Cerca de Maputo, capital de Mozambique, se encuentra la Casa do Gaiato, en la que viven 150 niños y niñas entre 3 y 18 años en riesgo de exclusión social. Allí reciben apoyo y disponen de todos los recursos que necesitan: alojamiento, ropa y educación.
Según el Fondo de Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), la situación en Mozambique empeoró tras el paso del ciclón Eloise en enero de este año. Aseguran que "más de 176.000 personas, incluidos 90.000 niños y niñas, necesitan ayuda humanitaria".
Las consecuencias que dejó esta tormenta junto con las del ciclón Idai en 2019, sobre todo en las zonas rurales, fueron devastadoras. Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF, explica que "esta última tormenta es un claro recordatorio de que los niños son los más afectados por los fenómenos meteorológicos severos relacionados con el clima".
La dificultad de muchas familias para recuperarse de estos fenómenos meteorológicos, junto al conflicto que se vive en algunas zonas del país, afecta al desarrollo de la infancia y, sobre todo, a su escolarización.
Por ello, la empresa Zajabu, nacida en 2021 para apoyar a la Casa do Gaiato, ha desarrollado un proyecto agrícola y humano que consiste en la producción de Moringa oleifera, un árbol que se adapta adecuadamente a las condiciones climáticas de la región y cuyas cortezas, hojas y semillas tienen múltiples usos.
Parte de su utilización se da en medicina natural, y cabe destacar el aceite de moringa como ingrediente para cosméticos y productos medicinales y nutracéuticos de parafarmacia. También para el cuidado de la piel, el cabello, salud bucal, y desodorantes.
"La pandemia ha disminuido los ingresos a la vez que ha aumentado los gastos, esta iniciativa es más necesaria que nunca", cuenta Carlos Baratech, director y socio fundador de Zajabu.
El objetivo es compartir el 50% de los beneficios con la casa de acogida a través de un acuerdo de cooperación a largo plazo. Los chicos y chicas que viven allí no trabajan directamente en la producción, pero genera beneficios económicos que ayudan a mejorar su calidad de vida y permite aumentar el número de niños que acoge la casa.
Un aprendizaje personal y laboral
En esta casa, la mayoría de los niños son huérfanos, pero gracias a los procesos de escolarización y formación profesional en los que trabajan, consiguen una plena integración en el mundo laboral.
Debido al potencial de los chicos, desde Zajabu consideran que la actividad agropecuaria constituye una oportunidad de negocio y financiación para la casa de acogida, ya que dispone de más de 1.000 hectáreas.
Baratech, explica que "con este proyecto Zajabu tiene una doble vertiente: social y empresarial". Por un lado, nace para apoyar económicamente la labor de la casa. Pero también tiene una visión empresarial, para sostener el propio proyecto. En este sentido, quieren animar a todos los interesados en la iniciativa a que contribuyan a través de préstamos participativos.
Uno de los fundadores del programa señala que "está largamente meditado, en colaboración y con la mirada puesta en un desarrollo a largo plazo, que impacte realmente en las personas, empoderando a mujeres, creando puestos de trabajo locales, respetuoso con el medio ambiente y que revierta los beneficios económicos en la comunidad".
Asimismo, la mayoría de los trabajadores son personas que están vinculadas con la casa de acogida, destacando la labor de las mujeres de la zona, promoviendo su empancipación e implementando acciones para facilitar la conciliación familiar.
Asimismo, los fundadores del proyecto señalan que promueve el desarrollo de la región, pues trabaja personal de las aldeas cercanas, lo que permite "generar puestos de trabajo estables y seguros, y dinamizar la economía local".