Muchos de los principales festivales y certámenes de cine se han volcado en su compromiso con la igualdad. La necesidad de una representación real de los diferentes colectivos que conforman el amplio tornasol de género ha impulsado iniciativas como la unificación de categorías interpretativas en una sola, sin distinción de sexos; es decir, un género neutro. Los premios a 'mejor actriz' y 'mejor actor' ya son una anécdota en festivales como San Sebastián o la Berlinale, que los eliminó el año pasado.
Así, las alemanas Maren Eggert y Meltem Kaptan se llevaban en 2020 y 2021, respectivamente, el Oso de Plata a mejor interpretación principal en el Festival de Berlín. El año pasado, tanto Flora Ofelia Hofman Lindahl como Jessica Chastain se hacían con el premio a mejor interpretación en el de San Sebastián, mientras que todo el reparto del documental de Jonás Trueba, Quién lo impide, se lo dividía en el de 'mejor interpretación de reparto'. Tan sólo se tuvo en cuenta el talento, no el género.
Los premios Emmy también han avanzado hacia la inclusión de los diferentes colectivos, entre ellos los trans y los no-binarios. Precisamente las declaraciones sobre diversidad sexual de Ellen Page, cuyo nombre ahora es Elliot Page, o el caso de Mj Rodriguez, intérprete transgénero de la serie Pose nominado a mejor actriz principal, forzaron a los galardones más populares de la televisión a dirigir su camino hacia una mayor representatividad, una iniciativa orientada a reforzar la igualdad de género (ODS 5).
"Los premios deberían abolir inmediatamente las distinciones de género en las categorías de actuación", reclamó Asia Kate Dillon
En el caso de los Emmy no se han unificado los criterios de los premios, pero sí permiten a las estrellas nominadas elegir en cuál de ellas quieren competir. Es un guiño hacia aquellos que no se sienten correctamente incluidos en una categoría masculina o femenina: pueden elegir participar en la de 'actriz' si no se sienten representados en la de 'actor', o viceversa. En ambos casos, si ganan, en su estatuilla aparecerá el título de 'mejor intérprete', sin género.
Esta iniciativa llegó después de que Asia Kate Dillon, principalmente conocida por su papel en la serie Billions, una de las pocas estrellas declaradas no binarias de la televisión, pidiera en 2017 eliminar el título "discriminatorio" de actor o actriz en los premios de cine, ya que no se sentía representado en ninguna de las dos categorías. "Los premios deberían abolir inmediatamente las distinciones de género en las categorías de actuación, ya que son políticas discriminatorias que separan a los intérpretes basándose en su género", denunció Dillon, lo que sirvió de acicate para los Emmy.
Un debate muy polémico
Los principales argumentos entre quienes concuerdan con la Berlinale, San Sebastián, los premios Emmy y otros certámenes, como los MTV Awards, que también practican la inclusión real en los premios desde hace muchos años, sostienen que unificar criterios genera una mayor representatividad. ¿Para qué distinguir géneros si no hay un premio a mejor directora o mejor montadora? ¿Por qué sí se debe separar a las estrellas de cine por sexos? ¿Qué pasa con los nuevos colectivos que buscan una mayor diversidad?
"El cambio obedece a la convicción de que el género, una construcción social y política, deja para nosotros de ser un criterio de distinción en la actuación", explicó el presidente del festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, el año pasado cuando anunció que su popular Concha de Plata ya no distinguiría por géneros. "El criterio para el jurado será el de distinguir entre malas o buenas actuaciones, sumándonos así al camino iniciado ya por nuestras amigas y amigos del Festival de Berlín", remataba.
"Desde la Unión de Actores y Actrices se denuncia que el 70% de los papeles importantes en cine son ocupados por hombres, frente al 30% de las mujeres"
Rebordinos parecía satisfecho, pero no todos se sintieron bien con la decisión. Grupos como la Asociación de Mujeres Cineastas o la Unión de Actores y Actrices mostraron su disconformidad. En el momento de la polémica su argumento fue que si las actrices ya tenían poca visibilidad en buenos papeles dentro del mundo cinematográfico, la ausencia de un premio específico para ellas podría restarles aún más protagonismo.
Hay quien se pregunta si lo que importa es el talento o la diversidad de género. Una cuestión que tendría sentido si dentro de la propia industria no hubiese desigualdad. Berta Ojea, Secretaria de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices, denunciaba hace un año que el 70% de los papeles importantes son ocupados por hombres y el 30% por mujeres, y por lo tanto eliminar un espacio específico para ellas podría llegar a ser contraproducente a la hora de visibilizar su trabajo.
Tomemos como ejemplo las películas nominadas este año en los premios Óscar: el protagonista indiscutible de Dune es Timotheé Chalamet; el de Drive My Car, Hidetoshi Nishijima. De No mires arriba se sabe que Leonardo DiCaprio cobró mucho más que Jennifer Lawrence, y además tiene más minutos de pantalla y su personaje es más interesante; cierto que El poder del perro la dirige la australiana Jane Campion, ganadora del Óscar, pero el protagonista de su obra es Benedict Cumberbatch; y ni un bofetón pudo disputarle a Will Smith el Óscar a mejor actor por King Richard a pesar de erigirse como un biopic sobre Venus y Serena Williams. El año pasado, las principales tramas de 6 de las 9 nominadas a los Óscar a mejor película estaban construidas sobre personajes masculinos.
Los Emmy: la solución equilibrada
Otro argumento en contra de la unificación de los premios de cine parte de los cinéfilos más puristas, quienes, sin tener en cuenta el debate de género, consideran que cuantos más premios haya, más película serán vistas por el público. Es decir, tener más categorías fomenta que haya más películas representadas y más divulgación cultural.
Un argumento más es que se corre el riesgo de que un año haya 5 grandes películas protagonizadas por hombres y no exista ninguna mujer representada. En tal caso, algunos plantean que en vez de borrar categorías a mejor actriz y actor, lo ideal sería añadir las de mejor director y directora o mejor montadora, lo que haría que las galas fueran eternas o que éstas apostaran sólo por premios principales, dejando a un lado los galardones técnicos o los cortometrajes, ya de por sí maltratados en prime time. Una última opción parte por aumentar a 10 las nominaciones a "mejor interpretación" o entregar dos premios, como ya practica San Sebastián, aunque una vez más se corre el riesgo de eternizar las galas o que exista una desigualdad que reavive la polémica.
La solución de los premios Emmy, que este año se celebrarán el 28 de agosto, se torna como una de las más interesantes y equitativas: se mantiene la representación por géneros pero se permite a las estrellas elegir en cuál de esas categorías se siente más representado o representada y, en tal caso, se le anuncia ante los medios como "mejor intérprete". En caso de ganar, en su estatuilla se elogiará su actuación, pero no se distinguirá su sexo.