El parque de Doñana, uno de los humedales más importantes de Europa y Patrimonio Mundial de la Humanidad, está viviendo un año funesto debido a la sequía total de todas sus lagunas.
Es un hecho histórico y alarmante, porque hasta ahora solo existían otros dos episodios similares registrados por la Estación Biológica de Doñana (EBD). De hecho, su investigación ha provocado la visita de técnicos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) para su comprobación.
Este episodio sin precedentes deja clara la necesidad de una intervención urgente sobre los humedales ante tales sequías. Preocupa que incluso las lagunas permanentes como Santa Olalla —la última en secarse— solo cuenten con un pequeño charco.
Otras lagunas temporales como el Charco del Toro o el Taraje prácticamente se pueden considerar desaparecidas y están invadidas de vegetación, lo que hace más difícil su recuperación funcional.
La primera causa y la que explica en gran parte estos sucesos es la sequía. No obstante, según las investigaciones de la EBD, la más determinante es el pésimo estado del acuífero de Doñana en esta zona.
De acuerdo con los datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), por primera vez en el sector de las lagunas, el acuífero aparece con tendencia negativa estadísticamente significativa, además de calificar su situación como estado de “alerta”.
Uno de los motivos principales de haber llegado a esta situación ha sido la extracción de agua para el suministro doméstico, como el riego de jardines o el llenado de piscinas en la urbanización de Matalascañas, situada a unos cuatro kilómetros de Santa Olalla.
Estas informaciones ya aparecían en 1988 cuando se habló del estado de las aguas del Parque Nacional en algunas lagunas. Advertían de que sus niveles podrían descender hasta desaparecer si continuaban las extracciones en Matalascañas.
[De la atroz sequía a la crecida destructiva del mar. El verano que se nos cayó la venda (III).]
En aquellos años, la urbanización ya experimentaba un boom turístico y un urbanismo acelerado. Un crecimiento que se vio acompañado de una mayor demanda de agua para saciar las necesidades de los más de 100.000 veraneantes que llegan a un núcleo costero de unos 1.500 habitantes.
La sobreexplotación del acuífero y las aguas superficiales por la agricultura intensiva e industrial está afectando a zonas tan importantes como Entremuros o el Caño del Guadiamar.
Juan Carlos del Olmo, Secretario General de WWF, asegura que la inacción de las administraciones para proteger uno de los humedales más importantes de Europa es "inaceptable".
Además, añade que estamos ante uno de los peores momentos de la historia para Doñana y desde WWF continúan luchando para salvar este espacio junto con la denuncia a las administraciones para que cumplan con sus obligaciones de conservación del mismo.
Los más afectados
Los efectos de que Doñana esté seca se han dejado sentir en las especies del Parque durante todo el año. Durante la invernada, se ha pasado de 470.000 aves acuáticas censadas el año pasado por la EBD a 87.500 este año. Por su parte, los anfibios registran un 20% menos de ejemplares respecto al año pasado en los muestreos realizados este invierno.
Como denuncia WWF, "son datos alarmantes que no puede pasar por alto la Junta de Andalucía, competente en la gestión de esta área protegida".
Esta misma organización insiste en que. ahora más que nunca, urge la necesidad de que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ponga en marcha el Plan Doñana 2030.
Este proyecto con base científica y la implicación de todas las administraciones con competencia en el territorio y de la sociedad civil ayudará a salvar las marismas, las lagunas peridunares y demás ecosistemas y especies ligados al agua.
En este sentido, los ecologistas demandan urgencia a las administraciones para tomar las medidas necesarias de forma inmediata para proteger los valores ambientales de Doñana en riesgo de desaparecer.