Más de 200 pueblos en nuestro país llevan meses poniendo el foco en alimentarse del sol. Llenan sus tejados de placas solares para, algún día, llegar a obtener la energía que en el mercado se consigue a precio de lujo, con unos niveles que ya son inasumibles para gran parte de la población. La conocida como España vaciada convierte un reto como la despoblación en una ventaja: el autoconsumo compartido, para ellos, es posible.
Los casos de los pueblos que quieren apostar por este modelo energético basado en renovables crecen por todo el país y, en su mayoría, no tienen más de 500 habitantes. Su objetivo es llegar a ser una comunidad energética que aproveche la energía suficiente del sol para cubrir gran parte de las necesidades de luz de todos los vecinos de la localidad y de sus instituciones públicas.
Manzanal de Arriba (Zamora), Villaseco del Pan (Zamora) o Pereña de la Ribera (Salamanca) son algunos de los pueblos que se han adherido a un proyecto pionero en España con el que se centran en el autoconsumo compartido. La encargada de llevar a cabo esta iniciativa en nuestro país es la Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT) Duero-Douro.
Sus placas solares, colocadas en los tejados de ayuntamientos, polideportivos, colegios o instalaciones municipales, generarán una parte importante de la energía que necesitan instituciones, empresas y vecinos del pueblo. De momento, el proyecto de AECT Duero-Douro ha llevado a cabo este proyecto en 217 pueblos españoles de las provincias de Zamora y Salamanca, además de otros en Portugal.
Juan Luis Pascual, director de AECT Duero-Douro, explica que, esta institución pública y sin ánimo de lucro lanzó en 2019 la construcción de instalaciones fotovoltaicas de consumo compartido con excedentes y sin compensación. Esto quiere decir que se colocan las placas solares, se conectan a la red, producen energía y, la que no se consume, se vierte de nuevo a la red para cobrarla a precio de mercado.
A este modelo, se pueden agregar todos aquellos contratos que estén a menos de 500 metros o en el mismo transformador, o que pertenezcan a la misma referencia. Como cuenta Pascual, "el aprovechamiento total es muy difícil, porque quien decide cuándo enciende el interruptor es el consumidor, no la eléctrica".
El proyecto de AECT Duero-Douro ha llevado a cabo este proyecto en 217 pueblos españoles de las provincias de Zamora y Salamanca, además de otros en Portugal
El consumo de luz a través de este modelo, por tanto, no es completo. De día, toda la energía se obtiene de las placas solares, pero de noche, la cuestión cambia. Pascual señala que, cuando cae el sol, "la energía proviene de la red eléctrica, porque –hoy en día– su almacenamiento no es rentable económicamente. Es decir, cuesta más dotarnos de instalaciones para almacenar la energía que comprarla a la red".
No obstante, el sistema que lleva a cabo la cooperativa europea conduce a una rebaja muy importante en el recibo de la luz, que ahora estaría "en torno al 95% del coste teniendo en cuenta la media del mes", asegura el director de AECT Duero-Douro. En condiciones normales, y sin la actual escalada de precios, el experto añade que el ahorro se situaría en el 75%. Unos beneficios que perviven durante los 25 años de vida útil que tienen ahora mismo las placas solares.
Además, los pueblos no son los únicos beneficiados. Como cuenta Pascual, estos modelos pueden conducir a una rebaja "muy sustancial" en los precios de la energía para el resto de los consumidores. Al final, "se inyecta energía renovable a la red que no depende de las que están en manos de oligopolios que son los que marcan el precio de mercado".
No es oro todo lo que reluce
Las dificultades, sin embargo, que encuentran muchos de estos pueblos para conectar estos sistemas a la red eléctrica o para conseguir finalizar los trámites administrativos necesarios para poner en marcha el autoconsumo no pasan desapercibidas. Muchos se ven envueltos en una larga burocracia que puede durar meses.
Más allá del proyecto de AECT Duero-Douro, hay otros pueblos que están apostando por el autoconsumo y el cabreo de algunas localidades como Ballesteros de Calatrava, en Ciudad Real, empieza a ser generalizado. "Nosotros llevamos intentando poner en marcha esto desde el verano pasado", comenta su alcalde, Juan Carlos Moraleda, que asegura que "todavía estamos esperando que las grandes eléctricas dejen de avasallar a los ciudadanos y a los pueblos, porque no nos dan las autorizaciones necesarias".
La localidad que representa Moraleda decidió colocar las placas solares en una parcela pública del pueblo. De acuerdo a su alcalde, este espacio tiene una capacidad para producir entre 400 y 500 kilovatios por hora de los 750 que se necesitan para abastecer a todos los vecinos de Ballesteros de Calatrava.
Hay otros pueblos que están apostando por el autoconsumo y el cabreo de algunas localidades como Ballesteros de Calatrava, en Ciudad Real, empieza a ser generalizado
"Anteayer, una vecina vino a verme y me dijo Carlos, qué hago, es que me han llegado 200 euros y cobro 600 y pico de pensión. Y a ver qué le digo, es una impotencia. Es que estamos con ello, pero esta gente no conecta. En fin, una pena", lamenta Moraleda.
