El compost es un abono natural hecho a partir de residuos orgánicos que se han descompuesto gracias a la acción de insectos, bacterias y otros microorganismos. Este proceso se da en la naturaleza, aunque a lo largo de los años los humanos han experimentado con múltiples formas de acelerarlo, dada la utilidad del compost para múltiples fines.
Entre los compuestos orgánicos que comúnmente se utilizan para hacer compost se encuentran desechos de jardín, recortes de hierba, mantillo, hojas, papel y restos alimentarios como frutas, vegetales, cáscaras de huevo y granos de café, y en algunos casos, incluso, carne y productos lácteos.
Tradicionalmente, la elaboración del compost se ha llevado a cabo en lugares destinados para ello, las denominadas plantas de compostaje. Sin embargo, cada vez más personas se han interesado por este abono natural y han empezado a producirlo en sus hogares de forma casera. Para ello, se utilizan los residuos orgánicos que ellos mismos generan.
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Y es que el compost no es sólo útil como fertilizante para las plantas: también es una alternativa sostenible de gestión de los residuos, por lo que mucha gente, comprometida con el medio ambiente, ha apostado por fabricarlo en casa para reutilizar el desperdicio alimentario.
Utilidades y beneficios
Además de como fertilizante, el compost tiene muchas otras utilidades y beneficios para el medio ambiente.
Menos contaminación
Para empezar, la transformación de los residuos orgánicos en compost evita que dichos residuos vayan a parar a vertederos y plantas de tratamiento, con lo que se evitan problemas de contaminación del suelo y de emisión a la atmósfera de gases nocivos (sobre todo de metano y de dióxido de carbono).
Bueno para los lagos y manantiales de la zona
El compost también contribuye a que aumente la permeabilidad hídrica de la tierra, así como su capacidad de retención de agua (el compost puede retener hasta 20 veces su peso en agua). Esto es bueno no sólo para las plantas, sino para el ecosistema en general, puesto que beneficia al nivel de agua de lagos y manantiales de la zona.
Océanos más limpios
Lo anterior redunda en una menor contaminación de los océanos, que en una parte importante tiene que ver con el empleo en la agricultura de fertilizantes y químicos altamente contaminantes. Por tanto, al actuar el compost como filtro de estos, ayuda a que los océanos se mantengan más limpios.
Previene la erosión del suelo
El agua es uno de los elementos que están detrás de la erosión. Así pues, puesto que el compost favorece que el agua se filtre en el suelo, previene de paso que esa agua erosione la tierra de la superficie.
Funciona como insecticidas
Al mezclar compost con agua, si se deja fermentar la mezcla, se produce lo que se conoce como lixiviado de compost, un tipo particular que sirve no sólo como fertilizante, sino como insecticida y para el control de plagas.
Beneficia a los acuíferos locales
El empleo de un abono natural como el compost hace que se limite el uso de fertilizantes mucho más agresivos con el medio ambiente, cuyo exceso de nitrato perjudica a la salud de los acuíferos locales.
Ahorra dinero
El compost también tiene importantes efectos económicos. Los agricultores, por ejemplo, en el caso de elegir usar compost, se ahorran mucho dinero en fertilizantes y pesticidas, e incluso en agua y sistemas de irrigación.
Ciclo natural
Al convertir la materia orgánica en compost, estamos participando en un ciclo natural que devuelve a la naturaleza las materias primas que hemos tomado de ella y que nunca deja de funcionar (o no debería). Es como devolverle el favor a la naturaleza.