Doñana es uno de los espacios naturales más protegidos por su alto valor ecológico e importancia global como ecosistema, pero en los últimos años está sufriendo un declive sin precedentes. Una situación que le ha colocado bajo la lupa de la Unión Europea. Sus acuíferos están sobreexplotados y, a ojos del ejecutivo comunitario, no se toman las medidas para solucionarlo.
El conflicto en torno a la situación de este enclave natural ha vuelto a encender el debate estos días. Sobre todo desde que el Parlamento andaluz ha decidido dar luz verde a la proposición de ley sobre la reforma de los regadíos en el entorno de Doñana. Esta normativa abre la puerta a regularizar más de mil hectáreas más de cultivos.
Esta medida no ha sentado bien en Bruselas, que ha vuelto a lanzar una advertencia sobre lo que, a su juicio, es un ataque a espacios protegidos que llevan "décadas" sufriendo "un progresivo deterioro". El ejecutivo comunitario amenaza de esta forma con nuevas sanciones pecuniarias si no se pone en marcha un plan para preservar Doñana de su lenta agonía.
¿Tiene agua suficiente?
Doñana bebe de reservas subterráneas a las que apenas le queda agua suficiente como para poder nutrir las necesidades de su entorno, y mucho menos en época de sequía. Las lagunas se esfuman porque no llueve y el subsuelo está seco. La postal que queda es la de "una sequía a cámara lenta", como denuncia Juanjo Carmona, abogado y coordinador de Doñana del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
En el año 2020, el Gobierno de España, a través de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), declaró como sobreexplotadas tres de los cinco acuíferos de Doñana. De acuerdo a esta declaración, y tras décadas de declive progresivo, se reconocían las balsas de agua de La Rocina, Almonte y Marismas "en riesgo de no alcanzar el buen estado".
Dos años después, con los embalses de la Cuenca del Guadalquivir a menos del 30%, con lluvias que no llegan y la pretensión de incluir nuevas hectáreas en el plan de riego de la comunidad andaluza, la supervivencia de Doñana se tambalea.
Entre las medidas salvavidas puestas sobre la mesa está la del trasvase de agua para atender las demandas de riego de los agricultores de la zona. La consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Carmen Crespo, ha solicitado al MITECO la constitución "urgente e inmediata" de una comisión para llevar a cabo la transferencia de agua superficial.
Según Crespo, ya en 2018 se aprobó llevar a cabo el trasvase de unos 19 hectómetros cúbicos desde la cuenca del Tinto, Odiel y Piedras, que ahora mismo está en torno al 70% de su capacidad. En opinión de la consejera, de esta forma, se evitaría tener que utilizar los recursos subterráneos de agua de Doñana en plena sequía.
Qué amenaza Doñana
La situación de declive que vive Doñana orbita en torno a la disponibilidad de agua. Un problema ya detectado en la década de los 80. Por aquel entonces, Ted Hollis, Pierre Heurteaux y Jim Mercer visitaron Doñana para realizar un estudio hidrogeológico. Entre sus conclusiones, aseguraron apreciar un descenso general de la superficie de las aguas subterráneas y el incremento de pozos privados en el entorno del parque nacional.
En aquellos años, Matalascañas experimentaba un boom turístico y un urbanismo acelerado. Un crecimiento que se vio acompañado de una mayor demanda de agua para saciar las necesidades de los más de 100.000 veraneantes que llegan a un núcleo costero de unos 1.500 habitantes. Aún hoy continúa.
También crecían por aquel entonces las hectáreas dedicadas al regadío. Según un informe de WWF, el incremento de este tipo de cultivos para el periodo 2015-2019 se incrementó en al menos 552,5 hectáreas, de las cuales 302,3 pertenecían a la Demarcación Guadalquivir, y 250,2 a Tinto-Odiel-Piedras. Con unas 4.000 hectáreas de regadío sólo en Almonte (Huelva), la nueva proposición del gobierno andaluz podría sumar otras 2.000 más.
