La revista Nature da la voz de alarma: la capacidad de regeneración del Amazonas es cada vez más limitada, y prácticamente todos los analistas y científicos señalan que la acción humana está detrás. La combinación de tala indiscriminada de árboles, la explotación agrícola, la minería y el calentamiento global habrían actuado como un cóctel destructivo. "El Amazonas está en el umbral crítico de la extinción", alerta el texto, y se enfrenta a un proceso de 'sabanización'.
No es para menos: hace tan sólo unos días se conocían los aterradores datos de deforestación en la Amazonia de 2022: 430 kilómetros cuadrados fueron talados a lo largo de enero, más de un 400% que en enero de 2021, en plena pandemia. Son datos ofrecidos por la Agencia Especial Brasileña, que ponen el foco en la permisividad del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.
El gran bosque tropical sudamericano está muriendo lentamente y, desde el año 2000, al menos el 75% de su superficie ya no se recupera de las sequías y de los incendios con la misma facilidad que hace décadas. Son tres cuartas partes de su superficie, generalmente las más secas. Los autores del estudio señalan que la mayor parte de las zonas afectadas por esta "falta de resiliencia" se encuentran a menos de 200 kilómetros de zonas de explotación agrícola.
"El Amazonas es un gigantesco almacén de carbono", señala el científico Niklas Boers del Instituto de Potsdam
Los datos estadísticos del estudio señalan que la variabilidad meteorológica afecta negativamente a la biomasa y al verdor del bosque tropical como nunca antes. Tras una gran sequía (a lo largo de este siglo ya ha sufrido tres) o una tormenta de gran intensidad, señalan los científicos, la capacidad regenerativa del Amazonas es cada vez más limitada.
De seguir la tendencia actual, y no parece que nada vaya a revertirla dado que el foco político está puesto ahora mismo en las consecuencias de la guerra de Ucrania, y Brasil ya ha anunciado que su dependencia de los fertilizantes rusos va a avivar su explotación minera, gran parte del Amazonas podría pasar de ser una selva a una sabana. Las consecuencias de esa catástrofe serían devastadoras para la Tierra en su conjunto.
"Es preocupante que veamos tal pérdida de resiliencia en las observaciones", señala Niklas Boers del Instituto de Potsdam, uno de los autores del estudio. "La selva amazónica es el hogar de una gran parte de la biodiversidad mundial e influye en la regulación de las lluvias de toda América del Sur".
El científico recuerda, además, que el Amazonas es un gigantesco almacén de carbono y que, en caso de morir, podría generar un considerable aumento de los gases de efecto invernadero y, por tanto, retroalimentar el calentamiento global y sus consecuencias en el clima planetario.
"Cuando la sabana sea observable, lo más probable es que sea demasiado tarde para revertir la situación", advierte el científico
Aunque no existe una correlación que explique las causas directas de esta falta de recuperación sobre la selva tropical, el estudio indica que la variabilidad climática podría ser uno de los múltiples factores que contribuyen a la pérdida de resiliencia. Ayudar a la salvación de los ecosistemas terrestres (ODS 15), propone el texto, pasaría por limitar las talas locales y la emisión de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
Boers recuerda que los estudios observacionales no pueden mostrar que la selva se esté convirtiendo en una sabana, "pero es algo que podría ocurrir" fácilmente en los próximos años. "Cuando sea observable", advierte, "lo más probable es que sea demasiado tarde para revertirlo".