En ocasiones, han saltado noticias a los medios de comunicación que han puesto sobre la mesa escándalos relacionados con la industria alimentaria. Estos casos, aunque por fortuna no demasiado frecuentes, han llegado a poner en tela de juicio las medidas de seguridad implantadas por las empresas del sector, generando una importante alarma social, en un ámbito en el que la confianza del consumidor es vital.

Es bien conocido que, al fin y al cabo, la industria agroalimentaria, como tantas otras, no es sencilla. Esta se compone de innumerables cadenas de suministro complejas donde quedan interconectadas personas, organizaciones, administraciones, datos y todo tipo de recursos, lo que puede suponer algunos riesgos que es importante minimizar.

Y para ello, la trazabilidad es un elemento fundamental, que, tal y como define el Pacto Mundial de Naciones Unidas, es “la capacidad de identificar y rastrear la historia, distribución, ubicación y aplicación de un producto, para garantizar la confiabilidad de las afirmaciones de sostenibilidad, en las áreas de derechos humanos, trabajo (incluyendo salud y seguridad), medio ambiente y anticorrupción”.

[La industria agroalimentaria encuentra en la digitalización el abono para su futuro]

Un proceso que, según la misma organización, es importante aplicar tanto en productos de origen local, como para aquellos que se comercializan a miles de kilómetros de su lugar de producción.

En España, en tanto que Estado miembro de la Unión Europea, las cuestiones relativas a la trazabilidad vienen reguladas en diferentes textos. Entre ellos, el Reglamento 178/2002, que la define como “la posibilidad de encontrar y seguir el rastro, a través de todas las etapas de producción, transformación y distribución, de un alimento, un pienso, un animal destinado a la producción de alimentos o una sustancia destinados a ser incorporados en alimentos o piensos o con probabilidad de serlo”.

Además, la normativa establece que los sistemas de trazabilidad que se adopten deberán tener en cuenta la identificación del producto, las materias primas, partes constituyentes del producto o mercancías que entran en cada empresa, la manera en que fue manejado, producido, transformado y presentado, su procedencia y destino y los controles de que ha sido objeto, en su caso, y sus resultados.

La confianza del consumidor

En todo esto, el desarrollo tecnológico puede suponer un avance sin precedentes, ya que facilita lo que se conoce como trazabilidad digital. Esta puede ayudar a reducir los errores humanos, agilizar las acciones correctivas al identificar rápidamente los problemas o reducir los riesgos asociados con la seguridad alimentaria y el fraude alimentario.

Junto a estos, no podemos olvidar que también puede ser útil para optimizar el uso y la reutilización de materiales o recursos, impulsando la sostenibilidad y la rentabilidad de la cadena de suministro de alimentos.

En última instancia, según el World Economic Forum, la aplicación de la tecnología puede redundar en una aumento de la seguridad de los alimentos, en una reducción de los costes en el sector agroalimentario y la garantía de que lleguen al mercado productos justos y sostenibles, contribuyendo de ese modo al avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Estos avances, además, se encuentran entre las expectativas de los consumidores. En el informe EIT Food Trust, que encuestó a casi 20.000 consumidores en 18 países europeos, expresaron una mayor demanda de transparencia en la cadena de suministro de la granja a la mesa, productos naturales y un etiquetado mejor y más informativo.

Por tanto, de esto se puede deducir que la trazabilidad digital ayudará a responder a estas demandas y a aumentar la confianza en las empresas. Veamos a continuación algunos ejemplos de esta tecnología.

'Tech' de trazabilidad

Desde Noruega nos llega Kezzler, una plataforma de trazabilidad basada en la nube que permite a las partes ver la información del producto a lo largo de cada paso del proceso de la cadena de suministro. Con tecnología blockchain, la plataforma central rastrea no solo los datos de entrega del producto, sino también la participación del consumidor, análisis clave, detalles de identificación del producto y activaciones relacionadas.

Otra solución para la trazabilidad digital es Wholechain. Esta compañía, con sede en Michigan (Estados Unidos), tiene como objetivo proporcionar trazabilidad y unir fragmentos dentro de las cadenas de suministro de alimentos. También con tecnología blockchain, ayuda a los productores y proveedores a digitalizar la información del producto, realizar un seguimiento de los datos de calidad de los alimentos y coordinarse entre las partes durante el proceso de entrega.

Si buscamos dentro de nuestras fronteras, también podemos encontrar ejemplos de tecnologías que permiten la trazabilidad digital. Uno de ellos es Trazable, una startup valenciana que, a través de una aplicación móvil, permite que los consumidores escaneen el etiquetado de los productos para conocer el recorrido realizado y el valor nutricional.

En España también encontramos Nutrasign, un proyecto nacido en Huelva que usa la tecnología blockchain para certificar digitalmente la historia y el recorrido de los alimentos desde su origen hasta el punto de venta. Su plataforma permite conectar a todas las partes involucradas para que puedan ver y rastrear sus ingredientes y productos en cada etapa.