Un hombre observa un ciervo calcinado durante el incendio de la Sierra de la Culebra.

Un hombre observa un ciervo calcinado durante el incendio de la Sierra de la Culebra. Brais Lorenzo WWF

Historias

Lo que los incendios de Zamora y Málaga dicen sobre prevención: no es sólo el cambio climático

Los expertos advierten de que los incendios que estamos sufriendo tienen más que ver con la inacción humana que con el clima.

9 julio, 2022 02:51

El umbral para considerar un fuego como gran incendio es que afecte a más de 500 hectáreas. En el de Pujerra, Málaga, apagado el domingo 26 de junio después de tres semanas de duración, afectó a 5.000. El de 2021 en Sierra Bermeja afectó al doble de superficie y duró 46 días entre septiembre y octubre.

Este mismo año se desarrollaba otro aún peor: el de la Sierra de la Culebra, en Zamora, que ha batido récords destruyendo más de 30.000 hectáreas. Casi deja pequeño el de la Sierra de la Paramera, en la provincia de Ávila, que afectó a 22.000.

Nos hemos acostumbrado a estos incendios gigantescos, las declaraciones de zona catastrófica y los arduos trabajos de recuperación. También a que coincidan con olas de calor y sequías como las que nos afectan actualmente, y que todos los indicadores señalan que irán a peor en los próximos años a causa de la crisis climática en la que vivimos. Pero, ¿es todo el clima? ¿No hay nada que se pueda hacer?

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Los grandes incendios de Castilla y León y Andalucía han coincidido con protestas laborales de sus bomberos forestales, cada cual según sus circunstancias particulares, aunque coincidiendo en una petición: mantener el dispositivo de alto riesgo todo el año y dedicarlo en otoño e invierno a tareas de prevención. Un diagnóstico, el de los profesionales sobre el terreno, que coincide con los avisos de los expertos desde las universidades.

Recuperar el paisaje

El profesor Juli G. Pausas, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) especializado en prevención de incendios, da la razón a los técnicos andaluces cuando comenta a ENCLAVE ODS que “el incremento del riesgo de incendios y su fuerza es culpa de la crisis climática,pero hay cosas importantes que dependen de nosotros". Y añade: "Se puede controlar la cantidad de combustible que dejamos a los incendios, la biomasa, y la estructura del paisaje”.

¿Cómo? Lo ideal sería “recuperando la agricultura y el pastoreo, las quemas prescritas o los cortafuegos, generando un paisaje mosaico menos inflamable que reduciría el tamaño y la intensidad de los incendios y facilitaría la extinción”.

El último informe sobre incendios forestales de WWF, publicado esta misma semana, da la razón al investigador: el papel de la ganadería extensiva se revela "crucial" a la hora de "recuperar un paisaje rico, que alterne zonas de bosque con áreas cultivadas y pastoreadas".

Según Lourdes Hernández, técnica del programa de bosques de WWF, “gracias a este mosaico, habrá más biodiversidad y de esta forma el territorio será más resistente ante la propagación de las llamas y más adaptado al cambio climático”.

Reducir la actividad humana

Pero Pausas añade otras medidas, como "controlar las posibles igniciones". Y lo explica: "Van a existir momentos de mayor riesgo por olas de calor en zonas propensas a incendios, y hay que reducir la actividad humana, cortando el acceso a los montes o incluso con confinamientos".

Imagen de archivo de los dispositivos de extinción del fuego en Sierra de la Culebra (Zamora).

Imagen de archivo de los dispositivos de extinción del fuego en Sierra de la Culebra (Zamora). Isabel Infantes Reuters

En Málaga se detuvo a tres personas por utilizar maquinaria de forma ilegal que provocó las chispas que dieron lugar al incendio. En el caso de Zamora, por el contrario, el origen fue natural, debido a los rayos de una tormenta de verano. En ambos, los dispositivos de prevención suelen hacer lo que se conoce como “cazar el rayo”, tanto con inspecciones de los bomberos como, a veces, usando recursos como el helicóptero para localizar pequeños humos y atajar los incendios cuando aún son conatos.

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“¿Se podía haber evitado el fuego de la Culebra? Dando una respuesta pronto y con un dispositivo dimensionado, muchos fuegos se podrían dejar en conatos. En este caso no se sabe por qué no estaba activo el dispositivo de alto riesgo, pero probablemente algunos focos sí en un primer momento y el alcance habría sido menor”, explica R., ex bombero forestal de la Junta de Castilla y León y actual de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) del Ministerio de Transición Ecológica destinado en Soria, que lleva trabajando en este terreno desde 2006.

“El abandono del medio rural es la madre del cordero”, comenta. “Los usos del territorio cambian y al final hay zonas muy abandonadas en las que crece muchísima vegetación cada vez más densa y más acumulada, que antes eliminaba el ganado o limpiaba la gente que vivía en los pueblos. Si esa tendencia no cambia, nosotros entendemos que la solución sería tener unos trabajadores forestales que le pongan remedio”, opina.

Irónicamente, los datos señalan que la mayoría de grandes incendios tienen la mano humana detrás y muchos son provocados, no sólo accidentales. En los 235.630 incendios ocurridos entre 2001 y 2015, el ser humano es el principal causante de la mayoría de ellos.

Pero al mismo tiempo, la despoblación incide en el abandono de las zonas rurales, algo que se ve claramente en que los grandes incendios no ocurrían en nuestro país hasta los años 60 y mitad de los 70, cuando el éxodo a las ciudades se intensificó. Hasta los 90, no se crean las primeras unidades de prevención, y se hace copiando los modelos de EEUU o Australia.

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Por ejemplo, una práctica tradicional que se consideraba peligrosa, la de la quema controlada de parcelas para aprovecharla como pastos, habría sido útil en casos como los de Pujerra o Sierra Culebra. “Esos usos no estaban mal hechos, ayudaban a reducir la cantidad de combustible y a que haya mosaicos con zonas de interrupción de la vegetación”, explica R.

Lo cierto es que las administraciones ya han tomado cierta nota de estas críticas y en Castilla y León, sobre la marcha, se ha ampliado el periodo de emergencia. En Andalucía es una reivindicación más laboral y se pide que los trabajadores eventuales que refuerzan el dispositivo en invierno estén contratados todo el año.

R. considera que "no puede ser un trabajo de verano, porque entonces la gente no se profesionaliza. Si solo trabajas 2 o 3 meses al año, al final te marchas a otra cosa porque tienes que comer". Y concluye:"Hacen falta técnicos con experiencia y formación. Es un trabajo que alguien tiene que hacer, sea público o privado, me da igual. Lo que hace falta es asumirlo como algo imprescindible y dejarlo fuera del debate político".