El balancín metálico del campo petrolífero de Ayoluengo, en la provincia de Burgos, hace ya cinco años que dejó de funcionar. Convertido en Bien de Interés Cultural (BIC), ha roto un silencio bañado de historia y no precisamente por haber reanudado su actividad. De acuerdo con la última investigación de la organización Ecologistas en Acción, al menos una decena de enclaves como este llevan décadas emitiendo importantes cantidades de metano.
Este gas tiene un potencial de calentamiento de la atmósfera hasta 86 veces superior que el dióxido de carbono (CO₂). Ha sido objeto también de todas las miradas en estas últimas semanas tras las fugas de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 en el Mar Báltico. Unas burbujas que, poco a poco, revelan el enorme daño ecológico que causan estas emisiones a los ecosistemas marinos y al clima.
Las infraestructuras de Ayoluengo entraron en funcionamiento en el año 1967, después de que se descubriera una reserva sobre la que se sembraron altas expectativas. Sin embargo, la baja producción anual y la mala calidad de lo extraído pronto sumieron en la sombra su ansiada explotación comercial.
Desde 2017, año en el que finalizó la concesión, este enclave no ha vuelto a funcionar. No obstante, fue declarado BIC bajo la categoría de conjunto etnológico, según se publicó en el mes de marzo de este año en el Boletín Oficial de Castilla y León. Sin embargo, en torno a las estructuras oxidadas de lo que pudo llegar a simbolizar la esperanza del boom económico en tiempos de ostracismo, hoy alberga un ambiente cargado de metano.
Según detalla en su investigación Ecologistas, las viejas infraestructuras petrolíferas han estado emitiendo este gas tan contaminante a la atmósfera no solo desde su abandono, sino desde el comienzo de la actividad extractiva. Esto es desde hace más de 50 años. Un problema que no se queda ahí. Salpica a varios puntos de nuestro país.
Las indagaciones de la organización se han centrado, esta ve,z en el norte peninsular. Cargados con cámaras de visualización óptica de imágenes de gas (OGI) han recorrido varias comunidades de nuestro país para evaluar qué fugas de metano podrían estar emitiendo enclaves como el de Ayoluengo. También han revisado el transporte de gas en varios puntos del País Vasco, La Rioja, Cantabria, Asturias y Castilla y León.
Como aseguran desde Ecologistas, de las 21 infraestructuras visitadas, en al menos 10 se observaron fugas de metano significativas, ya sea en estaciones de regulación y medición como en centros de transporte. Estas mediciones se realizaron de incógnito, según Pablo Sallaberas, portavoz de la organización, para no dar margen a las empresas para que arreglen las fugas o desvíen los flujos de gas.
De acuerdo con Sallaberas, "es muy difícil cuantificar exactamente las cantidades sin entrar en el recinto de las instalaciones y hacer las comprobaciones pertinentes". Sin embargo, señalan que "comparando las imágenes de las fugas reportadas en la estación de transporte de Vitoria-Gasteiz y otras similares en otros casos fuera de España, todo apunta a que pueden estar en el rango de fugas de alto riesgo".
Llaman la atención sobre “la completa negligencia de gobiernos y empresas”. Sobre todo, insisten, porque cuando se han realizado esfuerzos por sellar pozos como el de Ayoluengo y controlar las emisiones, el equipamiento inapropiado de los operarios ha permitido que se les pasaran por alto importantes fugas.
Se ocultan el 70% de emisiones
Las indagaciones que han llevado a cabo desde Ecologistas son solo una prueba más de lo que ocurre a nivel global. Según el último informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el Global Methane Tracker, las emisiones globales de metano del sector energético son aproximadamente un 70% mayores que la cantidad informada por los gobiernos nacionales.
Esta industria representa el 40% de las emisiones totales de metano, un contaminante que es responsable del 30% del aumento de temperaturas a nivel global desde la revolución industrial. De acuerdo con el documento, estas emisiones crecieron hasta un 5% en 2021. Muchas de las no declaradas provienen de fugas de gas de pozos abandonados o mal gestionados y de gasoductos.
La investigación de Ecologistas señala en particular al centro de transporte de Vitoria-Gasteiz, donde consideran que la situación “es especialmente preocupante”. Según han recopilado, recoge algunos de los mayores eventos de emisiones documentados en este tipo de emplazamientos en toda Europa. Se encontraron emisiones continuas y de gran caudal procedentes de al menos 15 fugas: válvulas, tuberías, medidores. Además hallaron equipos claramente rotos y oxidados.
Una cuestión que hace saltar las alarmas no solo por la contaminación del clima, sino porque gases como el metano, además de alimentar la crisis climática, contribuyen a la formación de ozono terrestre, que puede acabar afectando a poblaciones cercanas. Se sabe que, cada año, causa decenas de miles de muertes prematuras por problemas respiratorios y enfermedades cardiovasculares cada año.
No obstante, en la organización documentaron otras fugas incontroladas en tres emplazamientos de transporte de gas en Castilla y León, Asturias, Cantabria y La Rioja. Se trataba principalmente de fugas procedentes de válvulas y tuberías.
Qué dice la UE
La Comisión Europea ya presentó en el año 2020 una estrategia para reducir las emisiones de metano como parte del Pacto Verde Europeo. El plan incluye medidas legislativas y no legislativas en los sectores de la energía, la agricultura y los residuos, que suponen cerca del 95% de las emisiones mundiales de metano asociadas a la actividad humana.
En su día, Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo para el Pacto Verde, declaró que con esta iniciativa y a través de la tecnología satelital se podrían llegar a controlar más de cerca las emisiones y elevar los niveles de exigencia a escala internacional. Por su parte, Kadri Simson, comisaria de Energía, apuntó que, precisamente, el sector energético es en el que pueden reducirse las fugas más rápidamente y a un menor coste.
La propuesta de medidas se dio a conocer en el mes de diciembre pasado, en el marco de la Global Methane Pledge, un reciente compromiso político que reúne a más de 100 países y que tiene como objetivo reducir sus emisiones de metano en un 30% para 2030.
Sin embargo, desde Ecologistas señalan que hay una importante proporción de emisiones de metano que son importadas. El 90% del gas fósil que se consume en la UE procede de países extracomunitarios. “La UE, y en especial España, al fortalecer su papel como importador de gas, deben exigir estándares ambientales más altos a sus proveedores”, denuncian.
Asimismo, advierten que las emisiones cero no son posibles. Eventos como el sucedido en el Nord Stream señalan que las infraestructuras gasistas no están exentas de accidentes, sean intencionados o no. Desde la organización insisten en que “la mejor forma de reducir emisiones de metano es enfocarse en el abandono de los combustibles fósiles lo antes posible, y no seguir desarrollando infraestructuras para su transporte y extracción”.