Llega el verano y con ello las incesantes picaduras de mosquitos. Tener a mano un spray antiinsectos o ingeniárnoslas para que estos bichos no nos piquen mientras dormimos son algunos de los ejemplos ante el miedo de que se claven en la piel.
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Pero, en algunos casos, el temor a la picadura es tan grande que lleva incluso a ser enfermizo. Ante la idea de que la mordedura pueda infectarnos surge el síndrome de Ekbom o delirio de infección por parásitos, un trastorno de tipo delirante que hace creer a aquel que le pica un insecto –o incluso sin llegar a hacerlo– que está desarrollando parásitos debajo de la piel.
Es cierto que cuando un mosquito o una avispa –los más comunes en verano– pican, dejan en la piel su sello. Y es que, a pesar de que la mayoría de las picaduras de mosquitos son inofensivas, hay momentos en que pueden ser peligrosas.
De miedo a obsesión
En ocasiones, es tal el terror que sienten algunas personas por los insectos que pasa a convertirse en obsesión. Son muchos los casos en los que nos rascamos cuando nos dicen que hay un bicho cerca. Pero, lejos de un simple tic o gesto involuntario, el síndrome se desarrolla cuando es tal la preocupación que la comezón continúa durante meses. Y ya no sólo en el cuerpo, sino en la cabeza.
Sin embargo, las sensaciones que deja una picadura de insecto se alejan a las que corresponden con el síndrome. El trastorno psicológico se caracteriza por la creencia delirante de que la persona tiene insectos debajo de la piel, o bien pequeños parásitos de otro tipo.
Esta alteración se asocia a la presencia de alucinaciones táctiles y de un picor constante en una parte del cuerpo que provoca un impulso intenso de rascarse.
El delirio de parasitosis puede manifestarse como síntoma único de una alteración psiquiátrica. Además, quienes presentan el síndrome de Ekbom pueden mantener con gran convicción la idea de que tienen parásitos en la piel durante mucho tiempo y a pesar de las evidencias en contra. Por eso se clasifica como un trastorno delirante propiamente dicho.
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En determinadas condiciones, cualquier persona puede percibir sensaciones de picor y escozor, como en la menopausia o las alteraciones médicas que afectan a los nervios sensoriales. Sin embargo, la generación de la creencia delirante es mucho menos habitual y requiere algún tipo de desencadenante.
Síntomas del trastorno
Existen dos grandes categorías en función de la naturaleza de las alteraciones en este trastorno, que se mueven entre la dermatología y la psiquiatría.
El síndrome de Ekbom primario se produce cuando los síntomas surgen en ausencia de problemas identificables. Por tanto, pueden ser atribuidos a errores en el razonamiento del paciente. Algo similar a lo que ocurre con la psicosis aguda.
En cambio, cuando se detecta una alteración subyacente que desencadena la creencia delirante, el trastorno se clasifica como secundario. Puede ser funcional, cuando se diagnostica en los casos en que el síndrome se debe a un trastorno psiquiátrico, como la esquizofrenia. U orgánico, cuando la causa es una enfermedad o un fármaco.
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Sin duda, este delirio dermatozoico puede dar lugar a que los pacientes se quejen de picaduras hasta el punto en el que intentan sacarse dichos organismos produciéndose mutilaciones. Al intentar matar a este supuesto parásito pueden llegar a la aplicación tópica de medicamentos, enemas o ingestión de diversas sustancias.
Consecuencias y tratamiento
La negativa a recibir cualquier tratamiento psiquiátrico es común entre pacientes con este trastorno. Por desgracia, de no hacerlo, la mayoría de los que padecen el síndrome pueden llegar no sólo a hacerse daño así mismos, sino que son una amenaza para su entorno.
En ocasiones, la comezón y la sensación de picor induce a la agresividad, por lo que es necesario un tratamiento que frene todas esas consecuencias.
Los dermatólogos tienen la impresión de que estos pacientes padecen una grave alteración mental que tiende a la cronicidad y es de mal pronóstico. Sin embargo, hay que destacar que la gama de pacientes con delirio de parasitosis es muy amplia y que el 78% de los casos evolucionan favorablemente, por lo que deben ser valorados y tratados con la mayor brevedad posible.
El tratamiento es farmacológico mediante neurolépticos, usado principalmente ante la psicosis. Si hay una causa orgánica que determine el síndrome, el tratamiento irá orientado a tratar de eliminar o paliar dicha causa.