Cocinar, asearse, conservar los alimentos o calentarse en invierno. Todas ellas, acciones cotidianas que se vuelven un rompecabezas cuando no dispones de electricidad en tu hogar. Son las consecuencias que presenta la pobreza energética en muchos países, y también en España. Desde Médicos del Mundo, trabajan a través de la campaña La factura positiva de la luz para ayudar a las personas y comunidades que sufren esta situación.
La pobreza energética ya era un problema real antes de la pandemia, aunque esta ha contribuido a agudizarlo junto con la constante subida de los precios de la luz. Al irrumpir la covid-19 la oenegé no pudo seguir con la campaña, pero este año han vuelto a lanzarla.
"Hay pobreza energética en hospitales y centros de salud de países subdesarrollados, pero también aquí hay imágenes que nos trasladarían a otros territorios del mundo", asegura Nieves Turienzo, presidenta de Médicos del Mundo.
Se trata de un problema global, pues según indica la organización, 759 millones de personas en el mundo siguen sin tener electricidad y cerca de la mitad de ellas vive en zonas frágiles y afectadas por conflictos. Ven cada vez más lejos alcanzar el acceso universal a la luz en 2030, como marcan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pues en ese momento seguirán sin disponer de luz alrededor de 660 millones.
Barrios sin luz en España
Desde Médicos del Mundo alertan de que la falta de luz afecta a 6,8 millones de personas en nuestro país y a un tercio de la población mundial. Barrios de Madrid, Galicia, Cataluña o Andalucía, entre otros, "viven una auténtica emergencia humanitaria y sanitaria en silencio", describen.
Los grupos vulnerables, aquellos que se encuentran en riesgo de exclusión social que no pueden acceder a servicios mínimos, son los más azotados por esta realidad. Personas mayores en situación de extrema pobreza, familias sin ingresos o migrantes que por su situación administrativa irregular viven en condiciones precarias presentan el mismo problema.
"Unidos los pocos ingresos a un alto precio de la energía y las viviendas deficientes energéticamente, sus facturas de la luz corren riesgo de impago o corte de suministro", cuenta Turienzo.
Hogares sin calefacción, o que directamente no pueden permitirse encender la luz, demuestran que la pobreza energética es un problema de salud pública, como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las consecuencias físicas o psicológicas pueden ser devastadoras para estas personas: las probabilidades de padecer bronquitis, depresión o ansiedad son 5 veces superiores en ellas que en el resto.
Nora, voluntaria de Médicos del Mundo en Vigo, es tajante: "Antes atendíamos por frío en las calles. Ahora estas emergencias ocurren dentro de las casas". No poder conservar medicamentos, como la insulina, o no disponer del funcionamiento de una cama articulada para personas de movilidad reducida son algunos de los casos que atienden desde la asociación.
Asimismo, la falta de suministro eléctrico aumenta la mortalidad y el riesgo de padecer otras enfermedades cardiovasculares, respiratorias, gripe o asma. En 2011 la oficina regional para Europa de la OMS cifraba en 38.200 las muertes prematuras anuales asociadas a la pobreza energética en 11 países europeos.
Y según Naciones Unidas, el 13% de la población mundial todavía no dispone de acceso a servicios modernos de electricidad. Esto lleva a las personas a buscar alternativas para cocinar o calentarse, como los fuegos o el carbón, muy perjudiciales para la salud.
Hospitales sin luz
La pobreza energética arruina la vida de las personas en muchos territorios de África, donde uno de cada cuatro hospitales no tiene electricidad, según datos de Médicos del Mundo. "Sé que cuando viene un paciente y no hay luz el riesgo es mucho más alto”, explica Bona, médico de la asociación en Kabala (Sierra Leona).
En esta ciudad, el apagón llega sin previo aviso y cunde el pánico en un hospital donde las operaciones se realizan a la luz de una linterna. Todas las máquinas, de repente, se vuelven inservibles y se corta el agua.
Para paliar esta situación, desde Médicos del Mundo han instalado placas solares y baterías en centros de salud y hospitales en Sierra Leona y Mauritania. Sin embargo, no es suficiente cuando la salud de las personas está en juego.
Por eso, Turienzo recuerda que "se trata de un problema que requiere de una respuesta urgente e inmediata. De nada sirve un respirador o una incubadora si no hay luz y, muchas veces, esta es la diferencia entre la vida y la muerte”.