El Pazo de Vilane aglutina la esencia de Galicia, según cuentan Nuria Varela-Portas y su hermana mayor, Piedad. Ambas, junto a su hermano, dirigen este territorio repleto de naturaleza con una historia que se remonta 300 años atrás. Son pioneros en la producción de unos huevos camperos fruto de unas gallinas que viven en total libertad.
“Nosotros cuidamos de las gallinas”, señala la hermana pequeña. Y es que proteger a estos animales para garantizar su seguridad y la producción de un producto de calidad forma parte de la filosofía de su empresa familiar. En los años 90, esta familia retomó la actividad de este pazo “con la idea de devolverle un poco su actividad, de rehabilitar su patrimonio histórico y el de otros edificios anexos”, destacan.
Su objetivo: retomar la esencia de una empresa familiar creada en los años 60 y cuyo propósito inicial era la explotación agrícola y ganadera.
Cuando eran pequeñas, recuerdan el Pazo de Vilane como un lugar donde pasaban el verano, pero en el que nunca vivieron. En 1996, a los 25 años y tras su vuelta de Inglaterra, Nuria vuelve junto a sus padres para liderar e impulsar este proyecto que “pone a las gallinas en libertad”. Actualmente, es la gerente de este pazo y su hermana Piedad es la directora del departamento de Marketing y Comunicación.
Como resultado de su buena gestión y trabajo sostenible, en noviembre de 2021 consiguieron la certificación IFS de Seguridad Alimentaria, que mantiene unas estrictas normas. “En una empresa con la certificación IFS, el cliente prácticamente no te audita porque sabe que estás auditado todo el año y que tienes unos procesos que garantizan la seguridad alimentaria en tu producto y en el origen”, cuenta Nuria.
Pregunta: Han conseguido reinventar El Pazo de Vilane con sus huevos camperos, ¿por qué este producto?
Nuria Varela-Portas: Siempre quisimos que no sólo fuera una actividad con un objetivo económico-financiero, sino que tuviera impacto. Esto es algo de lo que no se hablaba en aquel momento. Parece que nos hemos subido a un carro que empieza ahora a moverse, pero nosotros ya nos subimos en el año 96, porque nuestro objetivo es que la actividad que se desarrolla mantuviera el sentido que tenían los pazos gallegos: economías agrarias que compartían con el entorno y la comunidad.
N.V.: Este concepto nos inspiró para hacer una empresa con propósito, como lo llaman ahora. Pero nosotros siempre hemos sido una empresa con propósito. Fuimos los primeros en hablar de bienestar animal en el mundo ganadero, en hablar de favorecer a colectivos del mundo rural, como las mujeres. Fuimos un poco visionarios, nosotros siempre pensamos en ese enfoque más sostenible.
P.: ¿Qué características diferencia al huevo campero y por qué es una de las mejores elecciones?
N.V.: Somos pioneros en la producción de este huevo en Galicia y en España. La primera diferenciación en el caso del huevo campero gallego es que la gallina pastorea todo el año gracias al clima atlántico que tenemos. Eso permite movimiento y mucho bienestar para el animal. Este pastoreo les añade en la alimentación desde hierbas, todo tipo de carotenos, aminoácidos, vitaminas y todo lo que ingiere el pasto. Luego también piedritas que ayudan a la digestibilidad. Hay muchísimas diferencias, sobre todo en su alimentación como en su bienestar.
"Somos cuidadores de gallinas desde el origen, desde la concepción de la empresa, esto es lo importante", dice Piedad Varela-Portas
Piedad Varela-Portas: Nosotros somos cuidadores de gallinas desde el origen, desde la concepción de la empresa, y es una de las cosas más importantes. No nos hemos transformado en una industria de jaula para hacer un huevo campero bajo criterios industriales, que es un poco lo que está pasando. Nuestra esencia está el bienestar animal y lo demostramos con 25 años de saber hacer, de poner en práctica diferentes estándares de calidad. Estamos hablando de un huevo producido de una manera artesanal.
P.: ¿Cómo es su día a día en El Pazo de Vilane?
N.V.: La parte productiva está en el medio rural gallego y después tenemos una delegación comercial de marketing que está en Madrid, ciudad en la que tenemos un porcentaje importante del mercado. Luego, el día a día con las gallinas es como en cualquier empresa ganadera. Madrugamos mucho, empezamos a las 6 de la mañana con una parte del equipo de envasado, a las 8 llega el resto del personal y se abren las gallinas.
P.V.: Además, hay que recoger todos los días los huevos a mano para hacer un proceso de calidad y de vigilancia. Por cada granjita tenemos a una persona encargada. Y luego tenemos varias granjas integradas, o sea colaboradores con los que trabajamos y a los que vamos a recogerles los huevos todos los días. Son como nosotros, pero la granja es de su propiedad.
P.: Su gestión y trayectoria les convierte en una empresa sostenible, ¿en qué se basa su filosofía?
N.V.: Ya nacimos con ese enfoque. En estos momentos, hemos hecho algunos proyectos de sostenibilidad en la empresa, como las plantaciones de árboles, su reutilización, plantaciones de fruta ecológica o planes de igualdad en las plantillas. Pero, actualmente, estamos haciendo un diagnóstico ya muchísimo más profundo basándonos en una metodología que está muy muy alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): hablamos de usos del agua, de emisiones, energía renovable, etcétera. La sostenibilidad es como una manera de ser la empresa, una manera de vivirla.
P.: Han conseguido hacer de algo local y cercano, una empresa con una proyección nacional.
N.V.: Sí, un día en las jornadas de puertas abiertas teníamos un señor que vino desde Madrid y me dijo: "Me imaginaba esto más grande". Realmente tenemos una capilaridad importante en el mercado, somos un producto muy conocido, sobre todo en Madrid. Entonces les resultaba curioso que una empresa tan mona y tan pequeña haya sido capaz de impactar tanto.
P.V.: Somos una empresa muy local, y aquí generamos mucho impacto, una de las que más empleo genera en la zona. De todas maneras, el trabajo con la comunidad se puede ampliar y es una de las cosas que en esta segunda fase de proyecto sostenible vamos a trabajar desde el equipo de gobierno.
P.: ¿Cómo fue para Nuria convertirse en la gerente de esta iniciativa? ¿Se ha encontrado alguna barrera de género o juventud?
N.V.: Sentí más paternalismo que rechazo, sobre todo por mi juventud y porque también era hija de. Se cuestionaba si podría sacar adelante un proyecto como este. Creo que nadie pudo ni imaginar que esas cuatro gallinas que metimos en una nave reciclada iban a llegar a esta empresa. Además, desde el punto de vista de la búsqueda de financiación fue muy complicado porque yo no generaba confianza, tenía 25 años. Pese a tener una formación académica, pues soy economista, tenía todas las papeletas para que no nos dieran dinero.
P.: ¿Cuáles son sus planes de futuro?
N.V.: Nuestra idea es crecer, sin sacrificar nuestro modelo de trabajo y de producción. Crecer un poquito porque la demanda está ahí, y nuestro huevo está reconocido en el mercado. Quién sabe si podremos desarrollar nuevos productos, la línea vegetal nunca la hemos descartado.
Varela-Portas concluye reconociendo que el mercado del huevo campero está en auge, pues el consumidor lo demanda y las distribuidoras empiezan a rechazar los huevos de gallinas criadas en jaula. Y concluye: "Sería una tontería no aprovecharla. Pero nuestro espíritu no va a cambiar: vamos a seguir haciendo lo que sabemos que es cuidar gallinas".