La erupción del volcán de La Palma ha llegado a su fin tras 85 días de actividad. Este desenlace empuja a nuevos comienzos tanto a las familias afectadas por el desastre como a los miles de animales silvestres y mascotas que han visto alterado su hábitat y que ahora se ven forzados a un difícil proceso de adaptación.
"El volcán se está desgasificando pero nosotros seguimos aquí, porque la biodiversidad no para", explica Manuel Nogales, biólogo y delegado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Canarias. Su labor como profesional sobre el terreno le ha permitido descubrir la realidad de la fauna de la isla, donde hay especies que, como él cuenta, "lo han pasado muy mal".
Tras haber rescatado una última colonia de gatos en el sur de la isla, Nogales explica la dificultad que ha supuesto la protección de los seres vivos: "Hemos estado pendientes de toda la fauna, pero no se puede hacer mucho más porque no podemos luchar contra un volcán", añade. No sólo se trata de proteger animales domésticos, sino también al ganado, a los reptiles, a las aves o a los insectos.
¿Y la fauna silvestre?
Una de las peores consecuencias la han sufrido los reptiles. "Sobre todo a dos kilómetros de diámetro del cráter volcánico han desaparecido lagartos y salamanquesas", cuenta Nogales, aunque mantiene la esperanza: "Espero que hayan escapado mejor de lo que percibimos por el aspecto de la naturaleza actualmente. Lo veremos en la próxima primavera".
Pasados los dos kilómetros más cercanos al volcán parece que la situación cambia para esta especie. Los lagartos medianos y grandes han aguantado, sin duda, mejor que otras especies. Algunos, sin embargo, han visto destruidos sus refugios por el paso de la lava. "Ahí debieron de morir miles", destaca el experto.
Otro grupo amenazado han sido las aves. Se cree que la mayoría han volado lejos de las inmediaciones del cráter, donde prácticamente no se han encontrado cadáveres de muchas de ellas. Esto le hace pensar que especies como el pinzón vulgar lograrán sobrevivir. Algo parecido ha ocurrido con un mamífero predominante en la isla, el murciélago de Madeira, una especie que ha disminuido durante los últimos meses.
Cuando el grupo de expertos hizo sus expediciones para realizar el conteo de lagartos, también descubrieron el sufrimiento de los insectos. Era difícil encontrar en los suelos algo más que ceniza. "En su mayoría desaparecieron durante la segunda semana de vida del volcán", explica Nogales. Sin embargo, alejándose de las inmediaciones de la explosión de lava, parece que la fauna vuelve, poco a poco, a su estado previo a la erupción.
Los investigadores como Nogales, que han hecho del terreno insular palmero su base de operaciones, lo tienen claro: "La sociedad de La Palma no tiene dudas de que la ciencia ha salvado muchas vidas".
Erupciones históricas
Una de las claves que dará a los científicos un mayor conocimiento sobre la neocolonización de las especies es el estudio de las lavas históricas del siglo XVIII, XIX y XX, según reseña Nogales. Para los expertos como él resulta fundamental conocer la época de las erupciones previas y la fauna que actualmente vive en ellas.
Aunque también alude a la importancia de acabar el 2022 para hacerse una idea general del panorama que le espera a la fauna en La Palma: "Puede ser que de aquí a un año nos podamos llevar alguna sorpresa y aparezcan cosas que no vemos ahora", concluye el experto. Actualmente, la situación de la ciudad se encuentra bajo control, en parte gracias a un ingente número de personas y asociaciones que, desde el primer momento, se han desvivido a la hora de tratar de cubrir los gastos de todos los animales que han recibido.
Las mascotas domésticas
Imanol Jiménez, presidente de la asociación ANIPAL, y Esther Campos, de la protectora Benawara, trabajaron durante la erupción del volcán para dar refugio y alimento a cientos de animales que llegaban cada día a sus instalaciones.
Jiménez cuenta que en el momento de la erupción su albergue fue el único de la isla que estaba disponible para animales, en parte gracias a una granja privada que pudieron reformar poco a poco. Días antes del estallido ya habían comenzado a prepararse para albergar a una mayor capacidad de animales. "Notábamos a los perros nerviosos en el propio albergue y sabíamos que algo iba a ocurrir", narra.
