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La industria alimentaria es fundamental para la población, aunque en muchas ocasiones también pueda ser responsable de parte de las emisiones de carbono que provocan el efecto invernadero. Sin embargo, las acciones individuales también pueden ser claves en el impacto de los alimentos en el medio ambiente.

Uno de los puntos a tener en cuenta es el desperdicio de comida, tanto en el caso de las empresas como en el de las personas. "Ya sea tirando la comida que preparamos o comprando alimentos que acabamos por no usar, el desperdicio de comida se traduce en un uso innecesario de recursos como tierra agua y energía", explica Naciones Unidas en su página web.

Además, esta acción también produce emisiones de efecto invernadero, debido a su producción y a los vertederos a los que se derivan estos alimentos. Además, consumir más comida de la que necesitamos también es considerado como desperdicio. Siguiendo estas directrices, podemos reducir nuestra huella de carbono hasta 1,3 toneladas anuales.

Persona comiendo iStock

El origen de los alimentos es relevante en este aspecto. Concretamente, los que provienen de animales tienen un impacto mucho mayor en el planeta. Este tipo de industria, tanto de carne como de lácteos, puede acarrear consecuencias como creación de gas metano o la deforestación. En el caso de la pesca, puede suponer la degradación de los océanos.

Por ello, desde la ONU recomiendan llevar, en la medida de lo posible, una dieta vegetal. De hecho, llevar una alimentación vegana puede reducir la producción anual de CO2 de una persona hasta 2,1 toneladas. En el caso de la vegetariana, el descenso llegaría hasta las 1,5 toneladas. Con las recetas adecuadas, es posible llevar una alimentación completa y sostenible.

Por otro lado, también debemos estar atentos a nuestra cesta de la compra. Naciones Unidas explica que al comprar y consumir productos locales puede contribuir a evitar las emisiones correspondientes al transporte de los mismos. El ahorro de carbono por persona puede alcanzar hasta las 1,1 toneladas anuales.

En lo referente a los alimentos ecológicos, el hecho de evitar el uso de fertilizantes, responsables de gran parte de las emisiones de óxido nitroso, es una de sus ventajas. Además, gracias a la agricultura regenerativa, previene el desgaste del suelo, incrementando así la cantidad de nutrientes, entre otras cosas.

Producción propia

Para reducir los residuos alimentarios, comenzar a compostar es una gran opción, que podemos realizar nosotros mismos sin ningún tipo de coste. Con esta acción podemos evitar la creación del gas metano que se produce en las condiciones anóxicas de los vertederos, al ser enterradas. Por otro lado, disminuye las emisiones provenientes de su transporte

Para hacerlo, es necesario buscar un espacio parecido a un jardín o un huerto, en llano, bien aireado y con parte de sombra. Las dimensiones deben ser amplias y podemos fabricar la compostera con un cilindro y una malla de metal para garantizar la ventilación.  También puede hacerse con un cajón de madera.