Luces y sombras de la energía nuclear: ¿Es realmente una alternativa 'verde' y sostenible?
La Comisión Europea lanzó hace unas semanas una propuesta para modificar su taxonomía y calificar como “verde” esta polémica energía. Hoy decide aprobarla a pesar de las reticencias de los grupos ecologistas.
2 febrero, 2022 14:38La Comisión Europea ha decidido incluir tanto la energía nuclear como el gas en su taxonomía verde. El Pacto Verde Europeo y el plan Fit for 55, cuyo objetivo es reducir las emisiones de CO₂ en un 55% para 2030 y lograr la neutralidad climática en 2050, ha urgido a los Veintisiete a encontrar soluciones rápidas de cara a la imparable crisis climática, a pesar de que muchas de ellas van contra las expectativas de varios países, entre ellos España, que se mostró muy crítica con el planteamiento.
El organismo que preside Úrsula von der Leyen confirma, un mes después de lanzar su borrador, que finalmente acepta modificar su taxonomía, el sistema que clasifica los diferentes sistemas de producción de energía según su nivel de contaminación. La decisión ha sembrado el malestar entre los grupos ecologistas y algunos científicos que, de nuevo, avivan la polémica en torno a la espinosa energía nuclear: ¿Es realmente sostenible?
“Estas propuestas han sido especialmente auspiciadas por Macron, quien quería que la nuclear fuera incluida dentro de la taxonomía verde”, explica la politóloga e investigadora sobre transición ecológica Cristina Monge, quien alertó hace semanas a ENCLAVE ODS de que si se llegaban a implementar este tipo de energías como 'verdes' sería "una maniobra de distracción para las inversiones que están llevando a cabo tanto empresas energética como los fondos de inversión en el desarrollo de renovables".
Una idea que refrendó el Gobierno de España, quien no vio con buenos ojos la maniobra de la Comisión Europea. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en un comunicado oficial, se refirió a la iniciativa como “un paso atrás” y apostó en su lugar por mantener la energía nuclear en el color “ámbar”, una categoría intermedia. El equipo de la CE, no obstante, ha decidido desoir las peticiones de, entre otras, el ejecutivo que preside Pedro Sánchez, y sacar adelante esta nueva taxonomía verde.
"Me parece un error estratégico tremendo porque hace que la taxonomía nazca con muy poca credibilidad, prácticamente muerta. Y luego deja a la UE deja en un papel muy débil en materia de liderazgo en transición energética", considera Monge.
Sin embargo, Manuel Fernández Ordoñez, doctor en Física Nuclear y especialista en el sector energético, no ve la situación de la misma forma: "La energía nuclear contribuye a la sostenibilidad del sistema tanto desde el punto de vista climático como económico", comenta. "Celebro que la Comisión Europea haya atendido a las razones de la ciencia y haya escuchado a sus expertos, que les dijeron que esta tecnología cumplía con los requisitos que siguen el resto de tecnologías de la taxonomy. Hoy se impone la razón sobre los conceptos políticos", juzga.
"Si el problema que queremos resolver es el de las emisiones de CO2 e ir hacia un sistema energético bajo en emisiones, la energía nuclear es la respuesta. Cuando se trata de descarbonizar las economías cualquier tecnología es buena, y la nuclear debería ser aceptada, asumida e impulsada desde las instituciones públicas". Si no se hace es, en su opinión, por cuestiones puramente "políticas" o "ideológicas".
Macron: el líder nuclear
Francia es una de las principales potencias nucleares mundiales. Con 56 reactores, es el segundo país con más centrales del mundo y va camino de sumar una más, la planta nuclear de Flamanville, que lleva más de 15 años en construcción. De ahí que encabece la lista de los países defensores de la energía nuclear.
Por delante de nuestro vecino galo tan solo están las 98 centrales de Estados Unidos. Mientras, España se encuentra en el undécimo puesto internacional con sus cinco plantas y siete reactores nucleares, que producen, según el informe de Red Eléctrica para el cierre de 2021, el 20,6% de la energía nacional frente al 46,6% de las renovables.
“En Europa cada país tiene muchos intereses nacionales en torno a las nucleares”, explica Eloy Sanz, profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos. “Hace 20 años, Alemania decidió cerrar sus centrales y por eso no quiere que haya una financiación en esta materia con mejores condiciones. A Francia le pasa lo contrario: tiene una flota de reactores envejecidos con 37 años de antigüedad y llevan 15 años para construir Flamanville”, recuerda.
