Los vertidos del buque hundido OS35, protagonista del último accidente marítimo en el estrecho de Gibraltar, siguen llegando a la costa. Ahora, en forma de microbolas de hidrocarburos que se extienden por tres playas diferentes de la localidad gaditana de La Línea de la Concepción. A pesar de que se vació de hidrocarburos, los restos que quedan en las paredes del buque ahora hundido continúan contaminando el mar.
El pasado 29 de agosto la localidad gaditana de La Línea de la Concepción se mantenía en alerta. Un buque cargado de fuel y barras de acero chocó contra un metanero fondeado cerca del puerto de Gibraltar. La brecha que se abrió en el barco tras el impacto fue de 10 metros de largo y cuatro de ancho, lo suficiente para que se produjera la peor de las catástrofes ecológicas: el vertido al mar de más de 400 toneladas de hidrocarburos.
Varios días después, el gobierno de Gibraltar aseguró haber retirado todo el contenido. Ya se había vertido parte del combustible, pero ni mucho menos originó el desastre que muchos se temían. La mancha de unos dos kilómetros de largo alcanzó la costa y el buque –partido casi completamente por la mitad– quedó encallado en un arenero a apenas 700 metros de la costa conocida como Catalan Bay, muy cerca del Peñón. Quedó a expensas de las vicisitudes del clima de la zona.
Ante las previsiones de fuertes temporales –que suelen ser bastante importantes en la zona de Gibraltar entre septiembre y octubre– y las importantes y variables corrientes que se producen a menudo en este punto, el gobierno de Gibraltar tomó una decisión. El pasado viernes decidió hundirlo de manera controlada, con una barrera antivertidos que después se retira. Ya desde entonces, desde el gobierno de Gibraltar avisaron de que sería inevitable la filtración de restos de hidrocarburos.
Es lo que ha sucedido ahora. Desde el Grupo de Emergencias de Andalucía (GREA), explican a EL ESPAÑOL que en la tarde de ayer, martes, se activó el escenario 1 –que es la fase provincial– del Plan de Emergencia ante el Riesgo de Contaminación del Litoral (PECLA). Habían llegado microbolas de hidrocarburos a tres playas del litoral de La Línea de la Concepción: Santa Bárbara, La Atunara y El Castillo.
“Son pequeñas microbolas, galletitas pequeñas de restos de hidrocarburos. Según el análisis de la Consejería de Salud, son carburantes y aceites lubricantes” y “todo apunta a que son resto del OS35”, cuentan fuentes del GREA, y explican que “debido a lo que es el temporal marítimo, los restos que aún quedan en las paredes del barco hundido pueden aflorar”.
En esto mismo coincide Antonio Muñoz, presidente de Verdemar-Ecologistas en Acción. “Ayer por la mañana, sobre las 10:30 horas, comenzaron a salir manchas de hidrocarburos y se han desplazado con el viento de levante hasta la costa, pero las corrientes –que son variantes– los esparcen por todos sitios, dependiendo de por donde vayan esas corrientes”, asegura Muñoz.
Unas manchas que, como informa el GREA, ya habían sido detectadas por Salvamento Marítimo. “Vieron una línea de contaminación en el mar y aseguraron que podían llegar a las playas”, señalan. Una vez toca la línea de costa, comienzan las labores de limpieza.
El nivel 1 del plan de contingencia se movilizó en la tarde de ayer a la par que se prohibía el baño en las playas afectadas. Se desplegaron hasta 25 personas centradas en las labores de limpieza para retirar los restos de los vertidos. Por el momento, se desconoce hasta cuándo seguirán llegando, pero el historial de accidentes similares muestran que podría suceder durante meses.
Muñoz recuerda uno de los sucedidos en 2007 con un buque llamado New Flame. Según recogieron en su día agencias como Europa Press, el barco –cargado con 700 toneladas de fuel y 50 de diésel– colisionó contra un petrolero, provocando el vertido discontinuo de material durante casi cinco meses.
¿Está controlado?
“Llevamos haciendo el seguimiento desde el 30 de agosto y vamos a seguir haciéndolo mientras exista el riesgo con el barco”, aseguran desde el GREA. Además, insisten en que “mientras quede material dentro y haya temporal, es posible que pueda seguir llegando [a las playas]. Nosotros mantenemos la vigilancia y hacemos esa limpieza en el momento que toca la línea de costa que es nuestra competencia”. Un seguimiento que, cuentan, es diario.
Por su parte, Muñoz reconoce que “el fuel es muy llamativo. A lo mejor una tonelada es capaz de manchar un kilómetro de playa”. No obstante, está seguro de que “va a haber muchos más vertidos, porque esto tiende a alargarse en el tiempo”.
Además de los riesgos evidentes para la salud y para la posible afectación a la cadena trófica –a través de los recursos marinos–, estos pequeños vertidos tienen un impacto importante sobre la biodiversidad marina. Tanto es así que, tras la pérdida de combustible en 2008 del buque Fedra en la zona de Algeciras, “la pesca de Alborán en ese diciembre no se pudo hacer, porque había hidrocarburos en la zona del Estrecho”, recuerda Muñoz.
Asimismo, recuerda que la zona del accidente es un enclave considerado como Zona de Especial Conservación de la Red Natura 2000 –la protección medioambiental de la Unión Europea– por su alto valor ecológico. De hecho, ahí se encuentra una especie de lapas que está en peligro de extinción –con la misma protección que el lince ibérico– y que ya se está viendo afectada por la llegada de los restos de material del OS35.