Cada vez hay más presión sobre las empresas y los gobiernos de todo el mundo para que adopten prácticas y políticas más respetuosas con el medio ambiente. Los inversores, los bancos y los consumidores son cada vez más conscientes de la necesidad de alejar la economía mundial de los combustibles fósiles, principal fuente de los gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.
En pocos lugares del mundo industrializado ha sido más evidente este movimiento hacia la sostenibilidad que en Europa. Aquí, los gobiernos se han mostrado más dispuestos a aprobar leyes que den prioridad a la reducción de las emisiones y a obligar a las empresas a adoptar agendas corporativas que reflejen los principios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Pero hay desafíos importantes a los que el Viejo Continente debe enfrentarse. Europa sigue estando muy lejos de cumplir su objetivo de limitar el calentamiento mundial a 1,5 grados centígrados para 2100. Un reciente estudio de Oliver Wyman y CDP Europe indicaba que el 84% de las empresas europeas aún no han establecido un objetivo basado en la ciencia (SBT) para conseguir esa limitación del calentamiento global y el 77% aún no ha establecido ningún tipo de SBT.
La invasión rusa de Ucrania también ha añadido urgencia al debate sobre la sostenibilidad, especialmente en Europa. Ha dejado al descubierto la dependencia de las grandes economías europeas industrializadas de las importaciones de combustibles fósiles procedentes de Rusia.
En este periodo de perturbación, es más necesario que nunca contar con herramientas de medición que nos permitan hacer un seguimiento objetivo del avance de los países en su camino hacia la neutralidad climática y la reducción de emisiones. De ahí la relevancia del Índice de Transición Verde (ITV) que permite a 29 países europeos evaluar los progresos realizados en la transición hacia la sostenibilidad medioambiental en las categorías de Economía general, Naturaleza, Industria, Servicios Energéticos, Residuos, Edificios y Transporte.
Centrándonos en el sur de Europa y, más concretamente, en nuestro país, España obtiene unos resultados especialmente buenos en las categorías de Economía y Servicios Energéticos, ocupando el quinto y el séptimo puesto, respectivamente, en la clasificación. Los buenos resultados en la categoría de Economía se deben en gran medida a que hemos conseguido la segunda mayor reducción de emisiones de GEI en el periodo 2015-2020.
Además, España se sitúa en el sexto puesto tanto en el crecimiento del consumo de energía primaria en el periodo 2015-2020 como en el gasto público en I+D para objetivos medioambientales.
Desde un plano más general, los resultados de los seis países del sur de Europa en el ITV son bastante diversos, excepto en las categorías de Naturaleza y Residuos, en las que los países de la región nos encontramos, sistemáticamente, en la parte baja de la clasificación.
En Naturaleza, los países del sur de Europa ocupan cinco de los siete últimos puestos, debido principalmente a las bajas puntuaciones en el Índice de Explotación del Agua, la exposición de la población urbana a los contaminantes atmosféricos y la proporción de terrenos marinos y terrestres protegidos como porcentaje de la superficie total del país.
En el ámbito de los residuos, los países del sur de Europa van, de nuevo, a la zaga, sobre todo debido a las mayores tasas de vertido de residuos municipales per cápita.
Las grandes variaciones entre categorías que muestra el ITV para una misma región e, incluso, un mismo país, se deben en gran medida a factores como las políticas de las distintas Administraciones o la conciencia social existente en cada territorio. En los países donde los ciudadanos dan prioridad al clima y la sostenibilidad, los gobiernos y las industrias tienen permiso para hacer más. Eso suele traducirse en una mayor puntuación.
Como hemos visto, la riqueza de un país puede facilitar y acelerar su progreso hacia una actuación más sostenible. Sin embargo, para avanzar y convertirnos en un país verdaderamente sostenible se necesitan esfuerzos constantes en todas las dimensiones de la economía, así como un fuerte impulso político que incluya objetivos ambiciosos y una hoja de ruta clara. Como país, debemos aspirar a liderar la sostenibilidad medioambiental aplicando cambios que atiendan a las buenas prácticas aprendidas de aquellos vecinos con mejores resultados en este índice.
***Pepa Chiarri es directora ejecutiva en Clima y Sostenibilidad de Oliver Wyman Iberia.