La UE debe plantearse si quiere ser un referente climático mundial o prefiere contentar a todos los intereses nacionales y empresariales", explica el profesor Eloy Sanz
“Los 56 reactores de Francia tienen una media de 37 años de edad, su vida útil es de 40 y acabarán alargándose a los 50 o 60 años. No les queda otra”, auspicia Sanz. El problema, empero, es que construir un reactor nuclear tarda décadas, por lo que a largo plazo es imposible renovar 56, y ampliar su vida útil, según algunos críticos, aumenta el riesgo de generar hipotéticos fallos en su sistema y exponer a la población europea a un posible desastre nuclear.
Sanz considera que la Comisión Europea se ha equivocado al blanquear la energía nuclear: "La Unión Europea debe plantearse si quiere dotarse de una taxonomía con vocación de ser un referente climático mundial o prefiere contentar a todos los intereses nacionales y empresariales, diluyendo las ambiciones legislativas con la inclusión de tecnologías como el gas fósil o la energía nuclear".
¿Podríamos sufrir un nuevo Chernóbil?
Precisamente uno de los principales miedos que despierta la energía nuclear es el que proyectan los fantasmas de Chernóbil y Fukushima sobre el imaginario colectivo. Pero cuando se debate sobre si la energía nuclear es más o menos limpia o más o menos sostenible, los que defienden el uso de la atómica suelen argüir que es una energía extremadamente segura que, además, emite menos CO₂.
"El parque nuclear no está envejecido. Es absolutamente falso", explica el físico Manuel Fernández Ordoñez
Desde el lado opuesto se esgrimen habitualmente los mismos argumentos: por un lado, la devastación de un desastre nuclear sería incalculable; por otro, los residuos de uranio necesitan 10.000 años para que sus niveles de radiación decaigan y son una carga para las generaciones futuras y, en tercer lugar, que las centrales nucleares no son económicamente rentables.
Ordoñez, no obstante, no ve un problema en que exista un parque nuclear tan antiguo. De hecho, señala que lo que muchos llaman "vida útil" se llama, en realidad, "plazo de amortización". "El parque nuclear no está envejecido. Es absolutamente falso. Son los argumentos cotidianos para desprestigiar la nuclear. La vida útil es un concepto económico, unos años que se refieren al plazo de amortización de las plantas y que no tiene que ver ni con la ingeniería ni con la economía. Porque salvo la vasija del reactor, casi ninguno de los componentes originales de las centrales nucleares sigue en la planta. Todos están renovados".
El lado bueno es que las tecnologías han avanzado enormemente desde los desastres de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011) y, estadísticamente, con lo ya aprendido, es muy difícil que ocurra otra catástrofe similar. "Las empresas hacen inversiones multimillonarias anuales para que las plantas sigan en condiciones de operar. Además, en el caso de España, existe un consejo regulador, el Consejo de Seguridad Nuclear, que vela por que las plantas solo puedan seguir operando si son seguras. Es un organismo público que rinde cuentas al Parlamento Español", remata Ordoñez.
Aunque el profesor Sanz matiza: “Cuando se hace una evaluación de riesgos, se habla normalmente de dos factores: uno de ellos es la probabilidad de que ocurra [un desastre] y el otro es la gravedad del accidente una vez que ha ocurrido. En esto la energía nuclear está muy desigual: es altamente improbable que ocurra un accidente, pero es cierto que si ocurre podría tener unas consecuencias devastadoras”.
El miedo a un posible desastre nuclear sigue presente aunque sea extremadamente improbable. Por eso Alicia Cantero, responsable del Área de Incidencia de Greenpeace, considera que lo ideal sería reducir al mínimo los riesgos. Es la razón por la que tacha la propuesta de la Comisión Europea de “inaceptable”. “De salir adelante, convertiría la taxonomía en una licencia para el greenwashing. Etiquetar estas tecnologías 'sucias' como 'verdes' las pondría al mismo nivel de las renovables, y la energía nuclear es intrínsecamente peligrosa porque cada vez se está alargando más la vida útil de las nucleares y tenemos un parque muy envejecido”, añade.
