"Al principio los pacientes entendían muy mal que yo era la doctora: si rotaban conmigo residentes de medicina de familia que fueran varones, el paciente nunca me miraba a mí, a pesar de que yo era la que le hacía las preguntas, miraba al residente y le contestaba a él". Catheline Lauwers, jefa de servicio de cardiología en el Hospital Quirónsalud Valencia, se sincera cuando se le pregunta si alguna vez, durante su carrera médica, ha sentido discriminación.
Lauwers se licenció en Medicina y Cirugía en la Universidad de Valencia, con premio extraordinario. Aprobó el MIR "en seguida", como ella misma reconoce. Y es que, admite, "era una chica muy empollona". Se formó en Cardiología en el Hospital de la Fe de Valencia y, una vez acabada la formación, en tres meses aprobó la oposición y consiguió su propia plaza en un hospital comarcal.
Corría el año 1995 y esta cardióloga recuerda que sus compañeros de especialidad, tres varones, "eran superagradables" conmigo. Aunque, tal vez, los pacientes eran los que no acababan de encajar que su doctora fuera una mujer.
El jefe de Enfermería de Quirónsalud Zaragoza, Daniel Roque, reconoce que él ha vivido en su propia piel lo que cuenta su colega de Valencia: "A mí muchas veces, sobre todo al principio, me llamaban doctor", cuenta. Y añade: "He estado trabajando con compañeras y algunos pacientes se dirigían a mí como si yo fuese el doctor y mi compañera la enfermera, ¡y muchas veces éramos los dos enfermeros!".
Roque asegura que, por desgracia, "con los pacientes todavía pasa". Eso sí, apunta que no tiene nada que ver con lo que sucedía hace 29 años, cuando él empezó su carrera en Enfermería. "Antes sí que había un estereotipo muy marcado de que el hombre tenía que ser el médico y la mujer la enfermera", zanja.
Este enfermero por vocación asegura que, por suerte, las cosas están cambiando. Ahora, en ese trato con el paciente que, reconoce, a él le encandiló desde el primer momento, tienen todos cabida. "A mí siempre me han gustado las intervenciones, coger vía, poner vendajes o escayola y estar cerca del paciente para aplicar esos cuidados", cuenta. Y eso que los cuidados, por desgracia, es un sector que sigue estando altamente feminizado.
Mujeres en puestos de gestión
La directora asistencial del Centro Médico Teknon en Barcelona, Mónica Isart, reconoce que "obstáculos en sí por el hecho de ser mujer, en mi entorno profesional, no he tenido". Eso sí, reconoce que "en mi generación había pocas mujeres en puestos directivos".
Y recuerda que cuando dio sus primeros pasos en dirección y análisis clínicos "iba a reuniones de dirección de los hospitales o de áreas de asistencia de la región donde todos eran hombres, además de determinada edad". Eso, explica, hacía que se sintiese "cohibida", algo que fue superando con el paso de los años.
Por su parte, Lauwers reconoce que, "así como fue muy sencillo llegar a ser directora de un gran hospital universitario, a la hora de entrar en puestos de gestión dentro de los servicios de especialistas, ahí sí que me vi lastrada, y esa es la verdad". Según la Sociedad Española de Cardiología, el 40% de los especialistas en corazón de España son mujeres y, sin embargo, menos del 20% ocupan puestos de gestión.
En ese aspecto, la cardióloga asegura que notó "que el género marcaba un tanto la tendencia a la hora de la elección" en este tipo de puestos de gestión. Y eso, reconoce, que ella siempre se ha sentido "privilegiada".
Lauwers pone un ejemplo: "Me presenté a un puesto de jefe clínico en el Hospital Clínico y no lo conseguí, a pesar de que tenía un expediente bastante más brillante que el resto de los que se presentaban. Justamente en ese servicio, el jefe de servicio y los seis jefes clínicos son todos varones", cuenta. Y sentencia: "Eso realmente no queda bien y se tendría que replantear".
Sin prisa pero sin pausa
Isart afirma que, muchas veces, "somos las propias mujeres las que nos autocensuramos y nos ponemos nosotras mismas las barreras". Eso, dice, hace que sea mucho más complicado a la hora de escalar puestos a nivel de dirección y gestión. Aunque, reconoce, las cosas han cambiado mucho, y ahora lo que se necesita es "visibilizar a las mujeres en Medicina, pero tiene que ser una visibilidad con complejidad".
Para Lauwers, uno de los mayores avances de los últimos años es que se reconozca a la mujer y determinadas casuísticas que se pueden dar en su vida. Y lo explica: "Yo di a luz a mis dos hijas trabajando, porque en aquel momento no había ningún tipo de protección al embarazo". Además, añade: "En aquella época, no te reconocían en la carrera profesional ni en el tiempo trabajado la baja laboral. Era muy llamativo".
A pesar de todo, son muchos los avances. "Yo creo que las chicas que entran en Medicina ahora lo tienen más fácil", dice Lauwers, pero matiza: "Aunque aún queda mucho por hacer, nos falta un cierto recorrido de mejora". Eso sí, tanto la cardióloga como Isart y Roque coinciden en que han visto "muchísimos cambios" a lo largo de los años que rompen con estereotipos y allanan el camino de la igualdad.