Utilizar un calcetín, reutilizar compresas usadas, usar un cartón o incluso el papel de un periódico son opciones que sustituyen a los productos de higiene menstrual cuando algunas mujeres no disponen de recursos económicos suficientes para comprarlos.
Estos productos soportan un IVA del 10%, lo que eleva su precio, y no se consideran de primera necesidad. Por este motivo, es normal que muchas mujeres sin hogar o en situación de vulnerabilidad extrema empleen mecanismos antihigiénicos.
A veces, cuando pueden acceder a alguno de ellos, "hacen un mal uso porque exceden las horas permitidas", explica Ana Enrich, una de las impulsoras de la oenegé Period Spain.
"En España, un 21% de mujeres sufren pobreza menstrual", asegura Ana Enrich
Pasar una regla en la calle y no disponer de lo suficiente para cuidar tu higiene puede derivar en graves consecuencias físicas y psicológicas. Enrich habla de algunas de ellas: "Infecciones vaginales o de orina, por ejemplo, que pueden terminar dañando el aparato reproductor femenino". Las secuelas psicológicas pueden llegar a ser igual de duras, porque la "vergüenza" de no tener acceso a los productos necesarios genera "ansiedad y humillación", cuenta.
Para Enrich, la pobreza menstrual en personas sin hogar "se lleva al máximo exponente porque no tienes acceso a nada". Sin embargo, la alimentación es una prioridad para estas mujeres, por lo que este tema suele quedar en un segundo plano o, incluso, olvidado.
Cuando al hecho de estar sin hogar, le añades el de ser mujer, aumenta el miedo y la inseguridad. Isabel, que pasó tres años en situación de calle, lo afirma: "Estar con la regla en la calle es un problema gordo, influye mucho".
"No tienes dinero para comprar compresas o tampones, y si los consigues, ¿dónde te metes para cambiarte?, ¿en un bar?", enfatiza.
Según la Asociación Realidades "los recursos para personas sin hogar están pensados para hombres y muy poco adaptados a mujeres"
En general, mantener la higiene en la calle es complicado, e influyen mucho las condiciones meteorológicas. Pero, como indica Isabel, "al final te haces inmune porque tienes que acostumbrarte a todo".
Actualmente, dispone de una pensión y es usuaria de algunos talleres de la Asociación Realidades. Desde esta organización aseguran que "los recursos para personas sin hogar están en general pensados para hombres y son muy pocos los programas adaptados a mujeres". En su centro de día disponen de productos menstruales, sin embargo, se solicitan poco, pues no hay muchas mujeres dadas de alta, y las que hay, suelen ser mayores.
Asimismo, en su campaña Mujeres Sin Hogar, reivindican la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el sinhogarismo. Y, entre estas peticiones, se encuentran la de facilitar compresas, tampones y ropa interior, así como organizar los centros o albergues para adaptar los baños a las necesidades de las mujeres.
Algo parecido hacen desde Somos Tribu Mujeres, donde cuentan con una despensa para distribuir productos de higiene menstrual a las mujeres sin hogar o que tienen dificultades para acceder a ellos.
"Nos dimos cuenta de que entregábamos estos productos aleatoriamente", cuenta Ana Escriba, una de las colaboradoras. Ahora entienden que dependiendo de la situación personal, cada mujer necesita uno u otro producto.
Escriba cuenta que fue durante la pandemia de la covid-19 cuando empezaron a atender, sobre todo, a mujeres que estaban en situación de calle. Además, dentro de su despensa han incluido la copa menstrual, pues al ser reutilizable es una gran opción para las mujeres en situación de vulnerabilidad. Sin embargo, Patricia Gallardo, responsable de la despensa de productos de higiene menstrual, cuenta que es complicado generalizar su uso, "al tratarse de madres y muchas, mujeres extranjeras, la ven como un misterio".
Acabar con la pobreza menstrual
Enrich impulsó Period Spain durante el confinamiento junto a un grupo de mujeres comprometidas que quieren centrar el debate en poner solución a la pobreza menstrual. El problema que arrastra este concepto viene porque todavía existe cierto estigma en torno a la menstruación.
No existen datos específicos sobre pobreza menstrual. Pero desde esta asociación indican que es una derivada de la pobreza económica. "En España hay un 21% de mujeres en situación de pobreza, por lo tanto, un 21% de mujeres sufren pobreza menstrual". Muchas se ven obligadas a elegir entre comer o comprar una compresa.
Al tratarse de un tema tabú, actualmente, no existen investigaciones sobre ello. "Hay que entender que la menstruación es un indicador de salud", cuenta Enrich. Solamente a partir de aquí, empezaremos a tomar medidas para naturalizarla y atender a las necesidades de tantas mujeres.
Ayer, 11 de noviembre, las integrantes de Period Spain se manifestaron en el Congreso de los Diputados con la intención de reivindicar la necesidad de centrar el debate en la pobreza menstrual. Además, presentaron las más de 70.000 firmas recogidas en su campaña de Change.org #StopPobrezaMenstrual.
Sus peticiones son claras: en primer lugar, quieren que los legisladores se comprometan a reducir a un 4% el IVA de los productos menstruales para así considerarlos de primera necesidad. Pero también que se concedan gratuitamente cada uno de ellos en los establecimientos públicos, que se hagan estudios e investigaciones sobre el tema y, por último, la creación de campañas de sensibilización para naturalizar la menstruación.
Es algo que viven miles de mujeres, estén o no en situación de calle. Y lo más importante, como explica Enrich, es que la gente entienda el problema y contribuyan a resolverlo. Es necesario "alzar la voz y romper el silencio", cuenta. Este será el principio para garantizar una menstruación segura, saludable y natural para todas las mujeres.