Cantero recuerda que los residuos nucleares pueden llegar a prevalecer más de 10.000 años hasta ser desechados, lo que los convierte en un problema a largo plazo. “No existe un consenso científico que especifique que hay una solución clara” para acabar con ellos, matiza.
De hecho, la primera central nuclear comenzó a funcionar hace más de 60 años y desde entonces no se ha construido un solo almacenamiento geológico profundo, que sería la solución ideal para este tipo de residuos. El mundo lleva sesenta años amontonando residuos nucleares y no existe una gestión definitiva en ningún país. Algo que Ordoñez achaca a la falta de interés político en encontrar soluciones comunes y transversales.
Sin embargo, Sanz compara la durabilidad de los residuos de uranio enriquecido y el Stonehenge: “Se dice que todo lo que hay alrededor de ese monumento megalítico se hizo aproximadamente hace unos 5.000 años, pero aún hoy no tenemos ni idea de para qué servía. Y hoy estamos hablando de guardar unos residuos nucleares el doble de tiempo. Las escalas temporales se nos van completamente de las manos; a ciencia cierta nadie puede asegurar que algo vaya a ser estable dentro de 10.000 años”.
La respuesta de un operador nuclear
Quien más lanzas rompe a favor de la energía nuclear es Alfredo García, divulgador de ciencia y tecnología nuclear, conocido en sus redes sociales por el sobrenombre de Operador Nuclear. "Sobre el tema de la energía nuclear cada uno tiene su propio sesgo, pero hay que basarse en datos científicos", explica. "El JRC (Centro Común de Investigación de la Unión Europea) emitió un informe exhaustivo en el que se basó el borrador de la Comisión Europea hoy aprobado. Este estudio lo que dice es que en cuanto a efectos de salud en las personas y el medio ambiente el impacto de la energia nuclear es tan bajo como el de las renovables tradicionales".
Alfredo García tiene su propia visión sobre el debate en torno a las nucleares: "Hay mucho desconocimiento sobre la energía nuclear por culpa de intereses, por un lado, políticos y electorales, con partidos interesados en estar en contra de la energía nuclear porque eso les da votos, y, por otro, de otras industrias, como la de los combustibles fósiles y la de los productores de gas, que han hecho propaganda contra la energía nuclear. El enemigo de la energía nuclear es el gas natural. La nuclear es un complemento de las energías renovables y necesitamos potenciarla cuando las renovables se ausentan".
Además, García considera que "cada país debería adaptar la producción nuclear en función de sus recursos naturales", y enfrenta el caso de Noruega, que tiene tanta agua que no necesita centrales, con el de su vecino, Suecia, que sí que utiliza el 40% de su electricidad de energía nuclear.
Descarbonización y apuesta por las renovables
Por su parte, Cristina Monge considera que la energía nuclear es un parche que puede servir temporalmente, pero no una solución al cambio climático a largo plazo. "No es cierto que no emita CO₂. Emite menos que otro tipo de energías, pero a lo largo de todo su ciclo de vida sí contribuye a ese tipo de emisiones". Y recuerda, una vez más, que si seguimos hablando de este tema es por culpa de los lobbies que han ejercido su presión sobre las organizaciones comunitarias.
"Los lobbies nucleares nunca han dejado de actuar. Han estado siempre allí. Incluso cuando nadie se acordaba de la energía nuclear, ellos seguían trabajando. La mayoría de empresas energéticas en estos momentos están invirtiendo en renovables porque saben que es donde está el futuro, pero ahora que la Comisión Europea ha incorporado la nuclear como energía verde, podría ser contraproducente para el resto de inversiones. No puede ser que por apoyar una energía de transición durante 30 o 40 años se detraigan recursos de lo que sí sabes que es la solución del futuro. Esa es la gran contradicción", concluye Monge.
Ordoñez, sin embargo, vuelve a ser crítico con la decisión de apostarlo todo a las renovables: "Se confunden los fines con los medios. Los fines son dejar de emitir CO2, no instalar renovables. Estas son un instrumento más, como la nuclear, que nos ayuda a transitar a un sistema energético libre de CO2, pero no son un objetivo en sí mismo. Políticamente se hace creer a la gente que el fin es construir renovables, pero no es así", señala el doctor en Física Nuclear. "Si hay varias tecnologías que ayudan a descarbonizar hay que apostar por ellas de forma igualitaria. No podemos despreciarlas por motivos ideológicos".