Se calcula que en todo el planeta (contando masa terrestre y océanos) hay en torno a 1,3 millones de especies catalogadas, tal y como resume el Centro Nacional de Información Biotecnológica. Aunque probablemente hay muchísimas más que no se han descubierto y que vivan a cientos de kilómetros de profundidad en la corteza de la Tierra y bajo los mares.
La biodiversidad, por lo tanto, hace referencia a la variedad de toda esa vida que hay dispersa por el mundo. Y no solo son animales y plantas, sino también hongos, algas, bacterias e incluso virus. Por otro lado, se encuentra el concepto geodiversidad, que son todas las clases de rocas, fósiles, minerales, procesos naturales, accidentes geográficos del suelo y el subsuelo de todas las etapas geológicas de la historia, y que influyen directamente en la composición del paisaje y en el medio ambiente.
Como ocurre con los seres vivos, aunque hay cientos de miles de tipologías de rocas y minerales sobre y bajo la superficie terrestre, se estima que bajo nuestros pies hay muchísimas más que aún se desconocen por la imposibilidad de perforar a enormes profundidades.
Fuertemente relacionados
Existe una estrecha relación entre la geodiversidad y la biodiversidad, considerando que la evolución geológica de un área en particular produce la gama de características geomorfológicas que conforman el paisaje, que a su vez representa una variedad de hábitats potencialmente habitados por diferentes tipos de organismos.
Además, los componentes de la geodiversidad proporcionan recursos para las especies, como energía, agua, nutrientes y espacio.
Por ejemplo, en la cima de las montañas no suele haber determinadas especies vegetales como helechos o palmeras, ya no solo debido a la temperatura y a las condiciones climáticas, sino a que la roca impide que germinen plantas más allá de algunos tipos de musgo. A nivel microscópico ocurre exactamente lo mismo, no se encuentran los mismos tipos de bacterias en el interior de un glaciar que en la selva tropical.
Tal y como explica un estudio de la Universidad de Edimburgo, históricamente ha sido difícil obtener datos de geodiversidad fiables, consistentes y continuos a escala regional o global. Por esta razón, los modelos espaciales de distribución de especies y biodiversidad han utilizado tradicionalmente datos topográficos como variable sustituta de la variación climática o ambiental, a menudo combinándolos con datos de estaciones meteorológicas.
La amenaza climática
La Tierra está experimentando un cambio global sin precedentes y las especies se enfrentan a destinos inciertos. Los cambios globales, incluido el cambio climático, pueden hacer que las especies cambien sus rangos geográficos. Es decir, que empiecen a vivir y a colonizar hábitats que no son los suyos naturales, lo que puede dar lugar a la desestructuración de ecosistemas.
Sin embargo, advierte un estudio de la Universidad de Nottingham, existen importantes lagunas de conocimiento en nuestra comprensión y capacidad para predecir con exactitud cómo la geodiversidad influye en los patrones de biodiversidad.
De la misma forma, la geodiversidad afecta a los patrones de biodiversidad directa e indirectamente. En este sentido, las condiciones ambientales afectan directamente los límites fisiológicos de todos los seres vivos, que se van adaptando genéticamente para sobrevivir en los distintos climas y paisajes.
Los servicios ecosistémicos que benefician a la humanidad no solo están definidos por los elementos bióticos –los seres vivos– de un área, sino que también están relacionados y respaldados por caracteres abióticos, como las rocas, minerales, los suelos y el agua, entre otros. Sin embargo, no suele tenerse en cuenta el impacto humano en el entorno cuando se miden los gradientes de cambio.
España, tesoro de biodiversidad
España es el país más rico en biodiversidad de toda Europa, y prácticamente la mitad del territorio está integrado por sistemas montañosos. La meseta castellana o macizo ibérico, en el centro de la península, ocupa el 45% de la superficie de todo el país, convirtiéndolo en la segunda nación del continente con una mayor altitud media (660 metros).
Nuestro país cuenta con hasta 15 Parques Nacionales, donde se pueden observar procesos geológicos —tanto internos como externos— que constantemente modelan el paisaje y que representan una parte principal de las dinámicas naturales que le dan forma al terreno. España también posee una de las geodiversidades más ricas de toda Europa, y representa la riqueza y variedad de elementos geológicos que conforman el paisaje natural.