Desde hace años, en el litoral del este de la Región de Murcia pervive el temor a que el Mar Menor vuelva a vomitar toneladas de peces muertos en las orillas, como también a que, de nuevo, ese olor a putrefacción tan propio de los peores episodios de la laguna lo invada todo. Ahora, la llegada de polvo sahariano –muy fertilizante– y de lluvias copiosas han vuelto a reavivar el miedo a una nueva sopa verde.
No son temores infundados. La semana pasada, Emilio María Dolores, portavoz del comité de seguimiento encargado de informar sobre el estado de la albufera, comunicaba que, a fecha de 11 de marzo, los niveles de oxígeno se situaban en los 7,65 miligramos por litro y la temperatura se mantenía en unos 15ºC.
Como aseguró Dolores en la comparecencia ante los medios, la situación –ya en aquella semana– era “preocupante”. La temperatura de las aguas del Mar Menor se había mantenido alta durante todo el invierno y el oxígeno estaba siendo inferior al medido hace un año por estas mismas fechas.
La carga de nutrientes que soporta la mayor laguna salada de Europa se vuelve insostenible por momentos. En palabras de Dolores, la rambla del Albujón “sigue vertiendo entre 150 y 200 litros de agua por segundo con una carga de nitratos elevada al Mar Menor y eso hace que, cuando suba la temperatura, los procesos metabólicos se activen y el ecosistema entre en una situación peligrosa”.
Poco después de pronunciar estas palabras, llegaba a la Península un fenómeno que pocos recordaban de esa forma. La entrada de polvo sahariano tiñó de naranja los cielos y convirtió a nuestro país, por unos días, en el más contaminado del mundo.
Cuarzo, arcilla, carbonato cálcico, feldespatos, óxidos de hierro, fosfato…La calima mantuvo en el ambiente infinitas partículas de estos elementos. No obstante, a este episodio se le conoce también por ser el fertilizante natural más potente. El hierro y el fósforo, en particular, generan crecimientos masivos de plancton al caer en el agua.
Pasados tres días, la calima se disipó, pero las partículas persisten depositadas. Ahora, la llegada de una borrasca está dejando lluvias copiosas en amplias zonas de nuestro país y, entre ellas, en el entorno del Mar Menor. Desde el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) aseguran que estos episodios de las últimas semanas pueden llegar a ser estimulantes y originar la producción de esas microalgas que, como en otras ocasiones, han teñido de verde las aguas de la albufera.
El hierro y el fósforo, en particular, generan crecimientos masivos de plancton al caer en el agua
Dada esta situación, el Ayuntamiento de Cartagena publicó un comunicado el pasado viernes en el que su alcaldesa, Noelia Arroyo, afirmaba seguir “con enorme preocupación” la evolución de la laguna con las lluvias de los últimos días y el polvo de la calima.
Como aseguraban desde la alcaldía, están “muy preocupados'' por lo que puede ocurrir en cuanto suban las temperaturas esta primavera. “Antes de la tormenta, los expertos ya nos decían que llevábamos unos dos meses de adelanto en el empeoramiento de los parámetros que suele producirse en verano. La entrada de agua dulce de lluvia y, sobre todo, el polvo sahariano que contienen fosfato pueden acelerar aún más la aparición de algas y biomasa”, lamenta la regidora.
En este sentido, Pedro García, director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), coincide en esto mismo. A su juicio, lo más probable es que se produzca la entrada de gran cantidad de agua dulce con nutrientes por la escorrentía de las lluvias y la deposición del polvo africano.
García asegura que “lo que cabe esperar es que, en cuanto se despeje el ambiente, la temperatura vuelva a aumentar y haya sol, se acelere el proceso de eutrofización y la coloquialmente sopa verde se pueda desatar con rapidez”. Además de esto, el experto asegura que ninguna de las actuaciones contempladas en el Mar Menor se pueden ejecutar en el corto plazo, por lo que “lo más probable es que la laguna empeore nuevamente”.
La entrada de agua dulce de lluvia y, sobre todo, el polvo sahariano que contienen fosfato puede acelerar aún más la aparición de algas y biomasa
Lo que ocurre cuando la laguna llega al punto de eutrofización es que los nutrientes vertidos –procedentes, sobre todo, de la agricultura intensiva– abonan la biomasa presente en el fondo de la laguna. Poco a poco, esa biomasa se reproduce de manera descontrolada, se descompone y va impidiendo la entrada de luz, con lo que el agua se vuelve verdosa y la pradera marina acaba muriendo.
Lo puede originar este proceso son bolsas hipóxicas (disminución de oxígeno) e, incluso, anóxicas (desaparición casi total del oxígeno) que pueden dar lugar a episodios como el vivido en el verano pasado, cuando miles de peces y otros seres vivos, sin poder respirar, acabaron muertos en sus orillas.
Cómo se ha llegado hasta aquí
Esto no es cosa de ahora. La laguna llevaba varios años mostrando signos de debilidad, incluso antes de la sopa verde de 2016. Los factores desencadenantes de este episodio son varios, pero el más relevante, quizá, es el que ostentan las hectáreas de regadío ilegal en el entorno del Mar Menor, que ha crecido en torno a un 20% en los últimos años.
