La Gran Muralla Verde: el proyecto africano para frenar la desertificación
La iniciativa tiene como objetivo plantar una gran línea de árboles que se extenderá a lo largo de 8.000 kilómetros, desde Etiopía hasta Yibuti.
24 septiembre, 2022 03:01En 2007, la Unión Africana lanzó la Gran Muralla Verde, un proyecto que tiene como objetivo plantar una gran línea de árboles que se extienda a lo largo de 8.000 kilómetros de largo y 15 de ancho, desde Etiopía, en el oeste de África, a Yibuti, en el este.
Con ello, se pretende poner freno al avance del desierto del Sáhara en el sur del Sahel, donde las malas prácticas agrícolas, el cambio climático y las prolongadas sequías han agravado en los últimos años el problema de la desertificación.
Según las previsiones, el proyecto finalizará en 2030, para cuando se prevé que se hayan reforestado un total de 100 millones de hectáreas, a lo largo de 11 países distintos. Esto lo convierte en el proyecto de reforestación más ambicioso del mundo.
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En un primer momento, se destinaron 3.700 millones de euros al proyecto, un presupuesto ratificado por los 11 países participantes en la Cumbre del Clima de París, en 2015. Entre las organizaciones más importantes que aportan fondos a la iniciativa están el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Aunque se trata de un proyecto muy ambicioso, desde que nació en 2007 solamente se ha conseguido reforestar un 15% del total previsto. En Senegal, el país donde más avanzado está el proyecto, se han plantado 11 millones de árboles y se han recuperado 27.000 hectáreas de tierra perdida, lo que ha hecho que mejore la vida de muchas comunidades y familias.
Y es que, además de ser un proyecto medioambiental, la Gran Muralla Verde pretende ser un motor del crecimiento económico en el Sahel, generando puestos de trabajo, mejorando el acceso a alimentos y proporcionando a los jóvenes una alternativa a la emigración y al extremismo.
Una de las ventajas que el proyecto supondrá para los habitantes de esta zona del mundo tendrá que ver con la mejora de las condiciones agrícolas. Según la ONU, el problema de la desertificación conllevará la pérdida de dos tercios de la tierra cultivable en todo el continente, y cifra en 60 millones la cantidad de personas que tendrán que emigrar por culpa del avance del desierto.
La reforestación ayudaría a que estas predicciones no se cumplan, y, junto a campañas educativas que enseñen a los agricultores técnicas agrícolas menos dañinas para el entorno, —en muchos casos, esto significa simplemente volver a una agricultura más tradicional—, hará la vida más próspera a los trabajadores del campo locales.
Uno de los problemas que lastran el avance del proyecto, más allá de la falta de fondos, tiene que ver con la inestabilidad política e institucional propia de esta zona del mundo. El sur de Sahel es una región asolada por la violencia crónica entre los distintos estados, y algunos territorios, como Mali, Burkina Faso o Níger, están gobernados por grupos radicales islamistas, lo que dificulta en gran medida la cooperación que hace falta para llevar adelante un proyecto como este.
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Así pues, el proyecto de la Gran Muralla Verde se ve muy comprometido por esta inseguridad cronificada, aunque también es, en cierta medida, su solución, dado que muchos de los conflictos en África están causados por el cambio climático, la degradación del suelo y la superpoblación.
Por este motivo, la Gran Muralla Verde es no sólo un proyecto medioambiental, sino que de su éxito o su fracaso depende también el desarrollo político y la coexistencia pacífica de los estados africanos.