Un encuentro benéfico en el que las sinfonías de Beethoven y el rock de los Beatles sonaron en armonía. Era una propuesta arriesgada, pero el público de Auditorio Nacional de Música de Madrid vitoreó entusiasmado el concierto Dreamers. The Beathoven. Lo hizo en pie, con silbidos apasionados, ante el rostro emocionado de Ramón Torrelledó, su principal artífice. El corazón de España acogió esta tercera edición del espectáculo musical, cuya recaudación fue destinada a mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual de Madrid y Alicante.
El objetivo de este proyecto era rendir homenaje a dos de las figuras más representativas de la música mundial: el compositor clásico Ludwig van Beethoven y el popular grupo de rock británico antaño integrado por Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Bajo la batuta del director de orquesta cántabro, y con la colaboración de una nueva orquesta sinfónica compuesta por voluntarios de todas partes de España, además de por 400 corales de la Comunidad de Madrid, The Beathoven reunió nueve obras inéditas firmadas por el propio Torrelledó. Nunca antes Bonn, Liverpool y Madrid habían estado tan unidas.
"Somos dreamers, somos soñadores", arrancó el compositor ante el aplauso de miles de asistentes. "Imaginaos que por un momento Beethoven llega a Liverpool en los años sesenta y se encuentra con unos melenudos con trajes de colores. La juventud y la adolescencia de entonces necesitaban ídolos. Y los encuentra. Encuentra a los Beatles, a estos cuatro chicos que no sabían ni tocar la guitarra ni cantaban bien pero que creaban unas melodías preciosas que empezaron a tararearse en todo el mundo. No sólo en Occidente, sino en Asia, en la Rusia comunista, en todo el espectro soviético".
Enfrascado en un traje blanco, con el pelo gris hasta los hombros y con un tono de voz que desprendía la pasión propia de los artistas y los idealistas, valga el pleonasmo, Torrelledó unió a Beethoven y a los Beatles en un sólo espectáculo. Una hibridación mágica y perfecta en el que los coros de los ingleses no desentonaban con las partituras del alemán.
"No sé si Beethoven sería hoy rockero, pero desde luego era un rebelde. Los Beatles fueron unos rebeldes absolutos y compusieron obras que hicieron referencia a esa rebeldía. Hay quien dice que escuchando a los Beatles encontraban cosas que querían decir a sus madres y no podían. Beethoven no tuvo oportunidad de decir mucho a los padres, pero sí de vivir una época complicada. Fue una persona tan noble, tan defensor de la verdad, que no tuvo reparos en gritar 'fuera Napoleón' cuando detectó que quería ser emperador".
Torrelledó, que siente una profunda devoción por Beethoven, se deshizo en halagos ante la música del creador de Bonn. "Su obra es una de las que más sentimiento tiene, de las mejor estructuradas. Posee una arquitectura impresionante. Puedo garantizar que, tras él, no ha habido compositor en la historia que haya logrado hacer música sinfónica tan bien estructurada. Sigue siendo el rey".
Y recuerda: "Beethoven tiene más de 250 años y su música ha trascendido el tiempo. Beatles aún está en los 50 y 60. Vamos a ver qué es lo que dice el tiempo. Público del rock, del pop, entrad en Beethoven, en Schubert, en Bach, en Brahms, entrad en la música porque la vida es complejidad y su música es compleja. No hay nada más importante en la vida que hacer cosas difíciles ya que todas las cosas imposibles se consiguen con esfuerzo".
Tras el precioso discurso de apertura, Torrelledó dio la espalda al público y empezó a mover las manos como si se tratara de un ángel poseedor de la gracia divina. Había algo de celestial en aquella muchedumbre de ancianos, hombres, mujeres, adolescentes y niños, músicos y coristas, enfrascados en camisas, vestidos, chalecos y pantalones blancos, el color escogido para representar a estos dreamers. Una estampa que bien podría haber sido extraída de un óleo de Rubens o de los frescos de la capilla Sixtina, y que el imponente órgano dorado del Auditorio Nacional de Música no hacía sino engrandecer.
El estallido de las notas de la novena sinfonía de Beethoven hacía que el encuentro ascendiese a lo que Edgar Morin denominaba "momento poético", sólo para quedar sublimado cuando, nostálgico y alegre, irrumpí el coro de voces que cantaba Let it Be por encima de los violonchelos y los trombones. Tampoco faltaron canciones como Yellow Submarine o Come Together, clásicos de los Beatles, que fueron acompañadas por el compás de las palmas de los asistentes. La excepcional destreza de la orquesta sinfónica, que no dudó en darle protagonismo a jóvenes talentos que fueron recibidos con un cálido aplauso, inundó, con su música y con los centenares de voces que presidieron los palcos, hasta el último recodo de la estancia.
Un encuentro que Torrelledó, el gran protagonista de la noche, no dudó en agradecer a los patrocinadores del concierto benéfico: Bankinter, Fundación Marjal, Fundación GMP, Omnicon Public Relations Group, asociación Apsa, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) y la fundación Down Madrid.