Además, los pozos ilegales en el entorno de Doñana parece que crecen como setas. En 2019, un informe del Parlamento Europeo informaba de al menos un millar. De ellos, las autoridades de la CHG clausuraron unos 400 pozos. No obstante, se desconoce si han aumentado en número en los últimos tres años.
Lo que sí señala la última investigación de WWF sobre El robo del agua es que las hectáreas regadas ilegalmente, es decir, aquellas sin derecho de riego concedido, sumaban la friolera de 4.729. Además, en los últimos dos años la media del volumen de agua extraída de manera irregular de Doñana alcanzaba los 13 hectómetros cúbicos.
Las medidas tras la sentencia del TJUE
El pasado mes de junio, España fue objeto de una sentencia histórica. El Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea (TJUE) condenó a nuestro país por "las extracciones desmesuradas de agua subterránea" en el Espacio Natural de Doñana. Un toque de atención que, además, iba acompañado de una advertencia que ha cobrado vida estas últimas semanas.
Bruselas reconocía ya hace unos meses que la situación que vivía este enclave natural protegido por la UNESCO era alarmante. En este sentido, llamaba la atención sobre la falta de información acerca del agua extraída de los acuíferos y pedía la puesta en marcha de medidas capaces de revertir la situación en un plazo adecuado.
El Gobierno andaluz pretende ahora modificar el conocido como Plan de la Fresa, aprobado en el año 2014. Su objetivo era reordenar el territorio mediante la regularización de fincas consideradas como regables, así como eliminar las hectáreas entendidas como ilegales. Sin embargo, desde su entrada en vigor más del 80% de las medidas acordadas no se han cumplido ni se han eliminado las hectáreas de cultivo en situación irregular.
Ahora, el parlamento andaluz ha tramitado la proposición de ley que reforma este plan sobre regadíos ubicados al norte de la corona forestal de Doñana y abre la puerta a regularizar unas 1.460 hectáreas de cultivo antes consideradas como ilegales. El gobierno de la región alega que el plan aprobado hace ocho años aprobado por los socialistas "no se atenía a la realidad histórica de la zona".
No obstante, un estudio técnico elaborado por WWF ha informado de que pueden regularizarse 800 hectáreas más de las anunciadas. A las 1.460 hectáreas, habría que sumar otras 471,3 que podrían acogerse a la proposición de ley gracias a la reforma de otra ley: la Ley Forestal de Andalucía. Según este texto, el uso de terrenos forestales podría pasar a ser agrícola.
Una decisión que no ha sentado nada bien en Bruselas. El Ejecutivo comunitario ha lanzado una nueva advertencia a España. En una carta enviada el pasado 2 de febrero por la directora general de medioambiente de la UE, Florika Fink Hooijer, la Comisión da un mes a las autoridades españolas para explicar las razones detrás de esta decisión. Considera "desconcertante" que se pongan en marcha medidas que "agravarían la situación" y pondrían en riesgo el cumplimiento de la sentencia de junio de 2021.
El 'baile' de competencias
Entre la sed de agua que sufre Doñana y las medidas que pueden tomarse para detener su declive, existe un baile de competencias de las distintas administraciones. La CHG es la encargada de marcar un nivel de extracción de agua sostenible para evitar la sobreexplotación de las aguas subterráneas de Doñana.
Sin embargo, esta administración dependiente del MITECO asegura desconocer el número exacto de pozos ilegales y de agua utilizada ireegularmente. Esto significa, en palabras de Carmona, que "se saca más agua de la que se tiene". Reconoce que "si a día de hoy no hay suficiente es porque se han esquilmado sus recursos".
Por otro lado, está el sector agrícola, de competencia autonómica. En este sentido, el actual gobierno andaluz pretende sumar más hectáreas de regadío al plan redactado en 2014 por el anterior ejecutivo.
A ojos de Carmona, con las tecnologías satélite de las que se disponen, sería fácil identificar tanto el número de hectáreas ilegales en tiempo real como el número de pozos irregulares en el entorno del enclave natural. Para el experto, la situación de Doñana es muy grave y observa una constante huida hacia delante. Y ello a pesar de que, lamenta, "el corazón de Doñana ya está seco".