Hace unos meses, Estados Unidos fue el escaparate de un fenómeno sin precedentes: millones de personas abandonando masivamente sus puestos de trabajo de manera totalmente voluntaria. Se llamó “la gran renuncia” o “la gran dimisión”, y el fenómeno ha empezado a exportarse a otros países, entre ellos España.
Según los datos del último informe sobre empleo y afiliación del Departamento de Estadísticas de Trabajo de Estados Unidos, en 2021 casi 40 millones de estadounidenses dejaron sus trabajos por voluntad propia. Una tendencia que comenzó a gestarse durante la pandemia de coronavirus. En España, las cifras se encuentran muy lejos de las de Estados Unidos, sin embargo las dimisiones también están creciendo.
Tal y como reflejan los informes de la Seguridad Social, en lo que llevamos de año nuestro país ha registrado los mayores índices de renuncia desde que se tienen datos: en torno a 30.000. Solamente en abril, 5.500 personas abandonaron su puesto de trabajo por propia iniciativa.
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El anterior techo de dimisiones tuvo lugar en el año 2007, cuando en plena burbuja económica, se despidieron de sus obligaciones laborales 4.700 trabajadores. Los datos señalan que durante 2021 la tendencia en España ya era creciente. Por ejemplo, entre enero y marzo se produjeron unas 2.000 renuncias al mes, un número que fue aumentando de manera paulatina, con algún altibajo, hasta que en diciembre superó las 3.000.
Este año esa dinámica se ha mantenido, aunque es muy probable que en el tercer trimestre se ralentice, ya que históricamente es una época de gran movilidad laboral por la actividad económica del verano. Aunque, de momento, no han saltado las alarmas, la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ya tuvo el pasado mes de mayo un encuentro con los principales sindicatos para abordar este problema.
Los ‘millennials’ renuncian más
Aunque el abanico de razones que hay detrás de las renuncias es muy alto, una de las principales son todos los cambios, laborales y personales, que acarreó la pandemia. El confinamiento, las restricciones, el teletrabajo y la incertidumbre hicieron que mucha gente se replantease sus objetivos en el trabajo y en la vida.
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Analizando los datos hay un patrón bastante significativo, y es que el mayor número de renuncias se produce en el segmento de población que va desde los 30 a los 45 años. Las generaciones nacidas ya en entornos digitales tienen otra concepción de los tiempos y los métodos de trabajo, y valoran mucho más cosas como la flexibilidad horaria o la posibilidad de teletrabajar.
España no es EEUU
Este tipo de fenómenos no se pueden analizar desde la misma perspectiva, ya que cada lugar es distinto y existen factores diferenciadores. Para empezar, el mercado laboral en España es mucho más estable que el de Estados Unidos. Aquí, la ley establece una serie de garantías y derechos que van aumentando conforme el trabajador acumula años en la empresa (como la indemnización por despido o la retribución por antigüedad, por ejemplo).
España no es Estados Unidos, pero tampoco es el resto de Europa —al menos los países del norte—. Nuestro país encabeza la tasa de paro de toda la Unión Europea con un 13,3%, seguido muy de cerca por Grecia e Italia, y muy lejos de naciones como Alemania, donde ahora mismo solo el 3% de la población activa no trabaja. Además, también abundan los casos de sobrecualificación, lo que ocasiona desfases entre la oferta y la demanda.
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En España también se produce la paradoja de que el mayor índice de dimisiones se está produciendo en un momento en el que el mercado de trabajo bate récords de afiliación (más de 20 millones en julio).
Abandona quien puede
En la renuncia al trabajo también hay una cuestión de clase social. Generalmente, quien se encuentra en niveles socioeconómicos bajos se aferra al trabajo porque es su único medio de poder subsistir. Por el contrario, quienes tienen ahorros o provienen de familias con grandes patrimonios pueden arriesgarse a intentar cambiar de trabajo o a exigir mejores condiciones en el que tienen, porque si les sale mal las consecuencias no son tan negativas. Pueden permitirse equivocarse.
La precariedad o el estrés son otros de los factores que explican, en parte, la renuncia al puesto de trabajo, pero hay otros factores. Es cierto que las cuestiones tangibles, como el sueldo, son claves para decidir aceptar o rechazar un empleo, pero existen otras no tangibles como sentirse valorado por los jefes o sentir motivación y satisfacción por lo que se está haciendo.