La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) ha reconocido que existen al menos unas 8.500 hectáreas de regadío ilegal en el Campo de Cartagena, sobre las que, tal y como apunta García, la comunidad autónoma tan sólo ha actuado en 200 de esas hectáreas. “Imagina todo lo que queda”, lamenta el experto. Extensiones plagadas de nutrientes que, ya sea por escorrentías o por filtración, acaban en el Mar Menor.
Como cuenta García, lo que ha ocurrido en el Campo de Cartagena es casi lo contrario a Doñana en el sentido de que “el acuífero ha acabado teniendo más agua que en el pasado, pero está contaminada de nitratos”.
En palabras del experto, lo que ha ocurrido todo estos años es que se fue creando una superficie inmensa de regadío y como no había suficiente con el agua que venía del Tajo, se instaló un sistema de varios cientos de desalobradoras privadas que extraían la existente en el subsuelo y la mezclaban con aguas procedentes de otros sitios: de depuradoras, del trasvase…
Después, esa salmuera –ese agua con concentración de sal– se vertía a las ramblas o a una red de de salmuereductos con destino al Mar Menor, o bien se inyectaba en el acuífero a distintas profundidades.
Hace una semana, de hecho, la CHS sellaba un pozo en el entorno de la albufera que, presuntamente, pinchaba miles de litros de salmuera al subsuelo del campo de Cartagena hasta los 400 o 500 metros de profundidad.
Por este motivo, y aunque no se produzca un arrastre de los nutrientes por las lluvias, el acuífero, sobrecargado de agua contaminada, puede drenar esa carga de manera subterránea al Mar Menor.
Además de esto, la red de alcantarillado supone otro problema añadido, porque cuando se producen lluvias torrenciales, no hay suficiente capacidad para conducir las aguas a las depuradoras y, como cuenta García, “acaban reventando y llevando esa carga al Mar Menor, que aunque diluida con el agua de lluvia, también suponen más aportes [de nutrientes] además de los que ya genera la agricultura”.
Respecto a esto último, el Gobierno ha dedicado una partida importante de unos 30 millones de euros para crear redes separativas de aguas fecales y pluviales, pero esto es algo que, como apunta García, “aún está por desarrollar y cualquier lluvia torrencial que se produzca puede suponer el colapso”.
La condena de la UE podría llegar pronto
Los nutrientes siguen ahogando al Mar Menor y las soluciones urgen. Entre ellas, navega una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) con más de 600.000 firmas que se ha presentado ante la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico del Congreso de los Diputados. El objetivo es dotar de derechos propios al Mar Menor dada “la falta de eficacia de las normas jurídicas actuales y la inacción de los poderes públicos”.
De momento, la ILP se encuentra en tramitación a la espera de presentarse en el Pleno del Congreso. Si se aprobase como proyecto de ley, sentaría precedente en Europa y cualquier ciudadano podría acudir a los tribunales en defensa del Mar Menor.
Desde ANSE, no obstante, consideran que la normativa existente ya es suficiente y lo que hace falta es que se cumpla. “Nosotros presentamos la primera denuncia por el incumplimiento de la directiva europea de nitratos hace unos 20 años”, comenta García, y añade que hay, al menos, otras dos normativas que están siendo vulneradas como la directiva de aguas y la de hábitats.
La ILP se encuentra en tramitación a la espera de presentarse en el Pleno del Congreso
A su juicio, “desde que en 2016 presentamos otra denuncia, la Unión Europea no ha actuado adecuadamente. En el caso del Mar Menor, sospechamos que tiene por sí mismo tal incumplimiento de directivas comunitarias que ya debería de tener un expediente específico abierto”, asegura García.
En este sentido, el verano pasado, la Justicia europea dio a conocer una condena histórica a España por la sobreexplotación del acuífero de Doñana y el deterioro progresivo del enclave natural. Pero con respecto al Mar Menor, cuenta García, lo que se ha producido de momento es una visita de europarlamentarios para conocer de primera mano el estado de la laguna.
Lo que sí hay son quejas formales remitidas al tribunal de Luxemburgo que aunque son referidas al conjunto del territorio español, incluyen en muchos casos la situación por la que atraviesa el Mar Menor. Estas quejas, asegura García, “casi todas terminan en condena” y, una vez que se producen, se imponen sanciones y/o recortes de fondos. “Bruselas, lo que suele hacer, es imponer multas coercitivas que se pueden ir incrementando con el paso del tiempo”.
Una de esas quejas se ha dado a conocer recientemente, sobre el incumplimiento sistemático de la normativa de nitratos en nuestro país. Además, pronto podría llegar otra relacionada con la falta de aprobación de planes de gestión de la Red Natura 2000. Como señala García, “ha habido ya una carta de emplazamiento de la UE que terminará en una queja ante el tribunal de Luxemburgo. Esta llegará pronto, y será este año seguramente”.
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