No saber llegar a la consulta médica, perderse en el metro o no encontrar la puerta de embarque en un aeropuerto, como si de un laberinto se tratara. Todas ellas son acciones diarias que se vuelven complejas sin necesidad. Algo tan sencillo como una mejor señalización haría que encontrásemos fácilmente nuestro destino. Y eso tiene un nombre: accesibilidad cognitiva.
La falta de información para entender a dónde ir o qué pasos seguir en un proceso burocrático, por ejemplo, afecta, sobre todo, a una parte de la población que tiene dificultades de comprensión. "La accesibilidad cognitiva no es sólo para las personas con discapacidad intelectual, que, al fin y al cabo, es una población pequeña", asegura Sebastián González, gerente de la asociación Plena Inclusión Extremadura. Garantizarla, dice, beneficiaría también a las personas mayores, niños y niñas.
Según indica este experto, "la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que 1 de cada 3 personas necesita de la accesibilidad cognitiva" en su día a día. Todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos sentido perdidos en ciertas situaciones o lugares.
La accesibilidad cognitiva facilita el acceso a productos o servicios sin importar la capacidad de cada persona
El informe Posicionamiento sobre accesibilidad cognitiva, elaborado en 2020 por Plena Inclusión, indica que la accesibilidad es un "derecho llave", pues permite "abrir la puerta a otros como la salud, el empleo o la educación". Precisamente esa es la labor de la Oficina de Accesibilidad Cognitiva y Lectura Fácil de Extremadura (OACEX), coordinada por Plena Inclusión Extremadura, y primer centro público en España dedicado a ello.
Medir la accesibilidad cognitiva
Para conseguir una accesibilidad plena, es necesario garantizar la cognitiva. Es decir, facilitar productos, espacios o servicios para que cualquiera pueda entenderlo de forma eficiente "con independencia de su capacidad de atención, memoria, lenguaje, orientación o razonamiento", explica Miguel Ángel Valero, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Sistemas de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid.
Y de eso se encarga Rubén Márquez, validador de textos y evaluador de entornos en Plena Inclusión Extremadura. "Ayudo a que otras personas con dificultades de comprensión entiendan el mundo que les rodea de una manera más fácil", aclara.
Desde la organización cuentan con trabajadores con discapacidad intelectual o del desarrollo para desempeñar esta labor. Consiste, principalmente, en validar si los textos cumplen el criterio de lectura fácil. Pero también en observar y analizar los entornos para detectar que son eficaces y permiten que las personas con dificultades de comprensión puedan disfrutar de ellos.
Este paso es esencial porque la accesibilidad cognitiva no puede medirse con exactitud: cada persona puede presentar un grado diferente de comprensión sobre diferentes temas o situaciones. En su informe, Plena Inclusión cuenta que "la única forma de medir si algo es comprensible es comprobarlo con personas con dificultades de comprensión".
Legislación, el inicio del cambio
Una de las reclamaciones más urgentes de las asociaciones especializadas es la aplicación de una legislación que facilite la vida de las personas en un mundo cada vez más complejo. "Pedimos a la sociedad y los políticos que incluyan la accesibilidad cognitiva en las leyes para conseguir un mundo más fácil e inclusivo", recalca Márquez.
En esta línea, González añade que la accesibilidad física o sensorial está más reconocida. "No se concibe en el acceso a cualquier edificio público que no haya una rampa o un ascensor", remarca. Sin embargo, la cognitiva, una de las ramas de la accesibilidad universal, no está completamente desarrollada, en parte por el de desconocimiento.
La aplicación de una ley que mida la accesibilidad cognitiva debe dejar claro, según indica en su estudio Plena Inclusión, que la colaboración y participación de las personas con dificultades de comprensión es determinante. Son ellas las que podrán indicar si esa adaptación y comprensión se cumplen.
No aplicarlo tiene consecuencias directas en cuestiones como la salud. Desde la OMS, aseguran que las personas con discapacidad intelectual suelen encontrarse con dificultad para acceder a la información sanitaria. Y, además, durante la pandemia ha quedado remarcada la importancia de adaptar los trámites online, no sólo en materia sanitaria, también educativa o administrativa.
Las personas con dificultades de comprensión son determinantes para evaluar la accesibilidad de un espacio
Lo mismo ocurre con la Administración pública y la necesidad de que textos de leyes, documentos oficiales o procesos administrativos se adapten. Márquez explica, por ejemplo, que una de las cuestiones más complicadas para él fue entender la Constitución.
Pero más allá de esa lectura y comprensión de la carta magna, algo tan cotidiano como ejercer el derecho al voto a veces se vuelve todo un desafío para muchas personas. Para facilitarlo, desde Plena Inclusión disponen del programa Mi voto cuenta, donde se recogen programas electorales adaptados a lectura fácil.
Un trabajo conjunto
Para adaptar los entornos, las tecnologías, libros o museos, hay que pensar y concebir "ámbitos intuitivos, no necesitados de una especial atención o conocimiento previo, sencillos de recordar, simples en su percepción", aclara Valero.
Esto debe aplicarse, de igual modo, a las tecnologías y las aplicaciones móviles. Para González, la brecha digital no sólo se debe a la falta de recursos, monetarios o técnicos, también "a la falta de comprensión".
Propiciar estos cambios es una tarea conjunta. En una sociedad en la que todos vamos con prisa, facilita acciones diarias, como escribir un mensaje, ir a un concierto o leer un libro, es algo que nos afecta a todos. Porque, como resalta Márquez, "¿quién no se ha perdido alguna vez en una ciudad?".