Desde el primer día Jiménez transportó en furgón a todos los animales. Según sus características, se fueron derivando a uno u otro lugar. Campos, por su lado, conisguió que el cabildo les cediese unas instalaciones con el objetivo de preparar un refugio para cientos de gatos y perros. "Aunque las canchas del pabellón deportivo donde se encuentran están techadas, los animales han estado expuestos al viento y a la ceniza, que ha sido brutal", explica.
Antes de la erupción, en Benawara se dedicaban principalmente a la acogida de animales. Sin embargo, tras la catástrofe tuvieron que buscar otras medidas, de ahí la creación de un refugio improvisado suministrado gracias a todas las ayudas individuales que recibían.
"El volcán ya ha parado, pero el trabajo con los animales continúa", señala Imanol Jiménez, presidente de ANIPAL
Las casas de acogida siempre han sido la primera opción: el problema es que después de tanto tiempo, según cuenta Campos, "están cayendo y estamos trayendo perros y gatos al refugio". Un refugio que no es oficial y del cual tendrán que salir en algún momento. Para que todos los animales que acogen no se queden en el limbo necesitan ayuda: "Vamos a invertir en un refugio real y necesitamos apoyo porque nos vamos a financiar nosotros, como hemos hecho hasta ahora".
Actualmente, no disponen de ayudas económicas, y aunque el cabildo concedió 30.000 euros a las asociaciones encargadas de proteger los animales domésticos en la isla, desde las mismas consideran que no es suficiente. "Ha tocado unos 5.000 euros a cada asociación, muy poco en relación con la cantidad de animales y trabajo que se ha hecho", explica el presidente de ANIPAL.
Una labor que conlleva en todos los casos pasear a los animales, alimentarlos, limpiarlos, alquilar un local y cubrir los gastos veterinarios. Un desembolso que se han triplicado a pesar del cese de la actividad volcánica. "El volcán ya paró, pero el trabajo con los animales continúa", concluye Jiménez.
Volver al hogar
Los animales parecen haberse acostumbrado a las caras nuevas y a estar lejos de sus familias. Muchos, aterrados por el ruido del volcán y el repentino cambio de situación, han presentado niveles de estrés muy altos. Ahora, más tranquilos, desean volver a su hogar.
La mayoría de las familias llevaron a sus mascotas a los centros de evacuación donde las asociaciones los recogieron para llevarlos a sus instalaciones. Otros, como los animales de ganado, fueron rescatados.
Las asociaciones tienen localizados a la mayoría de los dueños de los animales que albergan. Algunos fueron evacuados pero no perdieron sus casas; otras personas sí, por lo que cada vez es más complicado que puedan recuperar a sus mascotas. "Muchos de los dueños quieren recuperarlas, pero también son conscientes de la realidad", explica Jiménez.
"Hay personas que han tirado la toalla, y ahora que ha parado el volcán ven que no tienen una solución para sus animales y nos dicen que no pueden venir a recogerlos", concluye Esther.
Las ayudas desde otras islas
Desde Tenerife, el equipo de Cristo Gil, presidente de la asociación Brigada de Rescate Animal Orión, brindó ayudas al refugio y a las asociaciones de La Palma. "Aportamos todo tipo de productos relacionados con los animales porque se vieron saturados en cuestión de horas", explica.
Debido a la saturación que sufrieron los albergues de animales desde su organización tinerfeña consiguieron unos 10.000 kilos de comida en 5 días gracias al apoyo de vecinos, voluntarios y empresas. Desde Orión habilitaron también un número de cuenta y pudieron recaudar 3.300 euros que se repartieron entre 3 asociaciones palmeras que se encargaban de la protección de los animales.
"Hemos estado en contacto continuo con la Guardia Civil y con las fuerzas del Estado. Siempre hemos estado predispuestos a colaborar y a trabajar, pero, sin duda, el mayor esfuerzo ha recaído sobre las asociaciones de La Palma", explica Cristo Gil, y recuerda que además de aportar ayuda económica y comida, consiguieron crear en Tenerife un santuario de animales para aquellos perros más mayores.
El futuro de los animales sigue siendo incierto al igual que el de muchas familias que un día les dieron hogar. Por ello, es más necesario que nunca la ayudas que brindan las casas de acogida y las protectoras, pero, sobre todo, aquellas que ayuden a las familias a recuperar sus casas para que puedan volver sus animales. Porque como cuenta Gil: "Algunos volverán con sus familias, pero otros van a formar parte de los miles que están en los refugios ya abandonados".