirmó Rajoy en la Ciudad Condal que no aceptará la invitación del rey si su partido es el más votado pero carece de los apoyos necesarios para gobernar. ¿Otro desistimiento? Efectivamente. Eso obligaría a Felipe VI a nominar al candidato del segundo partido más votado, como ocurrió en febrero con Pedro Sánchez. Pero sorpasso mediante, el segundo más votado este 26J no será el PSOE sino Podemos. Esto nos conduce al escenario de Pablo Iglesias como nominado desbloqueador.
Esa decisión resultaría muy chocante para una gran parte de la población española, sobre todo para la que se declara monárquica. Iglesias es el líder de un partido que defiende un referéndum en Cataluña y otro en todo el territorio nacional para decidir sobre la forma de Estado: monarquía o república. Pero tampoco Iglesias contaría con los apoyos necesarios para llegar a La Moncloa, y su hipotética investidura fallida obligaría al rey a disolver las Cortes por segunda vez en la historia de la democracia, como hizo el pasado 3 de mayo.
Este escenario de la marmota no le libraría de la queja de aquellos españoles, sobre todo los más jóvenes, que se preguntan para qué sirve el rey. Ya ha realizado tres rondas de consultas y dos nominaciones. A partir del 19 de julio, cuando se haya constituido el Congreso de los Diputados, comenzará de nuevo. El mantra de Zarzuela incluye el machacón cumplimiento de sus funciones constitucionales.
Así es. El problema es que hasta el propio rey reconoce que el plano que le ofrece la Constitución española- el artículo 99- para ir sorteando los obstáculos políticos está incompleto. Si nadie hace nada, ni los líderes políticos ni el rey, el sistema español está abocado a mantener un Gobierno en funciones sine die.
Este escenario nos lleva a las comparaciones, habitualmente odiosas. Sotto voce, los hay en España -sobre todo los más mayores- que comparan a Felipe VI con Juan Carlos I e insisten en que el padre ya habría solucionado el problema reuniendo a los líderes políticos y obligándoles a tomar decisiones gracias a su personalidad y a su autoridad moral. Se olvidan estos críticos que el margen de maniobra y las circunstancias de Felipe VI difieren por completo de las que llevaron a su padre a hacerse con ese aura de invencibilidad política: la España de hoy, más sólidamente democrática que la de 1975, no aceptaría a un rey que se inmiscuye como lo hacía Juan Carlos I.
Incluso si lo hiciera, ¿tiene Felipe VI esa capacidad? ¿Esa panache? El nuevo rey ya lo recordó en su discurso de proclamación hace apenas dos años: es el primer rey constitucional de España. Tomó posesión de su cargo jurando fidelidad a la copia de la Carta Magna sobre la que apoyó su mano. Ese detalle es algo que en La Zarzuela llevan muy a gala.
Este peliagudo tablero de política y Corona no se presenta aislado. El viernes por la mañana Felipe VI se despertó con el mayor sobresalto exterior de su reinado: el 'brexit', la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La Zarzuela se muestra muy parca a la hora de informar sobre los contactos telefónicos del rey con líderes políticos nacionales e internacionales. Son labores habituales de despacho, aducen en palacio. Con Juan Carlos I sabíamos que su teléfono móvil nunca dejaba de funcionar. Felipe VI ha decretado un apagón informativo en Zarzuela con la esperanza de que éste termine derivando en un no news, good news.
Aún así, como jefe del Estado, debería de estar tan informado como Barack Obama, al que recibirá en España en plenas negociaciones para la formación de Gobierno. Felipe VI es muy consciente de la marea populista internacional que se cierne sobre Occidente. Este sábado, un sofisticado observador del mundo lo resumía así: "Si los ingleses han desobedecido a sus élites y han preferido suicidarse, ¿qué haremos los españoles mañana?". En medio de la incertidumbre, se buscan liderazgos fuertes. El primero, el del rey.
Este domingo, Felipe VI seguirá los resultados electorales desde su despacho en La Zarzuela. Los que le acompañen percibirán quizá ese gesto de preocupación en su cara.