Tras el alto al fuego de las FARC en Colombia, en Tumaco (departamento de Nariño, al suroeste del país) se cocinó a fuego lento la tormenta perfecta para que el ciclo de violencia no llegase a su fin, especialmente aquella dirigida contra las mujeres, que no ha hecho más que acuciar las desigualdades de género. Por si eso no fuera poco, desde hace dos años, la pandemia del coronavirus agudizó una situación ya delicada para las mujeres, especialmente las afrodescendientes e indígenas que viven en rurales.
Con el objetivo de garantizar sus derechos y unas condiciones de vida dignas tras el paso del virus, las oenegés Alianza por la Solidaridad y Cordeagropaz han lanzado el proyecto Mujeres de Tumaco recuperan sus derechos después de la covid-19, una iniciativa financiada por el Gobierno de La Rioja que ya ha ayudado a 180 familias productoras del cacao, un total de 704 personas de las que 373 son mujeres. Entre ellas, se encuentran las de Claudia Pascal Rodríguez y María Calderón, dos mujeres colombianas que, ahora, ven un futuro prometedor para los suyos.
Detrás de esa recuperación de derechos se encuentra la educación para la sostenibilidad económica y productiva. "Que nos capaciten, que nos enseñen cómo cultivar, cómo manejar, cómo llevar registros… eso sirve mucho", asegura Pascal Rodríguez, miembro de la Asociación Agromira. La formación teórica, unida a talleres prácticos, ha permitido que se vaya recuperando el tejido productivo del sector del cacao en las comunidades afectadas por el conflicto armado y la covid.
El resultado es claro: han mejorado los cultivos y se han transformado el sector y la comercialización con criterios de sostenibilidad. Pascal Rodríguez reconoce que "hay muchas cosas que a veces se desconocen, y cuando te las enseñan te ayudan a tener esa disciplina de llevar registros, saber cuánto saco, cuánto me genera, cuánto gasto…".
Calderón, una de las socias de Procacao, un grupo de 9 mujeres y 3 hombres cultivadores, procesadores y transformadores de cacao, coincide con su vecina y asegura que "este proyecto nos ha dejado muchas cosas positivas, entre ellas las capacitaciones de campo". Y añade: "Muchos conceptos que uno no tenía muy conocidos ahora los conoce, como la enfermedad de los árboles o cómo aplicar productos fitosanitarios".
Aprendizaje continuo
Según Alianza por la Solidaridad, el 69% de las mujeres integrantes de las unidades productivas de cacao han mejorado sus conocimientos sobre el manejo del cultivo. Ahora, "están capacitadas y cuentan con herramientas y tecnologías para la mejora en el manejo del cultivo de cacao", asegura la oenegé.
Las cifras lo dicen todo: 100 personas (62 mujeres, 38 hombres) se han formado y han fortalecido su conocimiento en aspectos técnicos productivos agroecológicos a través de talleres realizados con productoras expertas en cultivo del cacao y uso de biofertilizantes y abonos orgánicos. Además, 137 personas (94 mujeres, 43 hombres) son ahora capaces de realizar la identificación, el manejo y el control fitosanitario del cultivo de cacao.
"Se facilitan mecanismos y herramientas para que las mujeres vean reconocidos sus derechos", recuerda María Calderón
108 de los participantes también han aprendido a llevar a cabo registros económicos y financieros de sus propias empresas productoras. Una de ellas fue Pascal Rodríguez que, reconoce, haber aprendido a "manejar un cultivo para que me genere mayor ingreso".
Calderón asegura que, además, el proyecto de Alianza por la Solidaridad y el Gobierno de La Rioja ha facilitado que su empresa renueve su molino, su descascarilladora y su tostadora. Algo que, admite, "nos hacía mucha falta". La nueva maquinaria les permitirá aumentar su producción de cacao hasta llegar a las 10 toneladas de producto.
"Ahora que disponemos de estas máquinas, nuestra idea es generar empleo a otras personas fuera de nuestro círculo, porque vamos a aumentar la cantidad de producción", cuenta Calderón. Y anuncia que, además, se instalarán en una nueva sede que, ahora sí, tendrán en propiedad y no en alquiler.
Luchar contra la desigualdad
Gracias a proyectos como en el que participaron Calderón y Pascal Rodríguez, las mujeres más vulnerables de Tumaco y sus familias son capaces de acceder a recursos y capacidades que les permiten resistir los efectos de la covid-19. Porque Alianza por la Solidaridad no sólo ha formado a estas mujeres, sino que todas las familias que han accedido al programa han recibido kits de alimentos y de higiene para luchar contra el coronavirus, además de formación específica para evitar contagios.
Además, la oenegé asegura que "se facilitan mecanismos y herramientas para que las mujeres vean reconocidos sus derechos, accedan a servicios esenciales y se promueva una vida libre de violencias". Para ello, se han creado espacios específicos para prevenir la violencia de género y otros destinados a la atención a mujeres víctimas o en riesgo de sufrirla.
Atención psicosocial
Muy relacionado con la violencia de género sufrida por las mujeres de Tumaco está la atención psicosocial que también forma parte del programa de Alianza por la Solidaridad y el Gobierno de La Rioja para su empoderamiento. Según la oenegé, la población que más accede a este tipo de atención son mujeres en edad adulta (50%), seguidas de mujeres jóvenes (15%) y mayores de 60 años (6%). El 3% de los beneficiarios son hombres adultos y sólo un 1%, jóvenes.
Además, se han realizado acompañamiento y seguimiento de 17 casos individuales de mujeres afrodescendientes que han buscado ayuda para salir de la violencia de género, tanto en el seno del hogar como aquella producida como consecuencia del conflicto armado.
En total, Alianza por la Solidaridad ha atendido –en acciones colectivas– a un total de 281 personas, de las que el 91% fueron mujeres, en su mayoría afrodescendientes y un 13% de indígenas.