Mientras tanto los precios siguen su escalada, con picos históricos que se han visto, además, influenciados por la guerra de Ucrania. No obstante, desde el colectivo estatal Alianza Energía y Territorio (ALIENTE), aseguran que, en España, "la dependencia del gas ruso no llega al 10%, pero está determinando el precio de toda la energía producida, mediante un sistema de fijación de precios absolutamente injusto".
A su juicio, esta situación "pone en evidencia la falsedad de las promesas que justifican el desarrollo renovable por su capacidad de reducir la factura eléctrica; con el actual sistema, la energía renovable se seguirá pagando al mismo precio que la energía procedente del gas y otros combustibles fósiles causantes del cambio climático". Y sentencian: "Llamar a esto transición ecológica es un error".
"Renovables sí, pero no así"
El filósofo Aristóteles elaboró todo un pensamiento sobre la virtud. Decía que es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos: uno por defecto y otro por exceso. Sin duda, los pueblos que forman la España vaciada de nuestros días son el mejor ejemplo de ello.
El defecto sería no ver las posibilidades de estos territorios para mejorar la vida de su población y el exceso utilizarlos como arma para aumentar los beneficios propios. El punto medio es posible, pero, sin embargo, ambos extremos son lo que se fomentan y los que están mermando la supervivencia de esa España cada vez más olvidada.
Mientras algunas localidades intentan autoabastecerse, grupos de poder e iniciativas privadas impulsan macroproyectos fotovoltaicos que inundan los terrenos de pueblos de toda España sumidos en una paulatina despoblación. Ocurre, por ejemplo, en el valle de La Fueva, en Huesca.
Allí, entre las montañas, se distribuyen un total de 23 pequeñas localidades que encuentran en el turismo, la agricultura o la ganadería actividades que mantienen vivo el valle. Sin embargo, desde la plataforma La Fueva No Se Vende denuncian que "hay nerviosismo" en la zona, porque su fuente de ingresos puede verse directamente afectada por la intención de establecer energías renovables a gran escala.
Carlos Espluga, portavoz de la plataforma, asegura que "aunque son tres proyectos, en realidad son uno sólo, pero lo han fraccionado en tres porque así es más sencillo saltarse las trabas de la administración por el impacto ambiental. Es mucho más fácil hacerlo con tres campos [fotovoltaicos] de 80 hectáreas que con uno de 200, que es lo que va a haber ahora".
Cuenta que la empresa a cargo de este macroproyecto, al principio, comenzó a llamar a los propietarios de las tierras con el fin de arrendarlas para llevar a cabo la iniciativa. Entonces, asegura Espluga, se hablaba de 100 hectáreas como mucho y en una zona alejada, más cercana a la presa de Mediano.
Aunque son tres proyectos, en realidad son uno sólo, pero lo han fraccionado en tres porque así es más sencillo saltarse las trabas de la administración
Sin embargo, más tarde, se extendió el "nerviosismo" por el valle. Como cuenta Espluga, "la forma en la que llamaban era que tus vecinos ya habían firmado, que te ibas a quedar rodeado, que tu finca se iba a quedar sola en medio… y no sabías si tu vecino había firmado o no. Hubo bastante revuelo".
En pueblos como los del valle de La Fueva, estos megaproyectos fotovoltaicos son vistos como "pantanos de cristal y chapa". Como arguye Espluga, "desde los pueblos, lo que vamos a ver es un montón de cristales azules, que en lugar de ser campos verdes y árboles, van a ser marrones, porque debajo de las placas no crece nada". Y más en un terreno que, en este caso particular, es muy productivo porque es secano húmedo, no necesita riego.
La sensación desde pueblos como los oscenses del valle de La Fueva es que empresas privadas inundan sus terrenos para después llevarse la energía producida a costa de su territorio.
"Nos llama mucho la atención que digan que va a subir el precio del trigo por la guerra de Ucrania y resulta que aquí, que tenemos la capacidad de producir porque no gastamos agua, quieren que quitemos producción agrícola para poner placas solares", comenta Espluga. Añade, no obstante, que no están en contra de las energías renovables, sino del formato que se quiere llevar a cabo.
Desde ALIENTE, defienden también un modelo de transición a renovables, pero aseguran que ocupar terreno productivo con cientos o miles de hectáreas de placas fotovoltaicas sólo agravará una dependencia alimentaria que ya estamos viendo estos días. Por este motivo, defienden un modelo distribuido que prime el autoconsumo y trate de ganar la eficiencia en el sistema.
Así, bajo el lema "Renovables sí, pero no así", numerosas plataformas y asociaciones vecinales de todo el país están organizando movilizaciones para que no se vuelva a utilizar a la España despoblada como moneda de cambio. Como asegura Pascual, director de AECT Duero-Douro, "al final se pondrán mares de placas solares y tendremos que ir a comprar las lechugas a alguien que las venderá a precio de energía".