Aunque parezca sacado de la ciencia ficción, transformar algas en abonos, bioestimulantes y biofertilizantes para reactivar los suelos agotados por la sobreexplotación es posible. La empresa de biotecnología marina Ficosterra lo hace realidad desde 2017.
Su creador, Luis Lombana (1964, São Paulo), es un ingeniero de telecomunicaciones que apenas ejerció su especialidad, pero aprovechó sus conocimientos para apostar por la economía circular.
La semilla que le impulsó a crear esta empresa, cuenta Lombana, se plantó en el año 2000. "Era conocedor de que la agricultura tenía un potencial muy grande, pero un impacto negativo en el medio ambiente por consumo excesivo de agua, sus emisiones de CO₂, o la llegada a los océanos de exceso de nitrógeno y potasio", asegura.
Así, este ingeniero entendió que era necesario impulsar un cambio pues, reconoce, ya en aquel momento vio que "el consumidor iba a demandar una comida saludable". Y es que algo está claro, y empezaba a dibujarse en el horizonte por aquel entonces: "Muchas de las enfermedades que tenemos ahora son debidas a las condiciones medioambientales y a lo que comemos", afirma.
De la banca a la tierra
Lombana cuenta que fue, sorprendentemente, al trabajar en el banco Argentaria –lo que sería el futuro BBVA–, cuando entró en un mundo que, por aquel entonces, a finales de los 90, no conocía mucho: "El de la sostenibilidad, el medio ambiente, la calidad del agua y la del aire", explica.
Desarrollar modelos financieros para créditos de CO₂ era uno de los mercados potenciales, y él tenía la capacidad necesaria para trabajar en ello.
Este pequeño acercamiento junto con su gusto por el mar se sumaron a un viaje que realizó a Japón. Allí descubrió, dice, "el minimalismo y la perfección de las algas en todos sus ámbitos". Y añade: "Se usaban no sólo de forma generalizada para alimentar, sino para cultivar".
Fue en ese momento cuando comenzó a investigar. Y de la curiosidad nación Ficosterra, cuyo nombre desprende su propia esencial: fico o phykos es alga en griego y terra, tierra en latín. Es decir, "la aplicación de algas a la tierra", indica.
"En un viaje a Japón descubrí que las algas se usaban no sólo para alimentar, sino para cultivar", cuenta Lombana
Lombana asegura que Ficosterra no se trata de una compañía "con un porfolio muy extenso", pero es algo que compensa con su labor. Como su propio nombre indica, se basa, principalmente, en ofrecer productos fertilizantes a base de algas para cualquier tipo de cultivo, y "especialmente para el cultivo de alto valor", como los frutos rojos, plantas hortícolas o uvas, concreta.
Una tradición heredada
Este ingeniero y emprendedor se remonta al pasado para explicar que las algas ya se usaban hace siglos, pues algunos romanos ya eran agrónomos. Y, entre ellos, recuerda a Columela, pionero en el sector agrario.
E indica en que el uso de las algas que llegan a la costa, por ejemplo, no es nada nuevo: "En poblaciones costeras de muchos sitios en Europa emplean la arribazón de algas marinas" y le dan otro uso.
Y aunque históricamente se han empleado bastante dentro del ámbito doméstico como elemento fertilizante, aclara que "el desarrollo científico en los últimos 20 años nos ha permitido saber por qué las algas funcionan bien". Se trata, entonces, de una combinación de recursos intelectuales modernos con otros ancestrales.
ADN sostenible
"No hemos necesitado adaptarnos para ser sostenibles, hemos nacido con ese ADN", asegura Lombana. Su filosofía se ha expandido hace ya un año al continente americano. En 2020 crearon Ficosterra América en la costa de México, después de realizar una joint venture (en español, proyecto conjunto) con una empresa local.
"Ficosterra es fácil de usar, eco y con un coste igual o inferior al resto de productos", cuenta su creador. Y es que uno de los mayores problemas es el desconocimiento de algunos agricultores que ignoran el poder de las algas y piensan que los productos ecológicos son caros.
Ficosterra ha recibido el reconocimiento de Ocean Innovatio Challenge de Naciones Unidas
Naciones Unidas, a través del United Nations Development Program, lanzó en el año 2020 el Ocean Innovation Challenge, un mecanismo para acelerar el progreso del Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (vida submarina), para identificar, financiar y asesorar ideas innovadoras. Esta iniciativa reconoció el trabajo de Ficosterra. "De los 600 proyectos presentados, seleccionaron 9", cuenta su fundador.
Orgulloso, explica que Naciones Unidas les ha podido respaldar económicamente con este programa "para demostrar que nuestra tecnología puede reducir el impacto de los contaminantes en el océano".
Y es que la vocación de Ficosterra es dar soluciones ecológicas a la agricultura convencional, pues como concluye Lombada "nunca un beneficio para el agricultor fue tan sostenible; hablamos de una mejora en la producción, de cultivos más sanos y productos orgánicos".