La contaminación acústica es el exceso de ruido al que los seres humanos estamos expuestos constantemente, principalmente en las ciudades y por culpa del tráfico. Se trata de un problema ambiental que también afecta a nuestra salud. Para contribuir a reducir esta cuestión, el grupo de investigación de Acústica Arquitectónica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha realizado un estudio sobre cómo llevar a cabo un aislamiento acústico y térmico de edificios a través de vaqueros reciclados.
María Ángeles Navacerrada, responsable de la investigación, afirma que gracias a una "nueva mentalidad basada en la sostenibilidad en relación a los materiales de construcción, casi todos los investigadores buscan nuevas líneas de estudio". Una de esas alternativas es la de los materiales absorbentes acústicos y, en concreto, la de los materiales naturales porosos, su área de especialización.
Este grupo de la UPM colabora además con la Universidad Pontifica Bolivariana (UPB), en Colombia, donde ya trabajan con fibras naturales como el coco o el fique. Gracias a la técnica de punzonado consiguen crear una red de fibras unidas que sirven como aislantes. "En la colaboración entre ambos grupos, ellos fabrican y nosotros disponemos de las herramientas para llevar a cabo la caracterización acústica y térmica de estos materiales", explica la investigadora.
El estudio se ha centrado, principalmente, en analizar las características de estos materiales y comprobar su funcionamiento. Los resultados no han llegado a llevarse a la práctica, aunque las primeras muestras revelan que podría ser una opción factible y una alternativa sostenible a las lanas minerales que se utilizan habitualmente como aislantes en la construcción.
Una nueva vida para los vaqueros
Al producir cada temporada, la industria textil desperdicia gran parte de las prendas que, por cuestiones de acabado o excedentes, terminan convirtiéndose en desechos. Según cuenta Navacerrada, cerca de las inmediaciones de la UPB hay una fábrica de vaqueros donde todo aquello que la empresa no reciclaba era deshilachado con un molino de cuchillas. "Ese material resultante lo reutilizaban o se lo ofrecían a talleres mecánicos para la limpieza", recuerda.
"Pensamos que igual que se había hecho con las fibras naturales, debíamos intentarlo ahora con estas fibras que ya nos daban deshilachadas, pasarlas por la punzonadora y ver si funcionaba". Por eso el trabajo principal del grupo ha sido la reutilización de ese material, formado por las fibras de los vaqueros y generado tras el deshilachado, para comprobar sus características como aislante acústico y térmico.
"No es fácil conseguir que el sector de la construcción cambie", explica Navacerrada
Aunque todavía no se haya aplicado el estudio, la experta explica que la opción más factible sería construir muros con sistemas multicapas en los que se puedan incluir estos materiales. No obstante, para poder colocar esas fibras en las fachadas de los edificios habría que evaluar otro tipo de propiedades como la resistencia al fuego o la existencia de plagas.
Navacerrada explica que se trata de materiales que "van a arder fácilmente, por lo que hay que darles un tratamiento para evitar que el fuego se propague". Es en este tratamiento cuando la visión ecológica y sostenible tiende a perderse, lo que demuestra que todavía quedan avances por hacer. "No es fácil transformar la mentalidad ni conseguir que el sector de la construcción cambie", concluye.
El desperdicio de la industria textil
El objetivo del estudio, sin duda, muestra que la posibilidad de aprovechar los tejidos que desperdicia la industria textil es una alternativa sostenible a la producción de otros tipos de aislantes acústicos o térmicos usados actualmente.
Cada vez son más las empresas que se unen a la economía circular creando productos nuevos con materiales reciclados. Tal y como avanza el informe Análisis de la recogida de la ropa usada en España de Moda re, las marcas de moda están produciendo casi el doble de la cantidad de ropa que antes del año 2000. Asimismo, los residuos que se recogieron en nuestro país en 2019 para su reciclaje solamente representan "el 12,16% del total de residuos textiles generados".
Y lo mismo ocurre con el desperdicio de agua o con las emisiones de CO₂, ya que la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés) asegura que "la industria de la moda produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos".
Por este motivo, Navacerrada señala que el uso de los materiales deshilachados como aislante son rentables si se tienen en cuenta también otros factores como el transporte. "Lo que muchas veces creemos que son productos sostenibles, después de hacer los cálculos de emisiones de CO₂ en trasporte, no lo son tanto", explica.
Considera que, evidentemente, convertir estos desechos en aislantes es una opción buena para la reutilización de tejidos de la industria textil, pero "hay que saber hacer una buena planificación para que de verdad sea sostenible".